Después de un proceso de venta que se inició antes de la pandemia y que estuvo suspendido durante unos meses, el viernes 6 al mediodía se anunció la compra de Walmart Argentina por parte del Grupo De Narváez. La operación representa el regreso de Francisco de Narváez al supermercadismo. De Narváez mantuvo la semana pasada una reunión virtual con el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, y le anticipó un programa de inversiones para los próximos 3 años por US$ 120 millones para desarrollar la cadena. También le manifestó su compromiso con el desarrollo de proveedores pymes y ratificó su adhesión al programa de Precios Cuidados.
El periodismo abre un signo de pregunta acerca si también volverá al ruedo la histórica marca Casa Tía. En la venta se dejó establecido que la marca Walmart solo podrá ser utilizada por los compradores durante un período de transición, cuya duración no fue informada, pero que seguramente será de solo unos meses.
Ante eso, se abren tres alternativas para la elección de la marca de los supermercados con que trabajará De Narváez.
La primera es que las 92 sucursales que tiene Walmart en la Argentina pasen todas a funcionar con el cartel de Changomas. Esta marca pertenece a Walmart pero nació en el país como una propuesta más orientada al precio y el consumo popular que la original de la cadena norteamericana y resultó muy exitosa, especialmente en algunas plazas de las provincias y del conurbano bonaerense.
La segunda opción es que De Narváez decida importar a la Argentina la marca Ta-Ta, con la que opera en Uruguay. Allí el grupo argentino lidera el negocio supermercadista con distintas marcas, aunque su principal emblema es Ta-Ta. Si se inclina por esta opción, De Narváez contaría con la ventaja de que al menos entre los argentinos que viajan a Uruguay partiría con una marca reconocida.
La tercera y última opción es reflotar el nombre Casa Tía o su versión abreviada, Tía, con la que operó hasta fines de los ’90. La marca Casa Tía tiene una larga historia que se remonta a la ciudad de Praga, antes de la Segunda Guerra Mundial. Kerel Steuer, el abuelo de Francisco de Narváez, tenía en su Praga natal una cadena de almacenes que comenzó a operar en la casa de una tía y por eso fue bautizada como Teta, que significa Tía en checo. Cuando la familia tuvo que escapar de Europa por el nazismo se terminaron radicando en Colombia y ahí volvieron al negocio familiar, pero traduciendo la marca como Casa Tía.
Kerel Steuer fue tentado por un viejo socio que tenía en Rumania, Federico Deutsch (el padre de Andrés Deutsch, el exdueño de Lapa), para probar suerte en la Argentina, y así en 1946 abrió la primera sucursal de Casa Tía en pleno microcentro porteño, en la calle Suipacha 140. De la mano de la tercera generación de la familia, encabezada por Francisco y Carlos de Narváez (los nietos de Kerel Steuer), en los ’80 Tía inició un fuerte proceso de expansión ingresando de lleno al rubro supermercadista, hasta que en 1999 la cadena fue adquirida por el fondo de inversión The Exxel Group en US$ 650 millones.
Dentro de la operación se incluyó la marca Tía, que después terminó en manos de Carrefour, cuando el grupo francés se quedó con Tía y Supermercados Norte. Los franceses decidieron unificar todos sus supermercados bajo el nombre de Carrefour y desde principios de siglo la marca Tía está desaparecida.
En 2005 Carlos de Narváez logró incluir el nombre Tía en la operación que cerró con Carrefour para encarar el proyecto inmobiliario Al Río, en la costa de Vicente López, en un terreno pegado al principal hipermercado de los franceses. Hoy Carlos De Narváez tiene la propiedad de la marca y no parece fácil que se la venda a su hermano menor, Francisco, del que hoy se encuentra muy distanciado. Pero en el mundo de los negocios todo puede pasar, y por eso en el mercado nadie descarta una resurrección de la vieja Tía, si finalmente sus descendientes se ponen de acuerdo.
El aspecto más interesante de todo esto, en realidad, es si esta operación se enmarca en esta etapa de la economía argentina en un proceso, todavía incierto, de retirada de algunas empresas multinacionales por grupos locales. El que viva lo verá.