Ayer 15 de enero Vladímir Putin ofreció su discurso anual ante el Consejo de la Federación y la Duma Estatal, las dos cámaras de la Asamblea Federal (el Parlamento ruso). En su intervención, además de varias medidas de carácter social, el presidente propuso para discusión una serie de enmiendas constitucionales.
El mandatario subrayó que considera estos cambios «bastante razonables e importantes para el desarrollo de Rusia como un Estado social legal» y propuso celebrar un referéndum sobre el paquete de enmiendas constitucionales propuesto y, «de acuerdo con sus resultados, tomar una decisión final».
Los cambios propuestos son -en lo que se refiere a la estructura del poder político:
- Transferir del presidente al Parlamento la potestad de aprobar las candidaturas del primer ministro y miembros del Gobierno; otorgar al Parlamento el derecho de aprobar, a propuesta del jefe de Gobierno, a todos los viceprimeros ministros y ministros federales. El presidente mantendrá el derecho de destituir al primer ministro, sus viceministros y otros ministros si pierden su confianza o realizan sus funciones de manera incorrecta.
- «Fijar a nivel constitucional los requisitos obligatorios para las personas que ocupan cargos críticos para garantizar la seguridad y la soberanía del país» (dirigentes regionales, parlamentarios, ministros, jefes de organismos federales y jueces). En particular, prohibir la ciudadanía extranjera o el permiso de residencia en el extranjero para estas categorías de funcionarios públicos.
- Y los candidatos a la Presidencia rusa deberán tener una residencia permanente en Rusia durante al menos 25 años y no contar con la ciudadanía o permiso de residencia de un país extranjero.
- Limitar la aplicación del derecho internacional. «Los requisitos del derecho y los tratados internacionales, así como las decisiones de los organismos internacionales, pueden actuar en el territorio de Rusia solo en la medida en que no impliquen restricciones a los derechos y libertades del hombre y el ciudadano, y no contradigan nuestra Constitución», explicó Putin.
Después de los anuncios, el hasta entonces primer ministro -y el hombre más cercano a Putin en las dos décadas de su gobierno- Dmitri Medvédev, anunció que considera apropiado presentar la dimisión del Gobierno con todos sus miembros.
«Estas enmiendas, cuando se adopten, […] supondrán cambios significativos no solo en varios artículos de la Constitución, sino también en el equilibrio del Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial», señaló el primer ministro en funciones, agregando que «en estas condiciones es correcto presentar la renuncia de todos los miembros».
Putin agradeció al Gobierno de Medvédev por su trabajo y en respuesta anunció su intención de crear el cargo de vicepresidente del Consejo de Seguridad y ofrecérselo al primer ministro en funciones.
A continuación, Putin propuso al jefe del servicio tributario, Mijaíl Mishustin, como candidato para encabezar el nuevo Gobierno. «Vladímir Putin sostuvo una reunión de trabajo con Mijaíl Mishustin y lo invitó a asumir el cargo de primer ministro. Con el consentimiento previo, presentó su candidatura […] para la consideración de la Duma Estatal», indicaron desde el servicio de prensa del Kremlin.
La Cámara Baja del Parlamento ruso considerará el nombramiento de Mishustin al puesto este jueves.
Sorpresivos como han sido estos anuncios -y sin pretender conocimiento de las internas en el Kremlin- en AgendAR nos resulta evidente que estas medidas recogen reclamos de la oposición -mayor influencia del Parlamento en los cargos principales del Estado- y, más importante, de la población -incluyen la indexación de las jubilaciones, por ejemplo. Pero, sobre todo, reflejan la afirmación del tradicional nacionalismo ruso y su desconfianza ante toda globalización con sesgo occidental.