Nos sentimos orgullosos en AgendAR de haber aportado un granito de arena al uso de esta elemental precaución que está siendo adoptada paulatinamente, sin que haya obligación legal (por lo menos en nuestro país; en otros, sí es obligatorio). Cubrir la nariz y la boca en el exterior de las casas, o cuando se está en un recinto con extraños, parece una medida de sentido común. Pero hace mucho se sabe que es el menos común de los sentidos…
Hace falta tener claro que no es una salvaguardia completa, ni siquiera muy segura, contra el virus. No elimina la necesidad de lavarse con agua y jabón, inmediatamente después de tocar objetos donde podría haberse depositado, de evitar las aglomeraciones, … Todas las que el gobierno y los medios repiten.
Y tampoco la máscara que se puede comprar, o improvisar en la casa de uno, con tela o con plástico, tiene nada en común con las protecciones que deben usar los médicos y trabajadores de la salud en contacto con infectados.
En realidad, la reluctancia de la OMS al uso del barbijo tiene que ver menos con que crearía una falsa sensación de seguridad -después de lo de Boris Johnson ¿alguien puede sentirse seguro?- que con la necesidad de privilegiar la provisión de mascarillas y barbijos para quienes atienden a los enfermos. Ahí son imprescindibles.
Pero, bueno, ahora hasta el Cirujano General de los EE.UU. enseña en un video como improvisar un barbijo. Lo que queremos destacar es que la idea no tiene nada de novedoso ni original. La foto que ilustra esta nota es de una familia entera, hombres, mujeres, niños y también el gato, usando barbijo durante la pandemia de influenza, la llamada «gripe española» de 1918-20.
¿Alguno de nuestros lectores sabe de dónde es la foto? En AgendAR la rastreamos hasta una publicación polaca, pero allí tampoco indica su origen. Puede ser de los Estados Unidos; durante esa pandemia, en algunos estados era ilegal no usarlo.