(La 1ra y 2da partes de este artículo están aquí y aquí)
El fabricante coreano nos dijo que Gran Bretaña no les deja vendernos el entrenador KAI FA-50, dado que tiene 6 componentes británicos. Desde entonces, las discusiones en los foros aeronáuticos argentinos se pusieron al rojo. ¿Y si las fabricamos aquí? Sería pura bobera: Corea sólo aceptaría vendernos el avión “destripado” de sensores y armas avanzadas.
Por lo demás, si Corea acepta vendernos no el FA sino el TA-50, que Infobae confunde sistemáticamente con el FA, la respuesta es un no profundo, de pecho, resonante: el TA no deja de ser un entrenador con pretensiones de caza, al que no hay modo de ponerlo a 100 km. de un F-16 chileno o un Typhoon de la RAF sin que los gringos te lo vuelvan luz y calor de un misilazo de larga distancia. El FA, en cambio, es más bien un F-16 para pobres.
El habitualmente clarísimo Pablo Díaz, del portal Aviaciónline, lo dice bien con esta imagen:
(Este es el avión KAI FA-50 que Corea jamás nos venderá, salvo destripado de sensores y armas, útil sólo para desfiles aeronáuticos, en cuyo caso habría que ser idiotas para comprarlo. Aquí tiene fanáticos. Los desfiles también)
Díaz señala:
“Un FA-50 no es un TA-50, o un T-50. De concretarse, es un salto tecnológico de décadas, siempre y cuando incluya capacidades que no teníamos. Si van a venir como entrenador avanzado, construyamos más Pampas, que es lo mismo”.
Y Díaz va aún más lejos:
“La FAA necesita estos bichos, o cualquiera similar, como el agua. Pero lo que más necesita es actualizar la doctrina e incorporar un paradigma que el resto del mundo ya adoptó: multiplicadores. Hacen falta cazas multirrol, sí, pero también hacen falta aviones de alerta temprana (AEW), C5ISR, capacidad de inteligencia de señales, comunicaciones y electrónica. Lo que más me interesa de este bichito no es el tipo de misil que porta, o la velocidad que alcanza. Me interesa el datalink, que le permite recibir información en tiempo real sin necesidad de usar su propio radar. Eso es lo que hace invisibles a los F-35. No estar emitiendo y sin embargo, tener información actualizada del teatro de operaciones.
“También es cierto que se necesitan más de 10, y sobre todo, sería una oportunidad grande para incorporar know-how y mano de obra local, en un pedido más grande. Es una oportunidad para recibir 20 y ensamblar otros 40 en FAdeA. Para reemplazar partes con productos locales. Es la oportunidad de recuperar algo que tenía la vieja FMA: conocimiento. De sistemas del Siglo 21. Bajo una doctrina también de este siglo.
“Que vengan los Fighting Eagle me parece malo, bueno o fabuloso, dependiendo de qué se traiga y en qué condiciones. Puede ser un paso en falso, uno para atrás o un salto hacia adelante. No se puede desprender de la nota de Infobae, porque es una ensalada que muestra que quien escribe mucha idea no tiene. No es lo mismo un FA-50 que un entrenador avanzado. No está ni cerca. Y es una buena idea traerlos. Pero tiene que venir acompañado de otras decisiones”.
Subrayo el entusiasmo de Díaz por el datalink, que creemos debe estar en TODA la flota de la FAA, incluso en la de transporte. Necesitamos una FFA en red, y cuyos activos de combate puedan apagar sus radares, ensayar cierta invisibilidad, gozar de todo ese tiempo de un cuadro de situación perfecto y prenderlos en el último segundo para darle al enemigo una sorpresa letal. Way to go! Es la guerra moderna, para frustración de los Barones Rojos.
Pero no soy indiferente al tipo de misiles que puedan acompañar la compra de un caza ajeno, así como tampoco a la velocidad máxima del propio avión. Cuanto mayor sea su número Mach, mejor.
