Las favelas son las áreas urbanas más vulnerables de Brasil frente al riesgo del coronavirus. Se calcula que en todo el país hay unos 12 millones de personas que viven en favelas, en condiciones de hacinamiento, con escasez de agua, sin un sistema de saneamiento ni de recogida de basura, y con un reducido servicio de atención sanitaria. En Belén, una de las mayores ciudades de la Amazonia, la mitad de la población vive en ocupaciones urbanísticas desordenadas, en Salvador de Bahia un tercio y en Río de Janeiro una cuarta parte del total, de acuerdo con el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE).
Si bien estos factores aumentan el riesgo de contagio, ninguna medida ha sido anunciada hasta el momento por el gobierno. El presidente Jair Bolsonaro, en un discurso pronunciado el martes, 24, pidió a toda la población que vuelva a la normalidad, «sin pánico y sin histeria». Instó a las autoridades municipales a que anulasen las medidas de confinamiento, de cierre de comercios y de reducción de transportes públicos. «Creo en Dios, que capacitará a los científicos e investigadores de Brasil y del mundo para encontrar la cura a esta enfermedad», afirmó el presidente, que subrayó la importancia de continuar con las actividades económicas y comparó los síntomas del coronavirus con una «gripecita» o «resfriadito».
Mientras tanto, algunos líderes de grupos de narcotráfico radicados en favelas han tomado la iniciativa de dictar sus propias normas de confinamiento y han decretado un toque de queda diario a partir de las 20 horas. «CV (Comando Vermelho) comunica: Quédense en casa. La cosa se está poniendo seria y hay gente que se lo está tomando en broma. (…) Ahora se van a quedar en casa por las buenas o por las malas. Toque de queda todos los días a partir de las 20 horas. A quien encontremos en la calle va a aprender a respetar», informa el comunicado divulgado por una de las mayores facciones criminales de Brasil y enviado vía WhatsApp a los vecinos de la favela de la Rocinha de Río de Janeiro, la más poblada del país. «Queremos lo mejor para la población.»
Esta es la orden en diversas favelas de toda la ciudad y está siendo transmitida por redes sociales, puerta a puerta, o con los altavoces de los coches.
Paramilitares de milicias que también controlan algunos barrios de ciudades brasileñas se han sumado a la iniciativa y han emitido anuncios parecidos que decretan toque de queda, exceptuando servicios de farmacias, también a las ocho de la noche en Río das Pedras, Muzema y Tijuquinha, barrios de la zona oeste de Río de Janeiro.