La «Pastalinda» se convirtió en un objeto de culto, cuesta $ 16.500 en el sitio oficial pero los comercios piden hasta $ 60.000.
Desde hace 70 años, Pastalinda está en muchos hogares, pero ahora se convirtió en un objeto de culto. Durante esta extensa cuarentena por el Covid-19 que se lleva adelante en la Argentina, triplicó su demanda y agotó el stock. Si bien el precio de venta al público de la máquina de hacer pastas en el canal online oficial es de $16.500 en 18 cuotas sin interés, algunas cadenas de electrodomésticos la venden a $60.000 en 12 cuotas. Por el furor se volverá a vender online.
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Creada por el italiano Augusto Prot en 1950 en la provincia de Buenos Aires, hasta hace poco tiempo fue manejada por su hija María Pía Prot de 87 años, actual directora comercial y su marido Rodolfo Grillitsch de 95 años, director y gerente de producción, infaltables en la fábrica.
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Si bien continúan en el directorio, desde hace cuatro años, Jonathan Romero de 33 años y bisnieto del fundador, se convirtió en el presidente de Pastalinda.
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Augusto Prot era de la ciudad italiana de Sesto San Giovanni, tenía una fábrica que producía máquinas embotelladoras. Tras la Segunda Guerra Mundial decidió en 1948 venir a la Argentina con su mujer, sus tres hijos y sus hermanas. Fundó la primera industria de General Las Heras y hasta tuvo que traer generadores de Italia porque no había electricidad industrial. Comenzó haciendo piezas para terceros y máquinas agrícolas, hasta que como era amante de las pastas en 1950, fabricó la Pastalinda y la patentó.
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Su bisnieto Jonathan Romero, quién hoy dirige la empresa lo recuerda: “Era amante de las pastas por eso quiso inventar una máquina fácil de usar, mejor que todas las que existían. Hizo un prototipo de madera y lo talló con una lima. Quería un producto de calidad, que sea indestructible y lo hizo de fundición de aluminio. No sabía que nombre elegir y una de sus hijas la vio y la bautizó como Pastalinda. Desde que salió fue un éxito, nunca se dio abasto con la producción”.
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En una nota Romero explicó: «Desde hace dos años decidimos volver a exportar, vendemos a Uruguay, Perú, Chile, Paraguay, Canadá y este año, vamos a llegar a Estados Unidos y Brasil. Tenemos demanda de todas partes del mundo y ni alcanzamos a cubrir todo el mercado nacional porque siempre tenemos lista de espera. Decidimos invertir medio millón de dólares más para aumentar la producción y esperamos alcanzar las 7000 máquinas Pastalinda al mes».
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El magnetismo de la Pastalinda es increíble, cuando decidieron hacerla de colores estalló la demanda. Muchos la usan como objeto de decoración dice su actual impulsor.
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