En tiempos del duelo a cañón, la pelea de proximidad, incluso entre jets, era a lo sumo transónica: no era cosa de perder la visión, la conciencia o –peor aún- las alas debido al exceso de aceleraciones positivas al salir de una picada. Pero hoy los misiles infrarrojos y –mucho más aún- los de alcance medio o largo dotados de radar activo, como el SD-50 chino, dirimen el duelo a distancias increíbles (más de 100 km), y para ello improvisan maniobras complejas y calculadamente inteligentes, como las de un ave de presa, con una captación y comprensión perfecta del entorno.
Hay Inteligencia Artificial en su autoguiado y parece biológica, o cosa de Mandanga. Desenvainan decisiones tácticas inesperadas, incluso para sus fabricantes y sus pilotos, en su modo de actuar. A veces, en lugar de perseguir su blanco por popa, un SD-50 lo adelanta, vira casi en redondo y le sale al cruce por lateral o incluso de frente. Otras veces impactan haciendo tirabuzones y viajando de costado. Y por su efectividad entre los 1000 metros y las distancias BVR (Beyond Visual Range), así como su capacidad de atacar en un cierre frontal de avión contra avión, sustituyen ventajosamente a los misiles infrarrojos PL-10 o A-Darter para combate cercano: no necesitan ver los gases calientes de las toberas.
Todavía se puede desnortar a un PL-10 o un A-Darter regándoles de bengalas el paso, ya que éstas compiten con el infrarrojo que emiten las toberas de un JC17. Pero no hay mucho futuro en despistar a los insólitos SD-50 arrojándoles chaff (nubes de tiritas de aluminio) a su paso. El radar activo del misil está buscando objetos aparentemente sólidos, que devuelvan ecos de microondas como la estructura de un avión. Pero de algún modo, los diseñadores chinos lograron que las nubecitas de chaff, en uso continuo y exitoso desde 1942 por la Royal Air Force en engañar el radar, no les parezcan convincentes.
Lo claro -y mi única discrepancia con Díaz- es que resulta fundamental que tales misiles ya estén viajando supersónicas al colgar del ala o fuselaje en el momento de lanzadas: si el cohete se ahorra de entrada ese extra de combustible que de otro modo debería malgastar en un acelerón que perfore la barrera del sonido, luego tiene garantizados mayor alcance, velocidad final y capacidad de maniobra. Pero para una trayectoria astuta, esquinada e inexorable necesita hasta el último gramo de propelentes. Y ese plus lo da el lanzamiento supersónico.
Ésa hoy es la causa por la que un incluso un avión tan ágil como el Pampa, un entrenador excelente y un feo adversario si la cosa se dirime en proximidad visual y a tiro de cañón, sería un pobre combatiente con misiles aire-aire contra un F-16 o cualquier otro rival supersónico. Como plataforma misilera, el Pampa, con menos de 900 km/h, es demasiado lento para estos bailes con misiles, que usados desde un mejor avión alcanzan envolventes de distancia insólitos, que arrancan en cercanías y terminan en distancias extremas.
Si a esto se suman un radar propio AESA capaz de identificar 16 blancos y atacar 4 simultáneamente, como el que el JF17-C trae de fábrica, se entiende su capacidad de derribo de máquinas hasta ayer casi invulnerables. El 9 de junio de 2017, uno de estos jets pakistaníes se cargó un dron chino en cielos propios, sobre el distrito de Pangjiu. El 27 de Febrero de 2019, durante una intercepción muy tensa de fronteras sobre áreas siempre disputadas del Pashmir, otro JF-17 pakistaní volteó un viejo MiG 21, pero además también un mucho más moderno y letal Su-30Mk1 fabricado en Rusia. La India desmiente lo del Sukhoi, y añade haber liquidado en aquel trance un F-16 pakistaní.
