Un «lunes negro» en Argentina y en (casi) todo el mundo

La destrucción de valor -financiero- sigue avanzando, y no parece haber piso. Ayer, lunes 16, las acciones y los bonos soberanos argentinos se desplomaron hasta 35%, al tiempo que el riesgo país superó los 3.500 puntos básicos.

Con bajas generalizadas de dos dígitos, el índice bursátil S&P Merval cayó un 9,7%, a 25.697,51 unidades, luego de marcar un valor mínimo intradiario de 25.400,37 unidades. Las acciones del Grupo Financiero Galicia lideraron los retrocesos, con una pérdida del 17,8%. Al podio rojo se subieron Comercial del Plata (-13,8%); e YPF (-12,7%).

Debido a las fuertes caídas de los últimos días y a que las acciones locales se encuentran cotizando a precios irrisorios, varias empresas anunciaron un programa de recompra de acciones: tal es el caso de TGS ($2.500 millones); BYMA ($100 millones); Valores ($100 millones); y Pampa Energía ($50 millones). Como las inversiones se encuentran paralizadas, las compañías que tienen liquidez recompran acciones para mantener el precio de los papeles.

En Wall Street, por su parte, las acciones argentinas sufrieron peores derrumbes, en algunos casos, superiores al 30%: Corporación América se hundió un 35%; Galicia, un 22,5%; Banco Macro, un 18,6%; Supervielle, 16%; e YPF, un 15,1%. La petrolera argentina tocó un nuevo piso histórico de u$s 3,82, para acumular en lo que va del marzo un derrumbe del 52,2% (en el año pierde 70,3%).

Pero los papeles argentinos no caen solos; sin lugar a dudas, estamos integrados al mundo -financiero-. Las acciones estadounidenses no reaccionaron –a pesar de la rebaja de intereses y las promesas de la Reserva Federal– y sufrieron su mayor caída en un día desde otro lunes negro, en 1987.

El tradicional Promedio Industrial de los EE.UU., el Dow Jones cayó 2.997,1 puntos, un 12,93%, y el índice bursátil S&P 500 perdió 324,89 puntos, un 11,98%. El Nasdaq Composite cayó 970,28 puntos, o un 12,32%. Estos índices ya acumulan en el año caídas del 29%. Los mercados norteamericanos ya perdieron todo lo que habían ganado desde que Donald Trump asumió como presidente.

En el resto del mundo, las bolsas también vuelven a derrumbarse, a pesar de las medidas adoptadas los bancos centrales durante el fin de semana. Las bolsas europeas caían casi un 10 %.

En París, el CAC 40 caía un 9% en los primeros intercambios, igual que Londres (-7,6%) y Fráncfort (-7,8%). En Madrid, el IBEX-35 retrocedía un 10,1% y en Italia el FTSE MIb un 7,6%.

En Asia, las principales bolsas cerraron también con pérdidas, en algunos casos fuertes, como Shanghái (-3,4%), Shenzhen (-4,83%) y Hong Kong (-4,03%).

Para completar este cuadro, el precio del petróleo se derrumbó -otra vez- más de un 9 %. El Brent del Mar del Norte para entrega en mayo valía u$s 30,53 en Londres, 9,81% menos que al cierre del viernes, poco después de haberse desplomado a 30,50 dólares, su nivel más bajo desde febrero de 2016.

La pandemia del COVID-19 es sólo el disparador -nos parece evidente- de una debilidad estructural de la economía global (Que golpea con especial dureza a la Argentina, que viene de 3 años de recesión y carga con una deuda impagable). Nos parece inevitable coincidir con la afirmación en esta nota de Paula Bach: que la recuperación de los mercados después de la crisis de 2008 tenía bases frágiles.

Esa realidad tiene otra cara: como dijimos al comienzo, asistimos a una destrucción -pasajera o no- de valor financiero. De la riqueza irreal -que escandaliza a los moralistas ingenuos- que consiste en papeles, que no tiene relación con la cantidad de bienes reales que se producen en la realidad. El Gran Casino Global, bah.

Más allá de los papeles cuyo valor sube y baja, la clave de la riqueza de las naciones -evocando el título del más clásico de los economistas- reside en su capacidad de producir bienes y colocarlos. La necesidad de nuestro país de resolver sus problemas financieros no debe hacernos olvidar esto.

A. B. F.

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