La historia de la Argentina se encuentra marcada positivamente por el accionar y el sacrificio de ilustres personajes que encontraron en nuestro país una patria que adoptaron como suya y cuya causa hicieron propia.
Es imposible pensar en nuestra independencia sin nombres como el irlandés Guillermo Brown o el francés Hipólito Bouchard, quienes lucharon en los mares y ríos por la soberanía nacional. Del mismo modo que Cornelio Saavedra, el primer presidente de la Primera Junta de Gobierno, quien nació en Potosí, actual territorio boliviano.
La historia de las Islas Malvinas no es ajena a esta realidad histórica. El primer gobernador de las islas, nombrado en 1823, fue Pablo Areguatí, de ascendencia guaraní y nacido en el actual territorio brasileño. A su vez, el primer comandante político y militar de las Islas, Luis Vernet, responsable del primer asentamiento humano permanente con el objetivo del desarrollo económico del territorio promovido por el gobierno argentino, había nacido en Alemania.
Tampoco podemos olvidar los aportes de Paul Groussac, francés, quien fuera luego director de la Biblioteca Nacional, y del profesor estadounidense Julius Goebel Jr. Estos autores fueron de suma importancia para dar a conocer al público en general la verdadera historia relativa a las Islas Malvinas. El 6 de noviembre se cumplen 200 años de uno de los hechos más importantes de esa historia: el primer izamiento de la bandera argentina en las Malvinas. Y, una vez más, le tocó a un extranjero el honor de hacerlo.
El 15 de enero de 1820, David Jewett (Connecticut, EEUU) fue nombrado coronel del Ejército al servicio de la Marina Nacional por el gobierno argentino. Jewett había servido en la marina norteamericana hasta 1801 donde, tras una reforma militar, abandonó su cargo, que retomó por la guerra contra el Reino Unido en 1812. En 1815, al igual que tantos otros, se sumó como corsario al esfuerzo emancipador de las Provincias Unidas en calidad de comandante de la fragata de guerra “La Heroína”.
Fue Jewett quien el 6 de noviembre de 1820 desembarcó en Puerto Soledad para tomar posesión oficial de las Islas Malvinas en nombre del Estado argentino. La ceremonia, registrada por numerosos capitanes de distintas nacionalidades, se realizó con todos los honores. Jewett y su tripulación se vistieron de gala, izaron el pabellón nacional y, previo al saludo con 21 salvas de cañón, se leyó una proclama pública en la cual informaba haber sido “comisionado por el gobierno supremo de las Provincias Unidas de Sudamérica para tomar posesión de estas islas en nombre del país al que pertenecen naturalmente.”
Tres días después, Jewett hizo circular una nota entre los capitanes de los barcos en la región, que fue ampliamente cubierta por la prensa de la época. En Estados Unidos, la Salem Gazette la publicó el 12 de junio de 1821; en España, El Redactor, de Cádiz, la publicó en agosto de 1821. El Times de Londres publicó la nota en su totalidad el 3 de agosto de 1821, bajo el título “La captura de las Islas Malvinas”, y la consideró un “acto de soberanía”.
De esta manera, el acto oficial de toma de posesión implicó ejercer el derecho que la Argentina había heredado de España en 1810 y fue conocido por las principales potencias de la época. Desde ese momento la presencia argentina en Malvinas sería constante, pacífica y pública hasta que el accionar imperial británico expulsó por la fuerza, y en contra del derecho internacional, a las autoridades y a la población argentina de las islas el 3 de enero de 1833.
Este 6 de noviembre se cumplirán 200 años de ese hecho trascendental que, como tantos otros, tuvo a un extranjero -en este caso, a un estadounidense- al servicio de nuestra nación como protagonista. Hoy estamos frente a una oportunidad histórica. El presidente Alberto Fernández ha encauzado a la Cuestión Malvinas como una verdadera política de Estado, colocándola en el tope de las prioridades internacionales de la Argentina.
Claros ejemplos de ello son la elevación al rango de Secretaría del área de la Cancillería encargada de Malvinas, a cargo del embajador Daniel Filmus, dispuesta por el canciller Felipe Solá. Así como los contundentes mensajes del presidente Alberto Fernández ante el Congreso de la Nación, y el refortalecimiento de los apoyos, tanto regionales, como globales.
En este sentido, el 25 de agosto pasado se ha marcado un nuevo hito en la larga historia de la disputa. Por primera vez se ha establecido, por medio de una ley aprobada por unanimidad de todas las fuerzas políticas, la piedra basal para el establecimiento de una verdadera política de Estado en torno a la Cuestión Malvinas: la creación del Consejo Nacional de Asuntos Relativos a las Islas Malvinas, con participación del Ejecutivo nacional, los bloques parlamentarios, los veteranos de la guerra de 1982, el mundo académico, especialistas en derecho internacional y la provincia de Tierra del Fuego.
Ellos generarán la masa crítica que adopte definiciones de envergadura en la Cuestión Malvinas, delineando una estrategia global, positiva y proactiva que nos permita cumplir con la manda constitucional de recuperar el ejercicio efectivo de la soberanía sobre nuestros archipiélagos australes y poner fin al anacronismo del colonialismo en pleno siglo XXI.