El diplomático argentino Rafael Grossi puede convertirse en las próximas semanas en el nuevo titular del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), en un momento que para muchos analistas es el más delicado desde el final de la Guerra Fría: se agita la carrera armamentista nuclear entre las superpotencias, Irán retoma el enriquecimiento de uranio y Corea del Norte, que ya tiene “la bomba”, sigue probando sus misiles.
El OEIA es el organismo de Naciones Unidas que tiene como misión velar por el uso pacífico de la energía nuclear y la no proliferación a través de inspecciones y salvaguardas. Actual embajador en Austria, Grossi cuenta con el apoyo oficial de la Argentina, y la aprobación de una parte sustancial de los miembros, para su candidatura en las elecciones del próximo 21 de octubre
En esta entrevista desde Viena hizo las siguientes declaraciones:
—¿Cuál será su prioridad si resulta electo al frente al organismo?
—Las elecciones en el OIEA se dan en un momento clave en el ámbito multilateral a nivel global, y la Argentina ha presentado mi candidatura. Es una gran oportunidad para proyectar nuestra presencia internacional en una temática en la que tenemos un perfil destacado. Allí están los logros de nuestra ciencia y tecnología nuclear: la gran tradición de la CNEA, las exportaciones del Invap. Es un ámbito natural para la Argentina y un lugar en el que podemos ser un puente efectivo de unión entre países. En lo personal, con más de 35 años de trabajo en el ámbito de la no proliferación y la diplomacia nuclear, es un desafío que asumo con enorme orgullo y expectativa. Nuestra candidatura cosecha apoyos cada día. De alcanzar la meta, como esperamos, hay muchas áreas en las que el OIEA debe continuar su tarea, como la verificación nuclear, pero también debe acrecentar su aporte en materia de usos pacíficos, las tecnologías de protección de alimentos, técnicas de producción de radioisótopos de uso farmacéutico y medicinal, y mucho más. El lema de la agencia, “Atomos para la paz” es hoy “Atomos para la paz y el desarrollo”, y ese es el desafío y el potencial de esta herramienta formidable que es el OIEA.
(Contexto. En agosto, Donald Trump decidió abandonar el Tratado de Prohibición de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF), luego de intercambiar con Putin acusaciones de incumplimiento por el despliegue de misiles de mediano alcance. Este cruce hace temer que Washington y Moscú no renueven el Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (Start III), que debe renegociarse en 2020).
Además de la elección en el OIEA, que podría convertir al embajador Grossi en el primer latinoamericano en presidir el organismo, en breve también se realizará la Conferencia de Revisión del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), que en sus cincuenta años no ha logrado mayores avances en su objetivo primordial de reducir las armas nucleares en manos de los cinco miembros del Consejo de Seguridad. Además, es cuestionado por la comunidad científica por ser corrompido y boicoteado por los Estados con arsenal nuclear.
—¿Es grave que Estados Unidos y Rusia hayan abandonado el tratado INF?
—Es un hecho de gran impacto porque se trataba de un acuerdo, suscripto en 1987 por Ronald Reagan y Mijail Gorbachov, que en su momento prohibió una categoría entera de armas nucleares.
—¿Podemos hablar de una nueva carrera armamentista entre EE.UU. y Rusia?
—Es prematuro. Los arsenales nucleares en los hechos se han reducido mucho desde los tiempos de la Guerra Fría. Hoy existen aproximadamente unas 7 mil ojivas nucleares en estado operacional entre ambas superpotencias, más las que hay en los otros países poseedores. En los años 70 estábamos por encima de las 30 mil, cifras difíciles de creer. Pero hoy vivimos en un mundo estratégica y tecnológicamente diferente. Lo cuantitativo tiene menos peso que antes, aunque indudablemente lo sigue teniendo. El OIEA como tal no tiene un papel específico en la puja o las tensiones que pudieran existir, pero lo que sí provee es un instrumento eficaz, imparcial y creíble que permite verificar la validez de los compromisos de no proliferación que asumen los Estados.
—Hay también cuestiones regionales, como el programa nuclear de Irán.
—El acuerdo suscripto en 2015 está aún vigente, pero bajo considerable presión. Estados Unidos se retiró en 2018, y hace pocos meses Teherán anunció una serie de medidas que implican el abandono de disposiciones claves del acuerdo en materia de enriquecimiento de uranio, pasando de 3,67 a más de 4,5%, aún lejos del grado militar de 90% pero marcando un aumento. Todo esto configura una situación preocupante. Irán desea obtener los beneficios económicos que imaginó al firmar el acuerdo y el levantamiento de las sanciones que pesan sobre su economía. Y las partes europeas del acuerdo están haciendo esfuerzos para mantenerlo en vigor: hace pocos días el presidente francés, Emmanuel Macron, presentó una propuesta que va en ese sentido. Mantener el acuerdo en vigor depende también de la actitud que adopte Teherán.
—Y también hay mucha tensión con Corea del Norte.
—Es algo mucho más inquietante porque se trata de un país que cuenta con un arsenal importante de armas nucleares. Tras muchos años de impasse, se logró una reunión cumbre en Singapur en 2018 entre Trump y Kim Jong-un. Luego hubo un segundo encuentro en Hanoi hace pocos meses, que parece no haber logrado grandes avances. Sin embargo es importante destacar el hecho de que existe un proceso en marcha que antes no existía. Pyongyang ha cesado de ensayar armas nucleares y hay diálogo.
Diplomacia. El embajador Grassi presidirá el año próximo la Conferencia de Examen del TNP, a la que considera “una cita mayor de la diplomacia multilateral” que puede servir para dar un nuevo impulso al proceso de desarme que, para muchos países, “se encuentra estancado”, por lo que temen estar ante una nueva carrera armamentista. “Fortalecer el tratado será una manera de evitar eso. En las consultas preparatorias estamos haciendo mucho hincapié en la necesidad de acercar posiciones para evitar una degradación de las normas que como el TNP han dado mucho para la estabilidad y la paz”, concluyó el diplomático argentino.