Si la primera víctima de toda guerra es la verdad, queda un hecho ya poco discutible: Pakistán adoptó su caza co-diseñado con China como auxiliar para a su flota de F-16 estadounidenses, en parte porque la hora de vuelo vale la mitad, y en otra parte porque el nuevo caza admite todo tipo de misiles y bombas occidentales. Y efectivamente, el JF17 fue inicialmente la Cenicienta de la fuerza pakistaní de cazas con sus modelos A y B, pero el C se volvió un «game changer» regional: son los F-16 los que ahora pasan a rol ancilar. Por algo, en su largo reportaje en Pucará, nuestro Brigadier Isaac lo resume con un expresivo: «El JF17-C es otra avión». No es el A ni el B, aunque por fuera parezcan clones.
Volvamos a las declaraciones del Brigadier Isaac: Corea no va más. No creo que don Xavier finja estar negociando con Pakistán y China para que Corea se asuste y nos ofrezca mejor avión, mejor precio o ambas cosas. Corea va a hacer lo que le diga EEUU, estado que la defiende de Kim Jong-un pero que la ocupa militarmente, según con qué ojo se mire.
Además, ¿hasta qué punto el FA-50 es coreano? Tiene armas, aviónica, sensores y motor yanquis. Y los susodichos yanquis son remisos a ofender a su principal aliado, el Reino Unido, del cual son también proveedor militar y dirección militar, que no es poca la diferencia. A quién le venda o no Corea del Sur su caza, y cuál modelo y con qué armamento, ésta es una decisión de Seúl… con veto en Washington. Londres participa, pero desde bambalinas. Después de todo, es la que paga.
El Reino Unido es nuestra única hipótesis real de conflicto: a título propio, está ocupando las islas demasiado famosas desde 1833, pero me preocupa mucho más que desde 1982, con la complicidad de varios de nuestros presidentes y cancilleres argentinos y alentados totalmente por TODOS los Secretarios de Estado en Washington, se hayan zampado 1,6 millones de km2 de aguas antes un poco argentinas y en realidad, de nadie. Hoy las patrullan ellos, y los kelpers venden licencias sobre su pesca.
Me preocupa que dentro de 20 años, cuando expire el Tratado Antártico, debamos discutir con el Reino Unido a quién le toca la Península Antártica. Y que lleguemos a ese momento sin la capacidad de disuasión militar que evite que Chile, alentada a darnos un ejemplo y bajarnos el copete, reciba una luz verde desde Washington para, digamos, anexar Tierra del Fuego y el Sur de Santa Cruz. Y entonces la lejana Antártida se nos vuelva un problema francamente abstracto.
Lectores: en todo este «Great Game»» siglo XXI, Su Graciosa Majestad y los kelpers están pintados en la pared. Son partiquinos, especialmente antipáticos y abusivos -concedámosle eso-, pero los protagonistas reales no pintan en escena para no soflamar el antiimperialismo sudaca, generalmente difuso y de bajas calorías, y el libreto de la obra se escribe en Washington. En las islas demasiado famosas, el Reino Unido sólo le está calentando la silla a EEUU. El Tío Sam a la Reina le da decenas de cazas F-35 y misiles nucleares balísticos Trident para que les cuide ese ventoso «country club», pero es el dueño real. Sólo que por ahora, ausente.
Si nos queda desmesurado el dueño, también el cuidador. Un único submarino nuclear británico clase Vanguard en patrulla de entrenamiento va con la mitad de los silos de cohetes Trident vacíos. En misión de guerra, iría con carga completa. De los Vanguard existen 4, y en cualquiera de ellos, hasta en estos distraídos viajes de práctica, hay suficientes misiles y ojivas de reentrada múltiple para destruir 40 ciudades argentinas desde 12.000 km. de distancia y en unos minutos. Pero volatilizar incluso una sola ciudad argentina no sería jamás una decisión que Londres vaya, pueda o imagine siquiera tomar por su cuenta: las cabezas nucleares de los Trident son británicas, pero los misiles son yanquis.
