Que pasó con el ARA San Juan, según la comisión investigadora del Congreso

Ayer informamos en AgendAR la finalización de las tareas de la comisión bicameral que investigó las causas y responsabilidades del naufragio del submarino ARA San Juan. Y las diferencias en su seno sobre las responsabilidades políticas. Ahora nos parece que corresponde informar sobre lo que pasó. Del informe de 80 páginas, creemos que este resumen del periodista Alejandro Alfie es el más adecuado.

ooooo

Poco más de once horas transcurrieron entre el principio de incendio en el tanque de baterías del submarino, que se produjo casi en la medianoche del 14 de noviembre de 2017; y su «colapso estructural», a las 10.51 horas de la mañana, que provocó la muerte de los 44 tripulantes que iban a bordo de la nave, según el informe final de la Comisión Bicameral Investigadora del Ara San Juan.

Esa es una de las partes centrales del informe final, luego de 16 meses de trabajo. Esa parte del documento, que fue firmada por todos los legisladores, pone el foco en las irregularidades cometidas por los mandos superiores de la Armada, en un «contexto general presupuestario que han venido padeciendo las Fuerzas Armadas desde el mismo retorno de la democracia a la fecha, en desmedro del mantenimiento de sus bienes de capital, armamento, capacitación, estructura y capacidad operativa».

Según el informe de la Bicameral, la primera señal de alerta que dio la tripulación del submarino a sus jefes fue a las 23.42 horas, del 14 de noviembre, cuando el teniente de navío Fernando Vicente Villarreal, jefe de Operaciones del ARA San Juan llamó al jefe de Operaciones de Submarinos, capitán de fragata Hugo Miguel Correa. Le informó «que habían tenido un principio de incendio en el tanque de baterías número 3, que estaba controlado, que apreciaban que había sido producto de la entrada de agua de mar por el sistema de ventilación», según declaró el capitán Correa en la Bicameral.

Desde entonces, se produjeron poco más de 10 comunicaciones entre el submarino y los jefes de la Armada, hasta el hundimiento del ARA San Juan, donde se verificó «una subestimación inicial del incidente lo suficientemente grave. Ninguno de los estamentos de conducción tuvo en cuenta un antecedente gravísimo», que fue un incendio de baterías similar en el año 1995.

Por eso, el Comandante de la fuerza de submarinos, capitán de navío Claudio Javier Villamide, y el Comandante de Adiestramiento y Alistamiento, López Mazzeo, se limitaron a decirle al comandante del submarino que suspenda la patrulla y vuelva a Mar del Plata, sin mandar ayuda ni notificar a sus superiores sobre la gravedad del incidente que estaba ocurriendo con el ARA San Juan.

Desde entonces, se produjeron poco más de 10 comunicaciones entre el submarino y los jefes de la Armada, hasta el hundimiento del ARA San Juan, donde se verificó «una subestimación inicial del incidente lo suficientemente grave. Ninguno de los estamentos de conducción tuvo en cuenta un antecedente gravísimo», que fue un incendio de baterías similar en el año 1995.

Por eso, el Comandante de la fuerza de submarinos, capitán de navío Claudio Javier Villamide, y el Comandante de Adiestramiento y Alistamiento, López Mazzeo, se limitaron a decirle al comandante del submarino que suspenda la patrulla y vuelva a Mar del Plata, sin mandar ayuda ni notificar a sus superiores sobre la gravedad del incidente que estaba ocurriendo con el ARA San Juan.

De todos modos, cuando le informaron al jefe de la Armada, almirante Marcelo Srur, su desempeño resultó «no del todo lógico», según la Bicameral, ya que tampoco tomó la situación «en su verdadera dimensión ni adoptó las medidas congruentes con la misma».

El submarino se encontraba en la segunda Fase de la Etapa N°3, denominada «Ejercicio conjunto de ataque y posterior patrulla». Realizaba adiestramiento naval y operaciones, «manteniendo el esfuerzo de vigilancia y control en un área específica», en tareas de identificación de buques que operaban fuera de la milla 200 del Mar Argentino. Navegaba con una velocidad de 5 nudos, en medio de una tempestad.

En los primeros minutos del 15 de noviembre, el comandante de la nave, capitán de fragata Pedro Martín Fernández, le preguntó a Correa sobre la posición de los otros buques de la flota, que en ese momento participaban del ejercicio naval, en el golfo de San Jorge. Estaban a unas 20 a 24 horas de navegación, «que podrían haber disminuido a la mitad si el submarino ponía rumbo de acercamiento a esas unidades, sumando la velocidad de desplazamiento de ambas en acercamiento».

A las 0.58 horas hablaron Villamide y Fernández. El comandante de la fuerza de Submarinos le ordenó cancelar la patrulla y poner rumbo de regreso a Mar del Plata. La respuesta fue que eso «lo haría cuando volviera a inmersión, porque en ese momento navegaba en alejamiento de la costa, propulsando con el circuito dividido y se encontraba cargando aire».

Pero sus jefes no le asignaron la gravedad que tenía ese hecho. «El capitán de navío Villamide nunca le ordena que regrese en superficie, pese al principio de incendio puesto en conocimiento», plantea el informe de la Bicameral. Y añade que los expertos consultados consideraron que, en esas condiciones, «no debería intentarse una reconexión del sistema de propulsión».

Recién a las 6 de la mañana el submarino informa que está en inmersión. Y a las 7.19 se produce la última comunicación telefónica, donde Villarreal le informa a Correa que ya estaban en inmersión, con rumbo a Mar del Plata, propulsando con circuito dividido, a una velocidad de 5 nudos. «Vamos a bajar a plano profundo a descansar (40 metros) y, luego, a inspeccionar el tanque de baterías», dijo Villarreal.

Todo indica que a las 7.33 estaba a 18 metros de profundidad, a las 8.52 estaba a 40 metros y a las 10.51 se registra el «evento acústico anómalo», que se produce con motivo del «colapso estructural del submarino ARA San Juan», cuando estaba a entre 550 y 750 metros de profundidad. Finalmente el submarino quedó hundido a 907 metros, en el Atlántico Sur, a 450 kilómetros de la costa de Comodoro Rivadavia.

¿Qué pasó para que se produjera ese colapso estructural?

«Los expertos señalan que pudo haber ocurrido una explosión al retirarse, en plano profundo, la tapa de ingreso al balcón de baterías, donde la excesiva producción de hidrógeno, por el principio de incendio, al liberarse, ocasionara una explosión que dejara sin capacidad de respuesta a la tripulación», dice el informe de la Bicameral. Y añade: «Otra de las posibilidades es que al llegar a plano profundo, para verificar los daños, el principio de incendio no estuviere del todo controlado y el retiro de la tapa hubiere provocado la explosión, que inmediatamente dejara incapacitado al personal de comando de la nave, perdiendo plano irremediablemente hacia el fondo abisal».

VIAClarín