El fin de un experimento

En estas semanas se habló mucho sobre la utilidad, o falta de ella, de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias, las PASO. Distintos sectores, de acuerdo a lo que suponían sus intereses electorales en ese momento, argumentaban a favor o en contra. La realidad acaba de zanjar el asunto, con sus modales bruscos de costumbre. Las PASO de ayer domingo 11 de agosto han servido para poner fin al tercer intento en medio siglo de abrir la economía argentina al mercado global, sin un plan de desarrollo propio, apostando a las fuerzas del mercado.

Atención: el nuevo gobierno se elegirá el 27 de octubre, y en estos dos meses y medio habrá tiempo para definiciones y también para acuerdos, si se hacen. Lo que estamos diciendo en AgendAR es que concluyó en un fracaso este particular experimento encabezado por Mauricio Macri.

Afirmamos esto porque su derrota electoral le resta el poder político mínimo para seguir impulsándolo. Los sectores que forman la coalición que apoya a este gobierno deberán mirar por sus propios intereses electorales: el ejemplo de María Eugenia Vidal, de quien Macri aparece como el peso que la arrastró hacia abajo en las elecciones, servirá como advertencia.

Y los intereses económicos que apoyaron este proyecto -que persisten y son poderosos- deberán buscar una nueva expresión política y llegar a arreglos con los casi seguros triunfadores.

No hay tiempo para un análisis en profundidad, a pocas horas del cierre de las urnas. Pero es inevitable recordar que tres veces en 46 años se ha intentado en formas y por hombres muy distintos esa «apertura» sin salvaguardias de nuestra economía. Con Martínez de Hoz, en el marco de una dictadura sangrienta; con Menem-Cavallo, apoyados en una coalición de la que participó el peronismo; y ahora con esta otra coalición -Cambiemos, luego Juntos por el Cambio- que encabezó Macri. Y las tres veces ha terminado en un fracaso económico, una recesión feroz y un gran endeudamiento externo.

(Es un poco irónico que el intento impulsado por un político peronista como Carlos Menem fue el que duró más tiempo. Además que la bomba le explotó al gobierno siguiente, la bastante inepta Alianza).

Pero más allá de las circunstancias políticas -importantes como han sido- nos parece que hay un factor estructural decisivo y constante a lo largo de este medio siglo: la Argentina tiene una densidad social y una vocación industrial, a pesar de todo, que hace imposible que un proyecto «thatcheriano» se consolide.

Por cierto, tampoco las alternativas más nacionales e industrialistas tampoco han conseguido afirmarse. Desde 1952, la economía argentina choca con la «restricción externa»: el dato que su industria no produce con la exportación suficientes divisas para pagar por sus insumos.

El desafío argentino, entonces, es anterior a estos experimentos «neoliberales» que comenzaron en todo el mundo en los ´70 del siglo pasado, después de la «Crisis del Petróleo». Necesitamos nuevas propuestas.

A. B. F.