AgendAR no puede pretenderse neutral en esta polémica. Desde hace varias semanas hemos recomendado insistentemente el uso de barbijos, de máscaras de tela o plástico para cualquier persona que tenga que salir a la calle o entrar en un recinto donde haya gente que no sea aquella con la que convive en cuarentena.
Pero no somos epidemiólogos -como sí lo es el Dr. Cahn, cuyos conocimientos respetamos y admiramos- ni científicos con formación en disciplinas relevantes. Nuestros argumentos, por eso, estaban basados en el sentido común y en la experiencia de otros países.
En esta nota publicamos la opinión y los argumentos del Dr. Andrés Kreiner, uno de los científicos más prestigiosos de nuestro país, con investigaciones en materias relevantes al tema.
Con preocupación he leído la opinión de un experto como el Dr. Pedro Cahn “La cuarentena va a cambiar de fase”, en el diario Pagina12 del 5 de abril.
Lamentablemente debo manifestar mi descuerdo con estas declaraciones, en las cuales el Dr. Cahn afirma que “…el barbijo es obligatorio para las personas que tienen síntomas, así como también es imprescindible para los trabajadores de la salud que deben atender a menos de un metro y medio de distancia a sus pacientes. Ahora bien, para aquella gente que debe realizar cualquier otro tipo de actividad no tiene ningún sentido. Se humedecen al poco tiempo y en un par de horas dejan de ser efectivos…”. Me resultan opiniones desactualizadas e incompletas. Como cuestión más que evidente, Cahn se olvida, por ejemplo, de mencionar a los portadores asintomáticos, que indudablemente son muchos, lógicamente más activos, y por ello los que más contagian.
Para todas las personas que hemos seguido día a día la literatura especializada y los nuevos desarrollos, estudios y reconocimientos sobre la pandemia es evidente que hay países enteros e instituciones muy prestigiosas (como p. ej. la Academia de Ciencias de los EEUU) que han comenzado a imponer y/o recomendar el uso masivo de barbijos y otros protectores faciales como una manera de mitigar el contagio y por ende la propagación del virus.
Estudios provenientes de los mejores centros del mundo sugieren que inclusive al hablar se emiten microgotas que portan virus que pueden contribuir al contagio. Además de experimentos convincentes realizados, un simple cálculo muestra que una microgota de agua de 1 micrón de diámetro tarda más de una hora en caer 10 centímetros.
En otras palabras el tiempo de residencia en el aire de estas partículas es muy grande. No es suficiente mantener una distancia de un metro y medio (basada en el hecho de que gotas grandes caen al suelo rápidamente). Por ejemplo, si uno está en una cola y alguien esta infectado, al avanzar uno va a respirar el aire con una cierta carga viral y se puede contagiar.
El uso generalizado de protectores faciales es moneda corriente en países como Corea del Sur, que han demostrado tener éxito en su estrategia contra el coronavirus y lo reividican y recomiendan explícitamente.
La propia OMS está revisando su criterio original, basado en el temor de que se agotaran los barbijos para proteger al personal médico y paramédico más expuesto.
Pero esto es un falso dilema. Hemos visto que barbijos y máscaras plásticas muy efectivas se pueden hacer caseramente y la población, en todo el mundo, ya las esta haciendo, poniéndose adelante y superando opiniones como las del Dr. Cahn, sin competir por los protectores de alta seguridad reservados a los trabajadores de la salud más expuestos.
Vemos a las fuerzas de seguridad usar esas protecciones y vemos al personal de supermercados usarlos. Es claro que tienen efectividad, aun cuando no sea absoluta.
Cualquier barrera física de protección bien hecha va a contribuir a disminuir la probabilidad de contagio y a un costo mínimo. Esto es lo que hace falta y es particularmente importante en vista del levantamiento parcial de la cuarentena que se viene (o ya se vino).
El gobierno nacional está manejando esta crisis sanitaria global con un coraje y con aciertos extraordinarios, pese a haber heredado una recesión y una deuda como aquí no se veían desde 2001. Los números lo demuestran sin alharaca. ¡Estamos mejor que el resto de las Américas! Pero cuando se vaya desmontando de a poco la cuarentena, habrá que ir reforzando la protección de millones de argentinos que deberán circular por espacios públicos, cada uno de los cuales debe contar con una máscara lo suficientemente buena como para interceptar la mayor parte de las partículas entrantes y salientes.
Aceptado que los hechos en casa nunca van a ser tan buenos como los N95 profesionales, pero tampoco puede el estado garantizar un N95 a cada ciudadano que se presume sano. Lo que se necesitará a futuro serán millones de protectores caseros lo suficientemente buenos. Pido que el Ministerio de Salud recomiende el uso de estos protectores faciales y dé una guía sencilla de cómo hacerlos y usarlos correctamente.
Andrés J. Kreiner
Investigador Superior en Física Nuclear y Médica
Comisión Nacional de Energía Atómica