El submarino misilero clase Vanguard HMS Victorious dejando atrás el estuario del Clyde. Foto del Ministerio de Defensa de Su Graciosa
EEUU, por suerte, tiene cosas más importantes que hacer. Una de ellas es prepararse para la ocupación/explotación de la Península Antártica y la Antártida Occidental, a medida que éstas se van descongelando. La otra es manejar, potencialmente en desmedro de China, las rutas marítimas entre el Atlántico y el Pacífico a través del Estrecho de Drake. Para esto, las Malvinas son el archipiélago justo en el lugar justo para crear un «choke point» naval planetario. En situación de presión extrema, las flotas de superficie navieras y militares china o rusa deberían usar el Canal de Panamá (je)… o el Pasaje del Norte, cuando el descongelamiento polar boreal lo permita. Faltan unas décadas.
Esto EEUU ya dirige el tránsito en el Drake con ojo aparentemente benigno, distraído y en forma vicaria, a través de la Royal Navy y de la Royal Aire Force, desde las bases malvineras de Port Mare y Mount Pleasant. EEUU y su apoderado en la zona necesitan paz y pesca, para que administrar semejante cacho de planeta no salga tan caro. Petróleo, pese a los cacareos de las petroleras de Port Stanley, no parece haber en cantidades explotables: lo bien que les pagaría encontrarlo.
Obvio que nos tenemos que apropiar de la pesca para que sí les salga un poco más caro administrar NUESTRO cacho de planeta. Y tenemos la biología a favor: la economía autosustentada de las Malvinas hoy vive en casi un 50% del calamar Illex argentinus, que va bajando desde el Brasil hacia el archipiélago. Hay que atraparlo antes de que llegue. No es difícil y da plata.
Y desde ya que eso nos va a generar ganancias y problemas. Estamos enfrenando a una quimera que empieza bull-dog pero termina águila, estimados. Nuestro entuerto es con los EEUU, y lo ha sido desde 1945, cuando ellos ganaron su guerra, no desde 1982, cuando nosotros perdimos la nuestra. ¿Por qué el único estado que se atrevió a vendernos aviones modernos, los Mirage III, allá por 1967, fue la Francia de De Gaulle? Porque Monsieur Le Président, un verdadero monarca votado, se rehusaba a ser parte de la OTAN y detestaba no poco a sus aliados estadounidenses y británicos.
Esa independencia francesa murió hace tiempo. También la de Israel, que en épocas de Menachem Beguin nos vendía cualquier cosa que -en sus propias palabras- sirviera para matar ingleses. Antes de 1948, los Brits habían ahorcado su cuota de camaradas del futuro premier, cuando éste era sólo un guerrillero juvenil del Irgún Zvai Leumí que ponía bombas para terminar con la ocupación británica.
Pero hoy Israel depende demasiado de los EEUU como para darse gustos vengativos por cosas ya demasiado viejas. Por eso nos ofrece aviones Kfir, desprogramados hace 40 años, sin misiles o sensores y militarmente inútiles.
Claro, me dice Ud: ahora Israel está reemplazando por los F-35 sus “viejos” 135 F-16 Barak, customizados en IAI y considerablemente mejores que los “block 70” yanquis originales.
Pero si Ud. se ilusiona con poder manotear algunos y traerlos aquí, pare de sufrir: Croacia, riñón derecho de la OTAN y estado antirruso si los hay, trató de comprar 12 Barak por U$ 500 millones. EEUU lo impidió. ¿Pero esos cazas no son propiedad israelí? ¿No los pagaron por buenos? ¿Y la propiedad priva… ? Convenza de ello a Washington. Si Croacia compra F-16, deberá pedírselos a Lockheed Martin. Je. La venta es nuestra, chicos, tenemos bocha de F-16, como que los hacemos nosotros. ¿Croacia se retobó con esto? Un poco. ¿E Israel? También, un poco. Pueden ladrarle por teléfono al embajador, pero se la tienen que bancar.
Lo cual nos lleva al problema de la propiedad real de las armas complejas que uno se compra hoy. O que uno cree que uno se compra.
Continuará mañana
Daniel E. Arias