Las inversiones de EE.UU. en China crecen. Pero las de China en EE.UU., caen

Jorge Castro es uno de los analistas de la economía internacional y en particular de la relación china-estadounidense mejor informado. En AgendAR reproducimos el año pasado China y EE.UU: competencia y colaboración, de su autoría. Claro, sus análisis están sesgados por su ideología (como los de todos). En su caso, lo domina un entusiasmo acrítico por la globalización, de la que está convencido que se da en un marco cooperativo.

En AgendAR también deseamos eso, pero somos menos confiados. Agregamos -a continuación de esta columna suya de ayer- una información sobre un fenómeno de signo opuesto. Y apuntamos que los intereses nacionales de EE.UU., como los interpreta su gobierno, no son siempre los mismos de las empresas transnacionales con origen allí.

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«Las inversiones de EE.UU. en China aumentaron 124,6% en enero de este año, mientras que la inversión extranjera (IED) trepó 4,8% en el mismo periodo (US$12.450 millones); y el sector high tech de las inversiones norteamericanas —éste es el dato crucial— se elevó 40,9% por año en los primeros 30 días de 2019.

En definitiva, las inversiones estadounidenses más que se duplicaron en esa etapa; y la IED de las compañías norteamericanas high tech aumentó 12 veces por encima del total de las inversiones extranjeras.

El Ministerio de Comercio de la República Popular agrega que las inversiones holandesas crecieron 95,6%; las del Reino Unido, 13,7%; y 6,5% las de Hong Kong. También las inversiones high tech de EE.UU. en investigación y desarrollo (R&D) científico y tecnológico, así como los diseños y servicios de alta tecnología, aumentaron 168,6% anual en este periodo.

Morgan Stanley estima que la IED alcanzó en China a US$234.000 millones en 2018 (+34% anual); y que esto responde a que la nueva Ley de Inversiones Extranjeras de marzo del año pasado, sumada a la apertura completa de la industria manufacturera y el sistema financiero que ha realizado la República Popular en los últimos 2 años, asegura que el nivel de 2018 se ha convertido en el piso de la IED que recibiría China en el periodo 2020/2030.

La consultora Rodhium Group señala que la firmas norteamericanas invirtieron en China en los primeros 6 meses de 2019 US$6.500 millones más que en igual periodo del año pasado (+1,5% anual); y entre ellas se destaca Tesla, la principal fabricante de vehículos eléctricos de EE.UU., que ha construido la primera planta 100% extranjera de la industria automotriz en la Republica Popular, con una inversión de US$ 6.500 millones, que sería ampliada con una cifra similar en 2020.

El rasgo característico de la economía china es que ahora crece prácticamente en forma exclusiva sobre la base de su demanda doméstica (98% en 2018); y que 78% del alza del PBI (+6,4%) en los primeros 6 meses de 2019 proviene del consumo individual.

Las empresas trasnacionales de EE.UU. no invierten en China para producir allí y exportar al mundo —como ocurría hasta 2008—, sino que ahora lo hacen para producir y vender en su gigantesco mercado interno, que se ha unificado completamente.

El impulso esencial de este boom de consumo proviene de la nueva clase media de 440 millones de personas con ingresos semejantes a los norteamericanos (US$35.000 / US$ 45.000 anuales), que serían 780 millones en 2025 y más de 1.000 millones en 2030.

Medido en capacidad de compra doméstica (PPP), el ingreso per cápita de la República Popular alcanzó a US$17.000 en 2018, que serían US$20.000 en 2020, mientras que en Beijing, Shanghái, Shenzen y Guangzu, las cuatro principales ciudades, trepó a US$30.000 anuales, o más.

Lo notable del intercambio bilateral EE.UU./China es que el flujo de capitales destinado a invertir en alta tecnología (“Venture Capital”) superó US$22.000 millones el año pasado, más que la inversión recíproca en high tech entre los dos países, que alcanzó a US$18.000 millones.

Los “Venture Capital” son los fondos que invierten en las startups de alta tecnología; y es la contracara financiera de la revolución tecnológica del procesamiento de la información, sobretodo la referida a los unicornios, que son los startups high tech con ingresos por más de US$1.000 millones anuales.

EE.UU. tiene 166 unicornios, y China, 144; y mientras las inversiones chinas cayeron más de 90% el año pasado por las sanciones comerciales de EE.UU., las norteamericanas treparon más de 30% en 2018. Los “Venture Capital” estadounidenses han financiado 1 de cada 3 unicornios chinos.

El dato estratégico central de la relación China/EE.UU. es que son las dos economías más integradas de la historia del capitalismo; y entre ambas el intercambio bilateral superó US$2.000 millones por día. Lo fundamental es que el intercambio bilateral EE.UU/China de bienes fragmentados o intermedios —signo distintivo de la producción trasnacional— ha aumentado seis veces en los últimos 15 años.

Por eso, el conflicto entre las dos superpotencias, centrado en el dominio de las tecnologías de avanzada de la nueva revolución industrial (Inteligencia Artificial, Internet de las Cosas, y robotización), es una novedad histórica, un fenómeno cualitativamente distinto, que sólo se explica por sí mismo y las condiciones de la época. Todo intento de aplicar la metáfora de una nueva “Guerra Fría” al conflicto EE.UU./ China es falso, e impide conocer la realidad de las cosas.

La clave del siglo XXI es que ha surgido una sociedad global absolutamente unificada, fundada en el criterio excluyente de la instantaneidad. “No hay pasado, ni futuro, sólo un eterno presente”, dice Hegel; y esto es más válido que nunca en el siglo XXI».

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Esta es la nota a la que aludimos al comienzo, publicada hace unos meses por La Vanguardia, de Barcelona Las inversiones chinas en EE.UU. caen un 80%

«El clima de desconfianza entre China y Estados Unidos no sólo se refleja en la reciente guerra arancelaria, sino en el flujo de inversiones entre los dos países, que cada día parecen más rivales. Según informó el martes el Comité Nacional Sobre las Relaciones entre China y Estados Unidos (NCUSCR) y la consultora Rhodium, las inversiones chinas en la economía norteamericana cayeron en 2018 un 80%, hasta los 5.600 millones de dólares, lo que representa el nivel más bajo desde 2012.

Un número muy pequeño, sobre todo si se compara con los 46.000 millones del 2016, antes de la llegada de la presidencia de Donald Trump a la Casa Blanca. Las cifras referentes el año pasado denotan la casi absencia de toma de participaciones, así como de operaciones de adquisición por parte de firmas chinas».

VIAClarín