Un nuevo gobierno

La Argentina es un país con una historia violenta, de enfrentamientos feroces. Pero que de cuando logró intervalos prolongados de relativa paz. Fue en ellos que nuestro país creció y se transformó (No en todos esos períodos las transformaciones fueron para bien, o para lo que hoy consideramos bien, pero eso es otra historia).

El hecho es que a partir de 1983, después de la violencia, las masacres de la represión clandestina y una guerra perdida, el rechazo por todo eso logró que los argentinos iniciamos una etapa donde los enfrentamientos se manejaron, en general, dentro de las reglas de juego de la democracia. Pero, a pesar de algunos logros importantes, es evidente que no conseguimos una transformación perdurable de nuestra sociedad. Salvo, lamentablemente, en el crecimiento de una pobreza estructural, un sector excluido del empleo digno y los beneficios sociales.

Y ha vuelto a crecer en estos años un enfrentamiento rencoroso entre nosotros, la llamada «grieta». El nuevo gobierno que empieza hoy puede ser -ojalá sea- la oportunidad para detener esta deriva y crear las condiciones para un período de estabilidad y transformación, con más justicia que otros en el pasado. Esto último es una condición necesaria. Nuestras sociedades ya no admiten injusticias sin reaccionar. Los países cercanos son una demostración de esto.

Hay algo que nos ayuda a ser prudentemente optimistas. En AgendAR asumimos el compromiso de no transformar el portal en un vehículo de nuestras identidades políticas personales. Aunque las tenemos, por supuesto. El hecho es que hoy las identidades políticas están, en una porción numerosa de nuestra población, más definidas, y más enfrentadas que hace 15 años, por ejemplo. Una versión actualizada del viejo abismo entre peronistas y antiperonistas

Como sea, nos resulta evidente que el enfrentamiento es en el fondo cultural y de valores, de dos ideas de cómo debería ser nuestro país. Hay frases hechas que en su simpleza los definen bien. Un lado de la «grieta» se llama a sí mismo «nacional y popular». El otro, dice pretender que la Argentina sea como «los países serios» (una versión imaginaria de cómo son en realidad; pero la expresión sirve para describir lo que quieren).

¿Cuál es, entonces, ese indicio positivo que percibimos? Que vemos que una parte de los sectores con poder económico -una pequeña minoría de la sociedad, pero con un peso decisivo en los que desconfían de lo «nacional y popular» y rechazan la intervención del Estado- se han dado cuenta que los intentos para llevar adelante lo que consideran una «modernización» de la sociedad -lo que se dicen a sí mismos, y repiten los grandes medios- que hacen los «países serios», todos ellos han terminado en fracasos.

1955, 1962, 1966, 1976… recetas ligeramente distintas, pero ninguna consiguió estabilizar la economía ni la sociedad. Y nuestro país vio interrumpido a partir de 1976 el nivel de crecimiento bastante aceptable que a pesar de todo había mantenido hasta entonces.

El intento asociado con Menem-Cavallo fue el que más se sostuvo, por la indudable habilidad politica del riojano. Pero terminó con la caída de la Convertibilidad y la crisis más grande que hayamos sufrido los argentinos hasta ahora.

El de Macri fue el más auténtico, en cierto modo. Un gobierno con superabundancia de CEOs y operadores de mercados financieros quiso replicar en Argentina lo que creían funcionaba en los países «desarrollados». Y el fracaso fue rápido y terminante.

No creemos que el otro lado de la «grieta», el 40% que votó a Macri en octubre, lo vea así. Pero los que vieron disminuir el valor de sus empresas o perdieron el valor de sus inversiones especulativas con las devaluaciones…

La relativa tranquilidad con que los mercados financieros reciben el cambio de gobierno: dólar relativamente estable, suba de acciones, descenso del riesgo país, parece indicar una actitud de «esperar y ver».

Esto no garantiza una «luna de miel», por supuesto. Todos los sectores van a defender lo que creen sus intereses, y los más poderosos suelen ser los más beligerantes. Dependerá de la prudencia, habilidad y firmeza del nuevo gobierno como siguen las cosas. Siempre es así.

A. B. F.