Un bombardeo aéreo ruso o sirio mató anoche a docenas de soldados turcos en la provincia siria de Idlib. El gobernador de la provincia fronteriza de Hatay, donde un hospital recibía a las víctimas, reconocía a última hora de ayer jueves más de una treintena de muertos. Pero otros observadores dan cifras más abultadas.
El presidente Recep Tayyip Erdogan convocó una reunión de emergencia en Ankara y lo mismo hizo el principal partido de la oposición. A diferencia de otras ocasiones, la circunspección de todos ellos daba cuenta de la gravedad de lo sucedido. Un secretismo que dio pábulo a todo tipo de rumores en las redes sociales, casi de inmediato bloqueadas en Turquía.
Las consecuencias para el desarrollo de la guerra en Siria serán graves. Aunque a medianoche había noticia de por lo menos dos explosiones cerca de Latakia, feudo de Bashar al Asad y cerca de las bases rusas, el objetivo del ataque parece claro: las fuerzas turcas deberían abandonar territorio sirio.
Posiblemente vinculado a esto: anoche un alto funcionario turco advirtió que su país reaccionará abriendo las puertas de Europa a los desplazados ahora retenidos junto a su frontera con Siria.
Horas antes, la televisión del Kremlin informaba de que “los rebeldes y especialistas turcos están usando sistemas antiaéreos portátiles” contra la aviación rusa y siria. Un desafío con pocos precedentes fuera del Afganistán de los ochenta, excepto el inderribo de un caza ruso por la misma fuerza aérea turca, hace cinco años, no lejos de Idlib.
Las fuertes represalias rusas de entonces fueron económicas. Aparentemente no esta vez. Ayer, además, los rebeldes apoyados por Turquía habrían cruzado otra posible línea roja para Vladímir Putin y su aliado Bashar al Asad, al recuperar la localidad de Saraqib, volviendo a cortar así la autopista M5, que une Alepo con Damasco. Esta columna vertebral de la Siria útil hacía pocas semanas que había sido recuperada por el Ejército Sirio, con apoyo aéreo ruso.
Tambíen es necesario tener en cuenta que hoy a medianoche expiraría el ultimátum de Erdogan a Al Asad para que retire sus tropas de la difunta zona de «tregua» de Idlib. Pero a pesar de la pérdida de la estratégica Saraqib, las tropas leales al presidente sirio siguen avanzando en otros frentes.
Por su parte, hace pocas horas Turquía bombardeó la madrugada del viernes posiciones del régimen de Bashar al Assad en represalia.
El enfrentamiento entre Rusia y Turquía en Siria y en Libia, ha sido mantenido bajo control por ambas partes durante meses. Si escala, o si terceras fuerzas intervienen, puede ser más peligroso que el coronavirus. La pregunta que aparece espontánea es ¿que hará el imprevisible Trump?