Apuntes para diseñar el próximo ministerio de ciencia

La convocatoria en el Centro Cultural de la Ciencia, en el Polo Científico de Palermo, era más que clara: “MINCYT vuelve” proponía pensar qué hacer si se logra la restitución del rango ministerial para la degradada Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva. Organizada el pasado 16 de octubre por la delegación de ATE en el exMINCYT, allí estuvieron presentes el diputado Roberto Salvarezza, la candidata a senadora Dora Barrancos, la investigadora en Química del CONICET y la UBA Ana Franchi y el secretario de Ciencia y Tecnología de la Universidad Nacional del Oeste, Carlos Gianella.

En el auditorio había cerca de doscientas personas y algunas debieron manternerse paradas debido a que se superó la capacidad del lugar. Entre los asistentes mayormente se encontraban trabajadores del organismo, investigadores, becarios y personal técnico del área de ciencia y tecnología. Muchos de ellos plantearon la necesidad de revertir el atraso salarial, a lo que Barrancos, exintegrante del directorio del CONICET, respondió: “La primera medida será parar el hambre, la restitución de los recursos del CONICET será escalonada”.

Como eje central del encuentro se planteó la necesidad de que tras las elecciones se le restituya el rango de ministerio a la actual Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, relegada por la gestión de Mauricio Macri. También, que se ponga mayor atención a la articulación entre ciencia y sociedad. En ese sentido, Gianella afirmó: “La competitividad no es bajar los salarios, sino incorporar tecnología a la producción. Hay que identificar primero nuestros propios problemas, por lo tanto el ministerio es central para el desarrollo. El conjunto de los requerimientos de la sociedad requieren de conocimiento, la articulación de un ministerio es imprescindible y no siempre se hizo bien”.

Gianella, que también fue presidente de la Comisión de Investigaciones Científicas (CIC) de la provincia de Buenos Aires durante el primer mandato de Daniel Scioli, fue consultado con respecto a qué problemas había encontrado durante su gestión para favorecer la articulación entre ciencia e industria y cómo se solucionarían ahora, a lo que respondió: “Tenemos que buscar la solución de los problemas de manera multidisciplinaria. Eso requiere articular entre distintas áreas del Estado: hay herramientas como el COFECYT, pero me lo negaron durante mucho tiempo y finalmente desarrollamos un programa de formación de centros de servicio en los parques industriales cofinanciado entre la Provincia de Buenos Aires y la Nación. En esta nueva etapa tendríamos que pensar si, por ejemplo el problema del hambre es exclusivo de Desarrollo Social o deberían intervenir diferentes actores. El ministerio de Agricultura con el INTA y el programa Prohuerta es fundamental y hoy está muy desarmado. El INTI puede aportar con probióticos y el Instituto de la Industria Láctea. El problema del hambre también es un problema de articulación, no es solo llevar comida a los comedores”.

En la misma línea sobre la necesidad de lograr mejor articulación, varios de los presentes coincidieron en que será necesario contar con planes de innovación y transferencia en todos los ministerios y elegir grandes problemas a resolver mutidisciplinariamente con un financiamiento muy fuerte. Barrancos afirmó: “Necesitamos generar estudios epidemiológicos en CONICET. Están apareciendo registros gnoseológicos severos. Me sorprende el crecimiento del cáncer en mujeres jóvenes y no sabemos qué está pasando”.

Un problema que se repitió en estos últimos cuatro años fue el de la caída constante del financiamiento para el sector. Salvarezza, ex titular del CONICET, aseguró: “Hay que dar fondos para investigar para no tener que ir a un programa de preguntas y respuestas para conseguir dinero. Se perdieron 1000 millones de dólares de presupuesto de ciencia y tecnología y miles de técnicos e investigadores de todos los organismos de ciencia del país. Ya no se llega a los tres investigadores cada mil personas de la población económicamente activa que había en 2015. El plan 2020 quería llevarlo a 4,6 cada mil, lo que implicaba sumar 20.000 investigadores a organismos como el CONICET, las universidades y el INTA, entre otros. Ahora estamos discutiendo si deben entrar 500 investigadores. Nos corrieron el eje”.

Otro de los puntos sobre los que también se discutió es la necesidad de planes de largo plazo para este sector y que será necesario tener mecanismos para poder lograrlo. Franchi manifestó que “no hay una ley de financiamiento de la ciencia y sería fundamental su existencia para que la ciencia trascienda a un gobierno”. Sobre la necesidad de mejorar la planificación, Gianella se refirió a la modificación que hizo el Gobierno en los cupos para ingreso a carrera de investigador del CONICET y sostuvo que “no se pueden planificar ocho años una carrera y que de pronto digan que no hay lugar, el número de ingresantes se debe cumplir”.

Los presentes acordaron en que hoy el sistema científico nacional se sostiene en buena parte gracias a los esfuerzos personales de una comunidad científica comprometida con su trabajo y sobre la necesidad de un sistema más inclusivo. “Para investigar se necesita líbido”, afirmó Barrancos. Y agregó: “El Gobierno no puede ocultar esa extraordinaria conjunción entre el deseo, la voluntad, la oportunidad y el manifiesto amparo para que haya ese desarrollo científico y tecnológico que resolverá los grandes problemas de la pobreza, la no inclusión y la integración de toda y cualquier criatura. Desde luego las mujeres y las otredades tienen mucho que decir en materia de quehacer científico y tecnológico”. (Por Matías Alonso)

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