El Centro Chino para el Control y la Prevención de Enfermedades (CCDC) ha publicado ayer el detalle de los casos comprobados y de las muertes, distinguiendo edades, género y enfermedades previas.
Se trata del mayor estudio realizado hasta ahora sobre el nuevo coronavirus, basado en los datos de casi 45.000 pacientes. El informe desgrana las principales características del virus y sus consecuencias en diferentes grupos de población.
La Organización Mundial de la Salud ha celebrado la publicación de estos datos, y ha invitado al resto de países a que hagan lo propio. «La información aportada nos ayuda a comprender mejor la franja etaria de las personas afectadas, la gravedad de la enfermedad y la tasa de mortalidad, y permite a la OMS ofrecer a los países asesoramiento adecuado y fundamentado», ha asegurado su portavoz en la última rueda de prensa del organismo.
El informe analiza los casos registrados hasta el 11 de febrero, independientemente de que tuvieran o no síntomas. Sus conclusiones reafirman algunas de las percepciones que ya se tenían sobre el virus. Por ejemplo, que las consecuencias físicas del Covid-19 son, generalmente, leves. De hecho, según las estadísticas publicadas por China, ha sido así en más del 80% de los casos.
«En aproximadamente un 14% de los casos, el virus provoca síntomas graves, como neumonía y disnea. Y aproximadamente un 5% de los pacientes presentan síntomas muy graves, como insuficiencia respiratoria, choque septicémico e insuficiencia multiorgánica. En un 2% de los casos notificados, el virus es mortal y el riesgo se incrementa con la edad», ha resumido el portavoz de la OMS.
La tasa de mortalidad
La tasa media de mortalidad del virus se sitúa en el 2,3%, mientras en Hubei, la provincia más afectada, trepa hasta el 2,9% en comparación con solo el 0,4% en el resto del país.
La evolución diaria del número de muertes muestra su ascenso paulatino, y un salto importante que coincide con el momento en el que China cambió su forma de contabilizar los decesos, incluyendo a aquellas personas a las que se les hubiera diagnosticado clínicamente la enfermedad, aunque no hubiera estado corroborada por los análisis de laboratorio.
Resulta evidente que la mortalidad crece a medida que se escala en las franjas de edad. El mayor porcentaje, casi un 15%, corresponde a las personas de más de 80 años. El riesgo comienza a incrementarse en los pacientes a partir de los 40 años y en el caso de los de más de 60 alcanza el 3,6%. El 8% de los infectados de entre 70 y 79 años murieron a causa de la infección.
La investigación confirma que el coronavirus tiene una incidencia muy baja en niños, algo que la OMS quiere explorar para mejorar su comprensión del Covid-19. La población infantil afectada es ínfima: apenas 416 casos de 0 a 9 años.
La tasa de mortalidad es mayor entre los hombres. Para ellos alcanza el 2,8%, mientras que en el caso de las mujeres llega al 1,7%. Las mujeres suponían hasta el 11 de febrero el 48,6% del total de infectados confirmados: 21.691 pacientes y 370 muertes (el 36% del total), mientras que los hombres sumaron 22.981 casos y 653 fallecidos (el 63,8%).
El verdadero peligro del virus, a juzgar por las estadísticas, es alcanzar a personas con una salud deficiente o patologías previas. La mortalidad se dispara en estos casos. El 10,5% de los pacientes con coronavirus que tenían enfermedades cardiovasculares no sobrevivieron a la infección. Tampoco el 7,3% de los que sufrían diabetes o el 6% de los que tenían un cuadro de hipertensión. En el caso de las enfermedades respiratorias crónicas, han resultado determinantes en la sobrevida de los infectados con este nuevo virus respiratorio: el 7,3% de los casos tuvo un desenlace fatal.
El estudio muestra que los contagios se han ido haciendo menos comunes. Aunque esto podría deberse a la efectividad de las medidas de prevención, los especialistas advierten de que hay que ser cautelosos con las conclusiones, ya que todo podría cambiar cuando terminen las vacaciones extendidas del Año Nuevo, y tanto los estudiantes como los trabajadores vuelvan a sus rutinas habituales.