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El lector de AgendAR ya nos conoce: somos Antúnez, Kreiner y Barceló, profesionales nucleares literalmente “de toda la vida”. Desde este portal venimos abogando para que la próxima central nucleoeléctrica de nuestro país sea una CANDU de uranio natural, agua pesada, y de diseño, tecnología y fabricación argentinas. Pero hay quienes nos dicen que la línea de uranio natural está muerta. Tremenda tragedia: serían 53 años argentinos de investigación, desarrollo e inversión pública y privada, muertos. Sólo que no es verdad.
En una reciente publicación de AgendAR nos salió al cruce el Dr. Alfredo Caro, ex funcionario de la CNEA, egresado del Instituto Balseiro, hombre con una larga e importante trayectoria en el extranjero y años de experiencia como Director de Programas de la National Science Foundation de los Estados Unidos de América. Caro es de una opinión contraria a la nuestra, y propuso abrir un debate público, seguramente enriquecedor.
La argumentación expuesta por Caro se construye desde premisas que hoy pasan por “sentido común” en ciertos sectores. Son fruto del martilleo ideológico de los medios desde hace al menos 44 años, recrudecido durante los años ‘90 y endiosado en los últimos 4 de gobierno macrista. Estas premisas son:
– 1. Que el mundo es un gran mercado donde sólo importan el precio y la calidad.
– 2. Que todas las naciones tienen acceso libre e irrestricto a ese gran mercado globalizado y con idénticas oportunidades.
– 3. Que la energía y los medios para producirla son otra mercancía más.
– 4. Que la participación del Estado en la economía debe limitarse como mucho a su poder de compra. El Dr. Caro –no se egresa del Balseiro en vano- agrega también los desarrollos tecnológicos de ruptura.
– 5. Que toda omisión a estas reglas concluye sin excepción en atraso y subdesarrollo.
Veamos si las cosas son así.
Respecto a las premisas 1 y 2 hay más excepciones que reglas. Existen cárteles internacionales como la OPEP, barreras para arancelarias contra las que choca la carne argentina con excusas sanitarias, o desembozadamente arancelarias como las impuestas por Trump al biodiesel o los limones argentinos, y en el campo tecnológico es todo peor. Están, por ejemplo, las jugarretas diplomáticas que nos impiden venderle aviones Pampa a Bolivia (también a Guatemala, Perú, Uruguay y Alemania), y una larga fila de etcéteras en la que es inútil abundar. El comercio internacional no se rige por reglas caballerescas.
En cuanto a la tercera premisa, la energía no es otra mercancía: es la que genera todas las mercancías. Basta recordar la seguidilla de intervenciones, revoluciones y golpes de estado recientes en África y Medio Oriente, unánimemente crueles y trágicos, todos con olor a petróleo.
Los más viejos recordamos el embargo petrolero de la OPEP en 1973, con sus tremendos impactos económicos, políticos y estratégicos. Fue cuando se quedó sin petróleo y gas que Francia decidió volcarse al átomo y volverse el país más nucleoeléctrico de la Tierra, no porque le resultara más barato [1]. Paradójicamente, al hacerlo se volvió el país de la Unión Europea con electricidad más barata.
Si la energía a secas no es en absoluto una mercancía más, la nuclear está en otra categoría única. Como tiene uso dual (pacífico y bélico), las superpotencias crearon primero el Club de Londres, del cual salió el actual “Nuclear Suppliers Group” (NSG, Grupo de Proveedores Nucleares), supuestamente para evitar la proliferación de armas atómicas. Lo que lograron es limitar la aparición de competidores comerciales en tecnología y servicios nucleares. No es TODO lo que querían, pero sí parte de ello.
Desde que existen el NSG y su antecesor, antes citado, como poderes, 3 países ajenos al Consejo de Seguridad de la ONU construyeron y ensayaron sus propias armas nucleares: la India, Paquistán y Corea del Norte. Se puede añadir Sudáfrica, que “recalculó” y se deshizo de todas sus bombas tras firmar el Tratado de No Proliferación, o TNP, amén de otro país con un arsenal imponente y que parece aumentar, si bien no lo admite ni lo niega: Israel.
