Polémica: los resultados de la educación privada

Alieto Guadagni, director del Centro de Estudios de la Educación Argentina (CEA) de la Universidad de Belgrano, y frecuente autor de artículos sobre el tema, dio a conocer un informe sobre la situación de la enseñanza media. Ahí muestra un hecho lamentable si los hay: sólo 4 de cada 10 alumnos terminan el colegio secundario. También agrega datos críticos sobre los resultados comparativos de las escuelas públicas y las privadas. Y Daniel Arias, de nuestro comité editorial, expresó su intención de responderle.

Consideramos adecuado publicar los textos de ambos:

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«De los 833.526 niños que comenzaron primer grado en 2006, sólo 345.170, es decir el 41 por ciento, finalizaron el colegio secundario doce años después, en 2017, según indica el último informe del Centro de Estudios de la Educación Argentina (CEA) de la Universidad de Belgrano, en base a los datos del Anuario Estadístico Educativo 2018 elaborado por el Ministerio de Educación.

Sin embargo, estas cifras difieren de acuerdo con los sistemas de gestión. De hecho, las escuelas secundarias privadas graduaron al 69 por ciento de los alumnos que iniciaron su escolaridad primaria en 2006. En tanto, los colegios estatales sólo lo hicieron con el 33 por ciento.

Se trata de un verdadero llamado de atención. De cada 100 niños que ingresaron al primer grado estatal en 2006 apenas 33 terminaron el ciclo secundario en 2017. Mientras tanto, en el sistema privado esta proporción trepa al 69 por ciento, es decir más del doble.

El análisis también revela resultados distintos al dejar de mirar la media nacional para enfocarse en cada una de las provincias que integran nuestro extenso país. Por ejemplo, tanto en la ciudad de Buenos Aires como en Tierra del Fuego culminó el ciclo secundario casi el 60 por ciento de los alumnos que ingresó a primer grado en 2006. Mientras tanto, en las provincias de Misiones, Formosa, San Juan y Santiago del Estero, lo hizo menos del 30 por ciento.

Estamos en presencia de una enorme desigualdad. Si prestamos atención a las cifras relativas a los diferentes sistemas de gestión, notamos que, en todas las jurisdicciones, las escuelas de gestión privada muestran una mayor relación entre graduados secundarios en 2017 e ingresantes al primer grado de la primaria en 2006, respecto de las escuelas de gestión estatal.

Esto nos habla de inequidad educativa y social. La deserción de nuestra escuela secundaria no sólo es muy elevada, sino también muy desigual. Nuestra graduación secundaria es muy escasa, además, cuando se la compara con otras naciones latinoamericanas.

Como hecho positivo, la matrícula total secundaria de 2018 es un 13,2% mayor que la del 2003. También lo es que la graduación secundaria en 2018 fuera superior a la del 2003. Pero es notoria la evolución disímil de la graduación estatal y de la privada, ya que esta última creció más del doble que la estatal: 22,7% versus 9,6%. Las evidencias indican que la escuela secundaria es muy desigual en su cobertura a lo largo de nuestro territorio. Pero también lo es la graduación secundaria correspondiente a escuelas estatales y privadas”.

Alieto Guadagni

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«1) Las hijos de familias carenciadas no van a primarios y secundarios privados.

2) Esos pibes largan el estudio para trabajar, o porque se les desarma la familia, o ambas cosas.

3) En casos de familias en transición de la pobreza a la indigencia, hay problemas alimentarios (falta de proteínas) que pone en inferioridad de condiciones neurológicas a esos cerebros en desarrollo.

4) A lo largo de un ciclo completo de escolaridad primaria y secundaria, es obvio que los chicos de familias no carenciadas, en las que papá no desaparece y mamá no plancha ropa en casas ajenas, y en la que los pibes comen proteína animal y no sólo almidón (arroz, fideos, polenta) son más exitosos para graduarse. Sería un milagro que no lo fueran.

La comparación en frío de las estadísticas finales, sin este mínimo de reflexión, podría llevar a la conclusión de que la escuela pública es de mala calidad, comparada con la privada, porque no logra retener sus alumnos. Quiero creer -no sé si lo logro- que no es ésa la intención de Guadagni.

Hay otro elemento del que no se habla mucho en los debates pedagógicos. Históricamente, hasta bien entrados los ’60, la educación privada en Argentina se nutría principalmente de colectividades que deseaban conservar su idioma y sus tradiciones y… de «repetidores», alumnos de familias que podían pagar los colegios privados con la intención que sus hijos terminaran «recibiéndose», aprendieran o no.

Desgraciadamente, esa enfermedad se ha extendido. Hace años que esto también pasa en las escuelas públicas, donde los maestros y profesores son severamente presionados para promocionar a descalificados o repitentes «para mejorar las estadísticas», o «para no ser expulsivos», según el menor o mayor grado de corrección política progre de los inspectores».

Daniel E. Arias