En el medio de la cuarentena por la pandemia del Covid-19, enfermedades como el dengue, el sarampión y el chagas se expanden en silencio mediático. Datos y análisis del “perfil epidemiológico” de la Argentina.
Según el último Boletín Epidemiológico de la Nación, publicado el jueves 2 de abril, 7.862 casos de dengue resultaron confirmados y probables en 16 provincias. La enfermedad de chagas cuenta con casi 2 millones de casos y 500 muertes anuales. Desde agosto de 2019, se registra el brote de sarampión más extenso desde la eliminación de la circulación endémica, con 151 casos confirmados.
¿El sistema sanitario está preparado para enfrentarlos? Soledad Santini, directora del Centro Nacional de Diagnóstico e Investigación en Endemoepidemias de la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud “Dr. Carlos Malbrán” dice que la salud como derecho es una “decisión política”. “Hacer o no hacer una planificación estratégica para combatir enfermedades como el dengue o el chagas es una decisión política. Con el coronavirus se dispuso una cuarentena y se cerraron las fronteras. Entonces, si hay decisión política las cosas se pueden hacer. Pero no se ve la misma decisión política para armar una planificación rigurosa con el chagas o el dengue”, opina Santini.
De las 24 provincias, 16 tienen transmisión activa de dengue. Si bien los casos aumentaron durante las primeras semanas de la cuarentena (Ver Dengue: aumentaron los casos durante la cuarentena), es probable que el descenso de las temperaturas baje la incidencia de la propagación del mosquito Aedes aegypti, vector del virus.
Alejandra Rubio, investigadora del grupo Ecología de Enfermedades Transmitidas por Vectores del Instituto de Investigación e Ingeniería Ambiental (3iA) de la UNSAM insiste en la necesidad de eliminar los recipientes que acumulen agua y desmalezar los patios y jardines de las casas. “El Estado tienen que bajar directrices claras y actuar en consecuencia a la par de lo que la gente tiene que hacer. La gente tiene que descacharrizar para no criar el mosquito y prevenirse de las picaduras. Pero lo más importante es que haya una infraestructura de saneamiento y salud que sustente esas acciones”.
En la Ciudad de Buenos Aires los datos muestran que los casos de dengue se concentran en la zona sur, donde se observa un mayor porcentaje de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), mientras que el coronavirus se manifiesta mayormente en la zona norte, donde el NBI sólo alcanza al 2% de la población. “Mucha gente de los barrios del sur de la ciudad tiene que juntar agua para consumir y para lavar y tienen muchos problemas estructurales. Esto demuestra una falta de políticas concretas sobre estos conceptos sanitarios”, argumenta Santini.
La Organización Mundial de la Salud señala que el chagas es una enfermedad frecuente en poblaciones pobres de América Latina y actualmente afecta aproximadamente a 7 millones de personas. “El chagas existe en el continente desde antes que existieran los Estados-nación. Hay una coevolución entre el parásito (Trypanozoma cruzi) y el vector (vinchuca) que hizo que estuvieran presentes siempre en el continente. Tiene una relación muy estrecha con la pobreza extrema”, explica Santini.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS), en su último informe epidemiológico de fines de febrero, registró un total de 20.554 casos de sarampión en el continente durante 2019. La Argentina transita el brote de sarampión más extenso desde la eliminación de la circulación endémica con el registro de 151 casos confirmados, según el Último Boletín Epidemiológico de la Nación.
La OPS —cuyo registro no abarcó el mes de marzo por lo que contó 145 casos en el país— informa que de los casos confirmados, 92 (63%) no estaban vacunados, 14 (10%) estaban vacunados con una dosis y 11 (8%) con dos dosis. En los otros casos 28 (19%) no se obtuvo información sobre antecedentes de vacunación.
Santini explica cómo se compone el perfil epidemiológico de la Argentina: “Tenemos una alta tasa de enfermedades infecciosas que es propia de los países en desarrollo. A su vez, hay mucha incidencia de enfermedades no transmisibles, como el estrés y los accidentes cerebrovasculares, que son propias de países desarrollados”.
Alejandra Rubio confía en que la situación actual de confinamiento por Covid-19, ayude a concientizar a toda la población: “Yo creo que esta situación de emergencia con el coronavirus nos va a dejar una gran enseñanza, porque pone a la salud en el centro de atención y en la agenda de todos los estamentos gubernamentales y de la opinión pública. El Estado somos todos y recién ahora nos estamos dando cuenta”.