El tema de la proliferación nuclear que el Dr. Caro menciona ha sido una herramienta habitual de la política exterior norteamericana. Por supuesto, no tiene asidero para ser aplicado a un país como el nuestro, firmante de todos los tratados antiarmamento nuclear y pionero en el establecimiento de un mecanismo de control recíproco con nuestro vecino Brasil. Aun así, la excusa de la proliferación fue, sigue y seguirá siendo el gran argumento diplomático para atacar y limitar nuestros desarrollos tecnológicos autónomos en el terreno nuclear comercial.
El aseguramiento en la provisión de energía es una obsesión de cualquier país, no necesariamente periférico. Incluso en Estados Unidos, como dijimos en el documento del Instituto de Energía Scalabrini Ortiz, en junio pasado [2] el ex presidente George W. Bush indica, en 1989 su preocupación por los “proveedores potencialmente poco confiables”.
También fue obsesión la del Gral. Enrique Mosconi cuando fundó YPF en 1922 para romper el monopolio de Inglaterra y los EEUU sobre el petróleo argentino. Y la misma obsesión tuvieron los profesionales de la CNEA, liderados por Jorge Sábato, cuando decidieron tener centrales nucleoeléctricas de uranio natural. Nunca se priorizó el precio, sino la seguridad del suministro. Con uranio natural, ninguna potencia con la que tengamos algún diferendo puede dejarnos en apagón, así de simple.
La historia justifica asegurarse la energía como idea fija. Las pérdidas económicas de los países golpeados por boicots o embargos energéticos son de calamidad. El embargo petrolero dispuesto por la OPEP contra los EEUU en 1973 produjo en ese país una inflación sólo comparable a la causada por las dos guerras mundiales, pero de una duración mayor [3].
Más recientemente, estimaciones semioficiales de Sudáfrica indican que la larga crisis local de capacidad de generación eléctrica ya sumó pérdidas de U$ 19.000 millones en 10 años. Sólo en 2019, Sudáfrica perdió entre U$ 3.400 y 6.800 millones por esta causa. [4].
En suma, que la energía no es una mercancía más en el mercado y, por ello su costo no es el principal factor a tener en cuenta, como afirma el Dr. Caro. Lo principal es la seguridad del suministro. El costo es importante, pero viene inmediatamente después, en plano de igualdad con la evaluación del impacto ambiental.
Finalmente, respecto a las premisas 4 y 5, que recomendarían la prescindencia de los estados en tecnología energética nuclear, basta ver las políticas de rescate de Alemania y Francia respecto de las empresas privadas que consideran estratégicas. En 2017, Électricité de France (EDF) compró el 75% de AREVA [6].
La presencia del estado no es “per se” una causa de subdesarrollo. Es todo lo contrario en demasiados casos. Todos los países, especialmente los desarrollados, recurren a sus Estados cuando entran en crisis sus empresas estratégicas. Y en los países más pobres, la ausencia del estado en asuntos energéticos es causa de catástrofes y luego de falta de recursos fundamentales para salir de ellas.
Quizá se encuadre en la confusión causada por estas premisas la curiosa afirmación que hace el Dr. Caro sobre nosotros: dice que queremos que la Argentina compre a China una central CANDU. No es nada menor su error de percepción: lo que afirmamos en todos nuestros trabajos es que queremos que la Argentina haga por sí misma una central CANDU.
¿Por qué? Porque la industria nacional está capacitada para fabricar todas las partes específicamente nucleares, y Nucleoeléctrica Argentina SA (NA-SA) puede actuar como arquitecto e ingeniero del proyecto. ¿De dónde sacamos esta afirmación? Con la terminación de Atucha II y la extensión de vida de Embalse, la industria nacional y NA-SA no tienen que demostrar nada a nadie.
La confusión de Caro pasa por pensar que el rol del Estado en el desarrollo tecnológico consiste, a lo sumo, en producir desarrollos disruptivos y originales, como la central nuclear compacta CAREM. De haber adoptado este enfoque, China sería hoy un país subdesarrollado con una miríada de proyectitos tecnológicos quizás destinados a un gran futuro, pero imposibles de pagar con un PBI minúsculo forzado a sostener como sea a una población y un territorio gigantes.
