Compartimos este duro análisis de Guillermo Siro, Presidente de la Confederación Económica de la Provincia de Buenos Aires, CEPBA:
«La pandemia ha generado en el país y en el mundo un antes y un después en las lógicas de producción, la logística de comercialización y hasta del consumo.
Los protocolos dispuestos para el cumplimiento del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO), que incorpora costos como el transporte de personal o impone disponer de más superficies para producción y distintas actividades, obliga a pensar sí o sí en una etapa de “nueva normalidad” que ya está entre nosotros.
En buen romance, esto significa que en un taller de producción donde trabajaban doce operarios, tal vez sólo puedan hacerlo cuatro. En un restaurant el personal gastronómico requerido podría ser de un 25 o 30 por ciento y la lista puede seguir.
Esto derivará en una obligada reformulación, dado que lamentablemente no será necesaria, ni posible, emplear la cantidad de personas que antes se requerían, en un esquema donde inicialmente se producirá menos y se venderá menos, en un contexto de reducción de la demanda.
Por eso, esto no tiene que ver sólo con el cumplimiento de medidas sanitarias. También estará relacionado con una nueva ecuación que dominará las vidas del movimiento empresario y comercial, y que quedará grabada de ahora en más: La nueva estructura de costos y el punto de equilibrio para una mínima rentabilidad.
Desde la entidad que presido (CEPBA) somos conscientes de la repercusión social de esta nueva normalidad. Por eso estamos en plena etapa de estudio para reconversión de modelos de negocios, para recrear mercados y, por ende, atender una demanda sostenida en el tiempo. Con la reconversión reduciríamos el costo social.
Además, está en plena ejecución desde CEPBA la capacitación de trabajadores y empleadores. Pensamos, obviamente, en aquellos que fueron los primeros en recibir las malas noticias de una suspensión o un despido para que pronto puedan acceder a nuevas oportunidades laborales.
La pandemia no ha sido gratuita ni para la Argentina, ni para ningún país del mundo. Obliga a un supremo esfuerzo de imaginación, creatividad y aplicación de experiencia en la cual trabajamos “codo a codo” dirigentes empresarios, trabajadores, estado, universidades e instituciones en general. La pasividad y la obsecuencia, ante esta cruda realidad, es la peor de las consejeras.»