Coronavirus: Las cuatro vacunas que han superado las primeras pruebas

Los casos detectados de COVID-19 están aumentando sistemáticamente todos los días en nuestro país. Es posible, hasta probable, que se llegue a una «meseta», como ya ha sucedido antes. Pero nada nos permite asegurar que luego no se suba otro escalón.

Frente a esta situación, el gobierno evalúa volver a la fase más rígida del aislamiento. Un sector de sus críticos dice que es imposible: el deterioro de la economía y el humor de la sociedad no lo permiten. Otro sector afirma que fue un grave error hacer menos rígida la cuarentena, y además que se debería haber impuesto antes.

Hay un factor que vale la pena recordar: las cuarentenas y los testeos no curan a nadie. El aislamiento reduce las posibilidades de contagio incluso de los que no se aíslan, pero no es ni puede ser perfecto. Y aunque todavía hay mucho que no sabemos de esta pandemia, lo que sucede en todos los países muestra que tendremos que convivir con el riesgo hasta que se descubra una vacuna eficaz. O varias. O un combo de las mejores.

Nature, una de las más importantes y prestigiosas revistas científicas, publicó ayer un artículo sobre las cuatro vacunas con mejores chances de eficacia y disponibilidad, si se licencian. Sigue un extracto:

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Los datos que están llegando de los primeros ensayos en humanos de vacunas contra el coronavirus revelaron cuatro candidatas prometedoras. Todas funcionan exponiendo el sistema inmunitario a la proteína «espiga» ( también «Spike protein», y «proteína S»). Es la que usa el virus para anclarse a una célula y tomarla por abordaje con sus genes. El sistema inmune irritado por esta proteína, puede reacciónar contra una infección real en el futuro.

  1. Hay una vacuna de «vector viral», la de la Universidad de Oxford y AstraZeneca en Gran Bretaña. Utiliza un adenovirus modificado genéticamente que causa resfríos en los chimpancés (no en los humanos), y que «expresa» la proteína espiga del coronavirus. (esta vacuna se está ensayando en humanos en Gran Bretaña, Brasil y Sudáfrica).
  2. Un enfoque similar de CanSino Biologics en China, que utiliza en lugar de un adenovirus de chimpances, uno que infecta a los humanos. Está modificado para expresar la proteína espiga. (Esta vacuna se está ensayando en las Fuerzas Armadas de China).
  3. Una vacuna basada en ARN de Pfizer y la compañía alemana BioNTech. Se basa en el ARN mensajero que sintetiza no toda, sino únicamente la parte funcionalmente crítica de la proteína espiga del coronavirus, llamada «dominio de unión al receptor». (Esta vacuna se está ensayando en humanos en Alemania y EE.UU. y en los próximos días en Argentina).
  4. Otra vacuna de ARN de la compañía estadounidense Moderna en colaboración con el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de EE.UU. En lugar de un vector viral, algunas secuencias genéticas incompletas del virus están encapsuladas en liposomas, partículas de grasa, capaces de penetrar los tejidos humanos. Luego estos, siguiendo instrucciones de la secuencia incompleta del ARN viral que los contaminó, producen proteínas irritativas (no sólo la proteína espiga), y el sistema inmune dispara una compleja reacción contra las mismas. (Esta vacuna se está ensayando en humanos en EE.UU.).

Los cuatro fabricantes respectivos anunciaron que sus vacunas provocaron algún tipo de respuesta inmune en las personas, en general similar a la observada en pacientes recuperados, sin efectos secundarios graves.

Los científicos advierten contra elegir un favorito, todavía. «Los datos son tan tempranos y tan preliminares, una cosa que debemos evitar es decir que uno es mejor en esta etapa porque simplemente no lo sabemos», dice el inmunólogo Rafi Ahmed.

¿Qué sigue?: la finalización de los ensayos de fase III, que involucran a decenas de miles de voluntarios sanos y se hacen «a doble ciego»: una rama del experimento recibe vacunas reales contra el SARS CoV-2, y la otra rama es inyectada con alguna otra vacuna como la antineumocóccica, que ayuda a mitigar complicaciones bacterianas en caso de un Covid-19, pero no combate al virus. Ningún participante sabe en cuál de estas ramas quedó, porque son elegidos al azar.

Luego se comparan la resistencia a contraer Covid-19 de ambas ramas del experimento. Si las diferencias a favor de la vacuna anti-SARS CoV-2 son abrumadoras, el comité de ética que supervisa el experimento lo disuelve, y ambas ramas reciben la vacuna. Si las diferencias no son abrumadoras pero hay un efecto inmunoprotector, se tiene al menos una medida cuantificable de la eficacia, e incluso de cuántas dosis se necesitan.

Estos tests de fase III son carísimos, pero revelarán si una vacuna desencadena una respuesta inmune que protege contra COVID-19, un proceso que aún no se conoce bien. Pero además, al ser multitudinarios, expondrán con claridad todo efecto secundario indeseable de las vacunas, es decir su seguridad.

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