La Conmebol mantiene el 15 de septiembre como la fecha de vuelta de la Copa.
Mientras el testeo en algunos planteles arroja resultados espasmódicos —Liga de Quito, el próximo rival de River, tiene ocho jugadores contagiados—, mientras Sudamérica atraviesa un pico sostenido y los casos de Covid 19 se multiplican día a día, y algunos dirigentes de distintos países piden por lo bajo y por lo alto retrasar la fecha anunciada, la Conmebol parece decidida a forzar la situación y sostener al 15 de septiembre como el día de la vuelta de la Copa Libertadores. The show must go on. El espectáculo debe continuar.
Si bien en la mayoría de los países los entrenamientos se retomaron hace rato y algunos torneos están reiniciados o por reiniciarse, este apuro para reactivar la fase de grupos de la Libertadores está empujado por un motivo poderoso: una presión —a veces explícita, a veces tangencial— encabezada por algunos de los principales sponsors del torneo continental y un gigante que aterrizó en 2019 para cambiar las lógicas de transmisión: Facebook.
La empresa de Mark Zuckerberg está apostando a replicar lo que hizo en Europa con la Champions League. Por eso cerró a fines de 2018 un acuerdo con la Conmebol para quedarse con un lote de partidos y compartir la transmisión junto a Disney (Fox y ESPN) entre 2019 y 2023. El negocio está en una etapa experimental. Al principio recibió críticas, pero la red social logró instalarse entre los consumidores de fútbol de la región: 12.9 millones de usuarios sudamericanos vieron el año pasado la Copa desde la plataforma de videos Facebook Watch. La pandemia de coronavirus interrumpió ese ensayo general.
12.9 MILLONES DE USUARIOS SUDAMERICANOS VIERON LA COPA DESDE LA PLATAFORMA DE VIDEOS FACEBOOK WATCH
En las reuniones de la Conmebol, a pesar de las dudas que deslizan sobre la mesa dirigentes de varios países, el Consejo Directivo siempre pone énfasis en dos palabras: la “voluntad firme” de la Confederación de reactivar el calendario el 15 de septiembre. «Están presionando para que la Copa vuelva y tener alguna previsibilidad de cómo terminará el año», señala un dirigente.
Esa “voluntad firme” es la consecuencia —llevada a la dialéctica— de algunas precisiones pedidas por empresas patrocinantes que a la Conmebol le representarían este año, según anunció el mismo organismo, un ingreso de 35,7 millones de dólares. El potencial es porque a raíz de la pandemia, el organismo del fútbol continental postergó los cobros por sponsoreo. La lista de multinacionales que financian los tres torneos (Libertadores, Sudamericana y Recopa) tiene poder de lobby. Juntas o por separado: Qatar Airways, Amstel, Bridgestone, EA Sports, Santander, Gatorade, Rexona, Betfair y Nike.
Mirar a Europa
“Tenemos el deber de hacer la organización de un torneo del que vive mucha gente. Y pensando que en 2021 hay otro”, le dice un importante dirigente a PERFIL desde Asunción, donde se ubica la sede de la Conmebol. Otro directivo sostiene que el apuro, a pesar de la situación dramática de algunos países como Brasil, Chile o Colombia, se explica por el calendario europeo. “Están tratando de compatibilizar agenda, entre otras cuestiones, por el pase de los jugadores”.
Los clubes argentinos y los bolivianos son los más complicados: en esos dos países todavía no volvieron a entrenarse. Sin embargo, hay equipos de Brasil, Ecuador o Chile que podrían sufrir los problemas propios de los lugares donde se ubican: el virus está generando bajas importantes en sus planteles.
Sin estrategia ni peso político en la Conmebol, la AFA no pudo torcer la decisión del presidente Alejandro Domínguez, que hasta pidió en la cumbre virtual del Mercosur que el fútbol vuelva a jugarse en esta parte del mundo.
La Conmebol dio plazo hasta el 20 de agosto para que los clubes informaran si quieren cambiar de estadio o de ciudad para disputar sus partidos. Fue un asterisco que puede tener dos finales: la posibilidad de jugar toda la Copa en una sede única o una nueva postergación. Lo dejó en claro Gastón Tealdi, vicepresidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol: “Creo que va a ser necesario postergar”. Después de sus declaraciones, que rebotaron por todo el continente, a su casa en Montevideo llovieron los llamados y los mensajes. Todos tenían el mismo prefijo: el 595 de Paraguay.