4 de marzo, el papiloma humano y una app argentina

Una socióloga argentina especializada en salud pública y su equipo diseñan la primera app mundial para mujeres que acaban de recibir diagnóstico positivo para el virus del papiloma humano (VPH), una infección de transmisión sexual que es causa principal del cáncer de cuello uterino. En todo el mundo, el 4 de marzo es el Día de Toma de Conciencia del VPH, para visibilizar los riesgos de este virus oncogénico.
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«El lapso entre este diagnóstico positivo y la posible confirmación de la enfermedad precancerosa se vive con ansiedad, preocupación y angustia -explica Silvina Arrossi, investigadora del Centro de Estudios de Estado y Sociedad (Cedes)/CONICET. Queremos que esta aplicación informe sobre aspectos médicos y emocionales, o cómo resolver problemas concretos, desde encontrar un médico con perspectiva de género hasta espacios comunitarios para dejar a los hijos e ir a la consulta». Para abordar este problema, Arrossi y su equipo recibieron un subsidio de US$ 20.000 de la Sociedad Estadounidense de Oncología Clínica.
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No es la primera vez que Arrossi se ocupa del cáncer de cuello de útero. Luego de vivir en Lyon, Francia, donde trabajó casi ocho años en la Agencia Internacional de Investigaciones sobre Cáncer (IARC), la institución mundial más importante en la prevención de esta enfermedad, volvió al país en 2007 repatriada por el Conicet.
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«Mi tesis de doctorado fue sobre el impacto social y económico que implica atravesar el diagnóstico y tratamiento de esta enfermedad», explica. Poco después de regresar, con la médica citóloga Rosa Laudi, Arrossi comenzó a dirigir el Programa Nacional de Prevención de Cáncer Cervicouterino. A pesar de que se puede prevenir (se detectan células premalignas), cada año se diagnostican 5000 casos y mueren en el país 1800 mujeres.
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«Sensible y autoadministrado»
«Supongamos que la mujer encontró el tiempo, con quién dejar a los hijos, pidió el día en el trabajo, hizo la cola desde las 6 y se hizo el Papanicolaou (PAP) -explica Arrossi-. La dificultad para la prevención comienza acá. El PAP tiene una probabilidad del 40 al 60% de ser falso negativo. Por eso se recomienda con una frecuencia anual, pero el sistema de salud nunca logró incluir a todas las mujeres todos los años.»
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En la última década, se desarrollaron métodos basados en la detección del ADN del VPH, cuya sensibilidad, contrariamente a la del PAP, es muy alta. Basada en esta evidencia y en el hecho de que las mujeres con más difícil acceso a la consulta son las que están más en riesgo, en 2012 se implementó en Jujuy un proyecto que probó que el test de VPH es más eficaz que el PAP en la detección del virus. Las conclusiones se publicaron en la edición Global Health de The Lancet.
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Se capacitó a 700 agentes sanitarios jujeños para que en las visitas a las familias más aisladas ofrecieran un tubo con un cepillito e invitaran a las mujeres a practicarse el tamizaje de VPH. «Sí, el test permite la autotoma -aclara-. Es una toma vaginal, como usar un tampón». Con el proyecto «Evaluación de la modalidad autotoma» (EMA), este equipo halló que las mujeres que habían recibido el cepillito se habían hecho cuatro veces más el test que aquellas citadas para hacerse un PAP en el hospital. Las conclusiones se publicaron en la misma edición de esa revista científica.
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Así, en el marco del Programa Nacional de Prevención de Cáncer Cervicouterino del Instituto Nacional del Cáncer, el test de VPH se extendió a servicios públicos de Neuquén, Misiones, Catamarca, Tucumán, Chaco y Corrientes, y en municipios del conurbano: Florencio Varela, San Martín, Tres de Febrero, La Matanza e Ituzaingó. Bajo la forma de autotoma se provee en Catamarca, Jujuy, Tucumán y La Matanza.
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«Si el test para VPH es positivo, el paso siguiente es un PAP para saber si podría haber una lesión precancerosa. Y aquí vuelven las barreras de acceso a los servicios de salud: la mujer no entiende, no hay turnos, hay paro, no hay con quién dejar a los chicos», enumera Arrossi.
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Este panorama originó dos proyectos basados en el uso de tecnologías digitales. Uno de ellos, «Aplicación de Tecnologías de la Información y Comunicación a la Autotoma» (Atica), consistió en comunicarse mediante SMS con las mujeres que se hicieron la autotoma del test de VPH, y cuenta con el apoyo de la Universidad Deakin de Australia, la Escuela de Salud Pública de Harvard y el Instituto Nacional del Cáncer de los EE.UU.
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Los resultados del Proyecto Atica se publicaron en el Journal of Medical Internet Research y muestran que los SMS informando que estaban listos los resultados «aumentaron más de un 30% la primera visita al centro médico», afirma.
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El próximo paso a investigar es qué le pasa a la mujer cuando el médico le comunica que tiene un virus de transmisión sexual que puede generarle cáncer. «Hace falta mucha información en ese momento -afirma-. De las más de 300.000 apps de salud del mundo, no había ninguna de este tipo. Queremos que sea accesible, basada en evidencia científica, con herramientas interactivas, adaptable a distintas ciudades. Y para saber qué necesidades de información existen, trabajaremos con grupos de mujeres de Ituzaingó. Ellas tendrán la última palabra».
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VIALa Nación