En realidad, en China, el estado exigió transferencias de tecnología a todo otro país deseoso de operar o vender cosas de complejidad en el mercado local. Luego absorbió esas tecnologías, las mejoró, y hoy sale al mundo con productos de calidad y de indudable adelanto. Deberíamos estar haciendo eso. Pero para ello, antes debemos contestar una pregunta.
¿LA TECNOLOGÍA CANDU ESTÁ MUERTA?
Central nuclear Embalse, Córdoba, una CANDU 6
El Dr. Caro parece poner en duda la viabilidad económica (por costo) de la generación nucleoeléctrica en general, pero de la CANDU en particular. Nos ocuparemos sucesivamente de ambas cuestiones.
En el último informe (actualizado a marzo 2020) sobre la economía de la energía nuclear, “Economics of Nuclear Power” de la World Nuclear Association[7] se muestra cómo la energía nuclear se mide contra otras fuentes de generación eléctrica. La comparación involucra a una serie de países (Francia, Corea del Sur, Reino Unido, EEUU y varios otros) y diversas fuentes: carbón, nuclear, gas, eólica onshore y offshore y solar fotovoltaica.
El informe toma como métrica el costo nivelado de la energía (LCOE, Levelized Cost of Energy) a lo largo de toda la vida útil de las centrales y revela que la nuclear aventaja a casi todas las demás. Su costo es inferior para tasas de descuento menores o iguales al 7% anual y en muchos casos aún para tasas mayores.
También señala ese informe que los costos sistémicos de las fuentes renovables son enormes, aunque raramente se habla de ellos. En general implican la construcción de una infraestructura de transmisión muy costosa para llevar la electricidad desde fuentes dispersas a las grandes ciudades. Y para asegurar que la provisión eléctrica sea confiable, esas fuentes intermitentes y/o impredecibles (el sol, el viento), que además tienen factores de carga muy bajos, deben asegurarse generación de respaldo disponible 24x7x365, es decir respaldarse en generación de base.
Estos costos sistémicos se suman a los de construcción y operación, pero los paga directamente el consumidor, o el contribuyente a través del estado. Los costos sistémicos son tan pesados como los de generación, pero en general se los omite a la hora de comparar cuánto cuestan realmente los MWh nucleares contra los de centrales tan dispersas, intermitentes y/o impredecibles.
Toda nueva central añadida a una red la cambia, y añade costos. En el caso nuclear, estos añadidos son poco significativos, si se los compara con los de integración de una red dispersa y llena de renovables. No estamos tratando de convencer de ello al Dr. Caro. El sabe estas cosas de sobra. Pero queremos eliminarlas de la argumentación para desbrozar el campo de debate, que debe abarcar a los decisores políticos.
Tampoco es correcta la afirmación del Dr. Caro sobre que la tecnología CANDU no haya evolucionado. CANDU Energy hoy es una empresa privada y relativamente pequeña del grupo de ingeniería Lavalin, pero también es heredera de la tradición tecnológica de la extinta AECL estatal. Hace poco CANDU Energy firmó un contrato con China para colaborar en la implementación de dos AHWR (Advanced Heavy Water Reactor). China los usará como post-quemadores para seguir sacando electricidad de los combustibles gastados que se extraen de sus reactores convencionales PWR de uranio enriquecido.
El AHWR es un reactor de generación III de 700 MW. Cumple con los últimos estándares y requerimientos internacionales en materia de seguridad, los llamados “Post Fukushima”. Incluye nuevos y mejorados sistemas activos y pasivos de seguridad junto con un diseño estandardizado para reducir los costos de mantenimiento y de capital [9].
La antigüedad de una tecnología no es sinónimo de su obsolescencia. Para el caso, la tecnología base PWR de la central Hualong-1 que le compraríamos a la China National Nuclear Corporation (CNNC) es bastante más vieja que la CANDU, y sigue siendo una vía excelente y segura de generación de energía eléctrica… al menos para quienes producen uranio enriquecido.
Eso sí, puede ser inconveniente para quienes no tienen enriquecimiento doméstico, ya que el abastecimiento es externo y depende de decisiones diplomáticas de terceros. Dicho de otro modo: si hay desacuerdos fuertes con China por temas de pesca pirata en la Zona Económica Exclusiva de Argentina, o por patentes de semillas transgénicas o porque nos atrasamos en un pago de deudas, alguien en Beijing puede dejar sin combustible a una central de 1065 MWe y cortarle la luz a casi todo el AMBA. Y si los demás proveedores de uranio enriquecido (EEUU y la UE) respaldan esa postura china, ese apagón en el área más poblada e industrializada de la Argentina puede durar y costar más que la insuficiencia eléctrica crónica que aqueja a Sudáfrica.
Nuevamente, para Argentina antes debería estar la seguridad operativa y la de suministro y luego los costos. Pero hablando de costos, van algunos números comparativos entre las opciones CANDU y Hualong-1, con los que tenemos otro desacuerdo con el Dr. Caro. Usaremos los empleados en un informe de una comisión argentina de expertos en centrales formada en 2016 para opinar sobre estas dos opciones.
El CANDU estaba estimado en U$ 5.672 M con una potencia neta de 685 MWe mientras que el Hualong-1, con 1065 MWe, se reportaba en U$ 8.042 M. Hoy después de más de 4 años de negociaciones se habla de U$ 7.900 M para la Hualong-1,aunque sin ponerle valor a la supuesta transferencia de tecnología, y sin mencionar tampoco que el proveedor quiere algunos cientos de M U$ más por transferirnos la tecnología de los elementos combustibles, algo por lo cual la CNEA jamás pagó un centavo, como dijo repetidamente desde AgendAR el Dr. Carlos Aráoz. Como sea, la cifra que da el Dr. Caro, U$7.500 M, nunca estuvo en ninguna mesa de discusión.
Tomando en cuenta un factor de carga para la CANDU de 0.91 y un factor de carga promedio para los PWR en China de 0.87, tenemos un costo de inversión por kWe de U$ 9.099 para CANDU y U$ 8.680 para Hualong. Dadas las incertezas en estas cifras, no hay diferencias significativas entre las dos centrales desde el punto de vista del costo de inversión unitario.
Si la energía nuclear no fuese competitiva contra las fuentes térmicas o las renovables, algo que al Dr. Caro le produce dudas, no lo sería para ambos tipos de reactores, sin importar si se trata de un CANDU argentino o de un PWR chino como el Hualong-1.
Pero a sumar, está el hecho de que el uranio enriquecido es significativamente más caro que el natural. Con ese agravante innegable e innegociable: el uranio enriquecido lo tenemos que comprar en el exterior si quieren vendérnoslo, el uranio natural lo producimos nosotros.
El gasto en combustible por año para la CANDU es de 23.6 M U$ (con 3.93 U$/MWh). El valor que para la Hualong cita el Dr. Caro es de U$ 7.45/MWh [8]. Nosotros tenemos un valor medio mundial de U$ 7.67/MWh, no es una gran diferencia.
Pero para igual cantidad de energía anual producida que una CANDU, una Hualong-1 estaría gastando U$ 46 M, poco menos que el doble. En 30 años, eso sumaría una diferencia de U$ 673 M favorable para una CANDU. Pero dado que ambas centrales deben durar al menos 60 años, el ahorro con la CANDU a tan largo plazo parece mucho mayor. Sólo que nos resulta un poco aventurado estimar los costos comparativos de uno y otro combustible en, digamos, el año 2080.
Sin embargo, la diferencia fundamental, de lejos, entre las dos opciones es que la central CANDU tal como nosotros la proponemos puede ser hecha en nuestro país, en pesos, hasta en un 70% o más. Esto es alrededor de U$ 4.000 M pagaderos en pesos, derramados para revitalizar la industria nacional.
CANDU genera trabajo argentino de calidad, moviliza el mercado interno, especialmente a muchas PyMES avanzadas de ingeniería, montaje, metalúrgicas, metalmecánicas, electromecánicas, electrónicas e informáticas que se prepararon con la terminación de Atucha II y luego con el proyecto de extensión de vida de Embalse.
Estas empresas ya se calificaron con estándares internacionales de calidad nuclear. Darles una obra como Atucha III CANDU sustituiría exportaciones y minimizaría la erogación en divisas que no tenemos. Nada de esto sucedería con una central Hualong-1 “llave en mano”, asunto en el cual la industria argentina quedaría de mirona, con una participación mínima y simbólica.
Comprar “llave en mano” una Hualong-1 es exportar trabajo de calidad a China. Y aquí no sobra.
La tecnología CANDU aquí no está muerta. Veamos cómo sigue –si sigue- en el mundo.
¿EL MERCADO PARA LOS REACTORES CANDU HA DESAPARECIDO?
Complejo de 2 centrales nucleares CANDU en Fuqing, China
Señala el Dr. Caro en su artículo que el mercado para reactores CANDU desapareció. Una revisión de proyectos CANDU en danza hoy nos obliga a revisar algunas cifras indicadas por nuestro colega.
India acaba de inaugurar una unidad CANDU, tiene tres en construcción avanzada y diez planificadas. China tiene planificadas esas dos nuevas unidades CANDU para quemar combustibles usados descargados de su impresionante flota de PWRs [9].
Esto hace un total de 16 unidades CANDU que, con su vida útil de 60 años han de llegar funcionando a fines de este siglo, sin contar las anteriores a las cuales se les va a extender la vida en los años venideros, como ya se hizo con Embalse, en Córdoba. Este es el mercado de unidades CANDU vigente al momento en el mundo. Si eso es estar muerto…
El criterio del Dr. Caro es descartar de lo que él denomina mercado a las unidades nuevas que cada país instale en su propio territorio. Es decir que Caro considera que el mercado lo forman únicamente aquellas centrales destinadas a ser exportadas a terceros países. Pero además esos países receptores deben tener una economía de mercado y un gobierno democrático pluripartidario, criterio algo atravesado con la mirada economicista del propio Caro, y que no compartimos.
Justamente, nuestra propuesta es hacer una máquina CANDU nueva para nuestro mercado doméstico, y utilizar para ello la tecnología que es de nuestra propiedad en virtud de los acuerdos de transferencia suscriptos cuando se construyó Embalse. Esos documentos nos permiten utilizar la tecnología CANDU para construir centrales nuevas sin limitaciones dentro del territorio nacional.
Concretamente, la planificación original era la construcción de 6 centrales más como Embalse. Y para abastecerlas de combustible se fundó y equipó CONUAR, “joint venture” con fábrica en Ezeiza de la CNEA con el grupo Pérez Companc, y para dotarlas de agua pesada, se construyó la imponente PIAP (Planta Industrial de Agua Pesada) en Arroyito, Neuquén. Estamos hablando de muchas décadas de investigación, inversión y desarrollo propios, que resultaron en una capacidad productiva instalada importante. ¿Ahora tenemos que tirarla a la basura?
Por último, citamos parte de un artículo escrito por el Dr. Caro en febrero de 2016[10]
”De lo dicho parece razonable concluir que la construcción de una cuarta central (CANDU) podría hacerse a valores internacionalmente competitivos, contando con una gran participación de la industria nacional, a la que se potenciaría. La decisión de construir la cuarta central hoy debería resultar de un análisis comparativo con las alternativas basadas en la generación con combustibles fósiles, incluidos sus costos económicos y pasivos ambientales, de la urgencia de resolver la crisis energética, y también del interés estratégico en desarrollar capacidad industrial nuclear. Mientras esto no se resuelva parece prematuro hablar de una quinta central y más prematuro aún hablar de una central llave-en-mano y con tecnología diferente a la usada hasta ahora….”.
Cabe preguntarle al Dr. Caro, cuya opinión hoy es tan diametralmente opuesta: ¿Qué cambió tanto en 4 años para que la opción CANDU deba hoy ser descartada?
Dr. Caro: el mercado mundial para los reactores CANDU no ha desaparecido. China y la India tampoco desaparecieron. Es más: en una década, la India podría ser la tercera economía mundial.
LA PLANTA DE AGUA PESADA
Planta Industrial de Agua Pesada, Arroyito, Neuquén
El Dr. Caro ha objetado nuestra defensa de la PIAP como posible fuente de agua pesada destinada a las futuras plantas de fusión nuclear, todavía lejos de su madurez técnica y comercial. Pero el sueño de la fusión sigue vigente: promete una fuente de energía tal vez inagotable, aparentemente segura y quizás de bajo impacto ambiental.
Pero la PIAP no la queremos para alimentar sueños sino para hacer funcionar realidades, como las Atuchas 1 y 2, además de Embalse. Y más allá de ellas, está el mercado mundial de centrales CANDU, fogoneado hoy por la India y China. Necesitan agua pesada. Y la PIAP, que se diseñó para 6 CANDU, hoy todavía es la mayor fábrica del mundo.
Señalamos con claridad que la PIAP es a nuestro parque de uranio natural lo que cualquier planta grande de enriquecimiento de uranio es a las PWR de todo el mundo: un atributo esencial para la autosuficiencia soberana en electricidad.
Reiteramos que se debe recuperar la PIAP, que sufre aún las consecuencias del intento del gobierno anterior de destruirla por abandono. Es esencial para la continuidad de nuestras centrales. Pero además creemos que la India, con su flota de 17 CANDU en funcionamiento, sus 3 centrales en construcción y otras 10 aprobadas, puede ser un gran mercado adicional para la producción de esa enorme planta en la estepa neuquina.
De las 8 plantas de producción de agua pesada que menciona el Dr. Caro en la India hay sólo 4 operativas. Tienen una producción marginal, si se trata de cubrir la demanda del imponente programa de construcción de CANDU en marcha en ese país, el 2do gigante asiático [11].
Y acá parece necesaria una nueva aclaración: En efecto, la India, como la Argentina, se propuso ser autosuficiente en materia nucleoeléctrica. Y lo consiguió cuando nacionalizó su propio diseño CANDU, que ha ido mejorando en potencia y calidad: llegó a los 700 MW por planta. La India tiene, sin embargo, un techo bajo para suministrarles agua pesada.
No es inevitable pero sí probable que podamos ser los proveedores, del mismo modo que la India puede ser un respaldo confiable para nuestra industria nuclear. De hecho, la complementariedad ya es real, EXISTE. La industria argentina –concretamente, CONUAR- está exportando componentes para la línea CANDU en India. Y para tranquilidad del Dr. Caro, le aseguramos que la India es una democracia pluripartidaria.
Concordamos con el Dr. Caro en que las centrales de fusión, que hemos mencionado como posible mercado futuro, hoy no existen. En 1945 tampoco existían las plantas nucleoeléctricas de fisión… pero en 1951 se construyó la primera, el reactor EBR en EEUU. Hoy son 440 operativas, hay 50 en construcción, y centenares en estudio.
Para hacer funcionar el mayor prototipo de reactor de fusión tipo Tokamak del mundo, el ITER, en Francia, se va a necesitar deuterio y tritio. El agua pesada, se sabe, en lugar de un átomo de oxígeno y dos hidrógenos, está compuesta por un oxígeno y dos de deuterio, un isótopo del hidrógeno con un neutrón extra. Eso la hace, efectivamente, algo más pesada que el agua común. Y muy cara, porque no se puede fabricar deuterio: hay que purificar el existente en la naturaleza, que es primordial (se formó en los orígenes del Universo) y por ende, muy raro.
Eso explica que una instalación imponente como la PIAP, que hasta 2015 empleaba a 640 personas, puede llegar a producir sólo 200 toneladas/año de agua pesada, un compuesto químico con deuterio, pero a condición de gozar de un estado de mantenimiento y una planificación de trabajo impecables. Rara vez gozó de ello. La PIAP ha tenido demasiados enemigos externos que generaron no pocos enemigos internos.
Creemos que la estimación de los requerimientos de agua pesada de una central de fusión que hace el Dr. Caro está subestimada en un factor de 5. En nuestro cálculo, se necesitarían 1.5 toneladas de agua pesada por año para una central de fusión de 800 MWe.
Está claro que si esta impresionante aventura internacional que es el ITER desemboca en una tecnología madura y capaz de despliegue comercial, serán muchas las centrales de fusión y con ellas, habrá un mercado extra de agua pesada. En tal caso, serán necesarias muchas PIAPs. Los nucleares estamos obligados a planificar en décadas, que es lo que reclama el Dr. Caro. Como suele escribir Abel Fernández, el editor de este portal, “el que viva lo verá”.
Algunas palabras sobre el tritio. A diferencia del deuterio, que se dejó de generar muy poco después del Big Bang, el tritio se genera en nuestras centrales de agua pesada por captura de un neutrón en el deuterio. Coincidimos con Caro en que hay también otros métodos de producción de tritio: los propios reactores de agua pesada que de hecho estamos explorando. Pero no profundizaremos aquí para no desviarnos demasiado.
El tritio es un elemento radioactivo que decae con un semiperíodo de 12 años en helio3, y lo hace emitiendo un electrón de muy baja energía que puede ser atajado fácilmente con blindajes muy simples. Este tritio puede usarse directamente con el deuterio (algo que Caro objeta) para formar la mezcla que va a producir energía en ciertas plantas de fusión.
Por ejemplo, en las pequeñas gotas de deuterio-tritio que hacen de “targets” en un reactor muy distinto del ITER, el de fusión por confinamiento inercial, concretamente el National Ignition Facility (NIF) del Lawrence Livermore National Lab, EEUU. Ahí hay un mercado posible para el tritio producido por nuestras centrales CANDU.
El Dr. Caro afirma, en cambio, que el tritio es una molestia pero que se puede ventear a la atmósfera de manera de no dañar el medio ambiente. Nosotros afirmamos que ventear el tritio es tirar plata a la basura. Los canadienses lo recuperan: más allá de que el NIF de los EEUU desemboque alguna vez en tecnología de madurez comercial, el tritio tiene un mercado asegurado hoy. Y paga fortunas.
El tritio decae espontáneamente en helio3, un isótopo útil del helio, rarísimo en la corteza terrestre (y por ello de un costo lunático: U$ 21.000 por gramo, ¡y subiendo!). Se lo usa en diagnóstico por imágenes: revolucionó las técnicas de resonancia magnética en afecciones pulmonares.
Sumando aplicaciones presentes y futuras, sería bastante bobo que la Argentina, con apenas un par de firmas desaprensivas, renuncie de golpe a una inmensa instalación capaz de proveer deuterio estable en forma de agua pesada, como la PIAP, y a centrales nucleares que, además de electricidad barata, tienen la gentileza de producir tritio. No es la única gentileza: las CANDU producen también cobalto60, insumo crítico en terapia radiante con rayos gamma. Tenemos producción propia de fuentes de este material, y además las exportamos.
Y no es cierto que la India sea nuestro único mercado de exportación de agua pesada. Los reactores modernos de investigación, como el RA-10, o las plantas de ese tipo que diseña y exporta INVAP, tienen un tanque de agua pesada con varias toneladas de ese líquido, cuyo precio mundial anda por lo bajo en U$ 700.000 la tonelada.
Dentro de ese tanque el alto flujo neutrónico permite producir radioisótopos de uso médico y materializar otras importantes aplicaciones industriales. Esos reactores de INVAP, como los vendidos a Australia. Arabia Saudita y Holanda, que son la principal y más impactante exportación de alta tecnología argentina, requieren de agua pesada. Si cerramos la PIAP, deberemos importarla, y costará más que nuestro precio de venta. Y eso porque la salida de esa instalación tan grande encarecerá el costo del crítico líquido en todo el planeta.
La continuidad de la PIAP es esencial en muchos frentes.
EL CAREM
El CAREM, en Lima, al lado de las Atuchas, obra abandonada desde 2019
El CAREM es mencionado por el Dr. Caro como una víctima probable de un CANDU. En sus palabras, quedaría afectado en su financiación por “la compra del reactor chino CANDU”.
Como señalamos más arriba, nada más lejano a nuestra propuesta que comprarle una CANDU a China. Lo pactado en 2014 entre NA-SA y la CNNC, es decir entre dos gobiernos nacionales, era que a condición de que Argentina comprara una central Hwalong-1, la CNNC nos financiaba el 80% de una CANDU que sería en un 70% argentina, y de la cual China proveería sólo algo que aquí jamás se fabricó: el turbogrupo.
Respecto del CAREM, somos partidarios fundacionales. Hay que terminar de una vez el prototipo experimental de 32 MW, cuya construcción en Lima, al lado de las Atuchas, descarriló y luego paralizó la administración nuclear macrista. Tenemos que mostrar el CAREM prototipo al mundo mientras validamos con esa máquina el diseño del CAREM comercial futuro, hecho de módulos de 120 MWe. Y mientras lo validamos, hacemos marketing, como ya hace desde 2017 el consorcio NuScale en EEUU, aunque no tienen nada en construcción.
Toda central nuclear -y el CAREM no es una excepción- es un eslabón de su ciclo de combustible y el CAREM utilizará uranio enriquecido para su funcionamiento.
Por eso también consideramos indispensable continuar y llevar a término las investigaciones necesarias para ser eventualmente autosuficientes en el proceso de enriquecimiento. Eso significa modernizar y ampliar las capacidades de la planta de demostración tecnológica de Pilcaniyeu, provincia de Río Negro. Concretamente, hacer el salto tecnológico de una instalación “sesentista” (de difusión gaseosa) al estándar industrial de hoy (de ultracentrífugas).
Ser autosuficientes no significa producir todo el uranio enriquecido necesario para un programa CAREM comercial en despliegue. No hace falta invertir tanto. Alcanza con adquirir la capacidad tecnológica de hacerlo, es decir tener una línea de ultracentrífugas argentinas aunque no lleguen a alimentar siquiera del CAREM prototipo de 32 MW. Como nos sucedió con Pilcaniyeu, una pequeña planta “de demostración” viable puede vacunar a los proveedores mundiales de uranio enriquecido contra toda idea de volver a hacernos un boicot.
No podemos olvidarnos de que Pilcaniyeu se construyó después de que EEUU, en 1981 y para disciplinar a la CNEA (ésta se había atrevido a venderle un reactor nuclear a Perú), nos decretara el desabastecimiento de uranio enriquecido. Sin la construcción de Pilcaniyeu, que se reveló al mundo en diciembre de 1983, jamás habríamos conseguido el uranio enriquecido al 20% que usan los reactores como nuestros RA domésticos, y los que exporta INVAP. Nos lo venden para que no tengamos que modernizar o expandir Pilcaniyeu.
Hasta ahora, los EEUU, la UE y Rusia nos abastecen sin chistar. Pero lanzar el CAREM comercial sin siquiera una actualización tecnológica de Pilcaniyeu como respaldo, es exponerse a nuevos maltratos. Los EEUU, la UE, Rusia y China también tienen sus propios reactores modulares. Y dado que el proyecto CAREM tiene un 60% de avance, es viable, e INVAP nos dio el perfil de exportadores nucleares respetados, somos competencia peligrosa por todo ello.
El prototipo del CAREM debe terminarse, ensayarse y validarse para considerar su producción a escala comercial. Pero para ello hay que dominar también la tecnología de enriquecimiento por centrífugas e incluso otras más avanzadas, como el láser, al menos en etapa pre-industrial.
Las opiniones que hemos vertido en este trabajo están basadas en nuestra mirada informada “in situ” de las capacidades y necesidades nacionales, así como de la situación del mundo. Pero por sobre, están libres de espejismos culturales.
Saludamos a la Redacción de AgendAR muy atentamente,
Dr. Andrés Kreiner, Dr. Gabriel Barceló *, Ing. José Luis Antúnez
- El Dr. Barceló aclara que firma como integrante del Instituto de Energía Scalabrini Ortiz.
Dr. Andrés Kreiner
Dr. Gabriel Barceló
Ing. José Luis Antúnez
REFERENCIAS
[1]: Electricité de France Company HistoryElectricité de France, accedido 11 Abril 2011
[3]: www.federalreserve.gov/monetarypolicy/historical-approaches-to-monetary-policy.htm
[4]: www.opml.co.uk/blog/south-africa-s-crippling-electricity-problem
[5]: www.nytimes.com/2020/06/17/business/european-union-china-deals.html
[7]: www.world-nuclear.org/information-library/economic-aspects/economics-of-nuclear-power.aspx
[8]: sites.google.com/view/alfredo-caro-notas/home
[9]:www.snclavalin.com/en/media/trade-releases/2019/02-12-2019
[10]: Análisis y propuestas para la actividad nuclear en Argentina, Alfredo Caro, 11/02/2016.
[11]: www.nti.org/learn/countries/india/facilities/ ; www.hwb.gov.in/