«La FDA, la entidad regulatoria de medicamentos y alimentos de los Estados Unidos, acaba de dar su aprobación para el uso de emergencia de la vacuna de Pfizer/BioNTech, que ya comenzó a distribuir 2,9 millones de dosis y espera entregar 100 millones hasta fines de 2021. Así, ese país se convirtió en el sexto en avanzar en el uso masivo de esta inmunización, después de Gran Bretaña, Bahrain, Canadá, Arabia Saudita y México. Se espera que la entidad regulatoria europea (EMA) se sume en las próximas semanas.
Aunque las vacunas normalmente llevan años o incluso décadas para desarrollarse, los estudios que permitieron llegar a este visto bueno se completaron en tiempo récord: 11 meses. Los resultados del ensayo de Fase 3 (que involucraron a más de 44.000 personas en varios países simultáneamente, uno de los cuales fue la Argentina, con 4.500 voluntarios), acaban de publicarse en la revista científica The New England Journal of Medicine. El primer autor del trabajo que hizo posibles estas aprobaciones es el infectólogo argentino Fernando Polack, que también encabezó localmente el estudio sobre administración temprana de plasma de recuperados.
Además de su acuerdo con el fondo Covax, de la OPS (que suministrará seis diferentes vacunas a los países del continente), el Gobierno argentino reservó millones de dosis de otras inmunizaciones: la ChAdOx1/AZD122, desarrollada por la Universidad de Oxford en Gran Bretaña y producida por AstraZeneca (aquí será producida por Mabxience); y la Sputnik V, desarrollada y producida por el Centro Nacional de Investigación Gamaleya (Rusia).
Paralelos y diferencias entre la vacuna de Pfizer y la Sputnik V:
«Ambas utilizan un vector viral similar (adenovirus no replicante) para transportar y presentar al sistema inmune la proteína S de SARS-CoV-2 -explica Juan Pablo Jaworski, virólogo del Conicet en el INTA-. Hasta ahora, una única vacuna aprobada utiliza esta plataforma (la del Ébola), pero existen varias que la emplean. La principal ventaja es que poseen la capacidad de inducir inmunidad humoral (anticuerpos) y celular».
Generalmente se utilizan dos aplicaciones intramusculares y debe ser conservada en frío o congelada a -20º C. Sputnik V tendría la ventaja de comercializarse liofilizada, en forma de polvo a rehidratar para la inyección. Y como polvo casi inerte la vacuna se conserva a temperaturas de entre 2 y 8o C, el frío de la cámara inferior de una heladera común.
Por otra parte, la BNT162b2 desarrollada y producida por Pfizer en colaboración con BioNTech, contiene «ARN mensajero», abreviado como ARNm, es decir la información genética de corta vida media necesaria para producir la proteína S de SARS2 dentro de las células del individuo vacunado. Conceptualmente, es el paciente inyectado el que fabrica su propia vacuna, la proteína S, que desafía al sistema inmune y fuerza un contraataque con anticuerpos, y luego con células. Al paciente inyectado el ARNm de esta vacuna le da, brevemente, la matriz informática para hacer este simulacro de infección. Luego el ARNm es degradado metabólicamente, por ser una molécula muy inestable.
La vacuna de Pfizer se aplica en dos dosis intramusculares. Su desventaja está a la vista: debido a la inestabilidad química del ARNm, debe ser transportada y conservada hasta su utilización a -80º C, lo que dificulta enormemente la logística. No hay antecedentes del uso de este tipo de vacunas en la población humana; sin embargo, son seguras ya que su información genética no se inserta en el genoma del hospedador. Al igual que las anteriores inducen tanto respuesta humoral como celular. Además, son de rápida manufactura, lo que permitiría cubrir una mayor proporción de la población.
La BNT162b2 consiste de una nanopartícula lipídica en la que viaja el ARNm (fragmento del material genético del virus) que instruye a las células para que fabriquen la proteína S (de «spike»). Cuando una persona es vacunada, su cuerpo produce copias de esta proteína, que no causa la enfermedad, pero desencadena la respuesta del sistema inmune que destruye el virus.
El estudio de eficacia, multinacional y a doble ciego de esta última inmunización, asignó a personas de 16 años o más a recibir dos dosis (cada una de 30 µg), con 21 días de diferencia, ya sea de placebo o de la vacuna candidata.
Participaron 43.548 voluntarios, de los cuales 21.720 recibieron la vacuna y 21.728, el placebo. Ni los médicos sabían qué estaban administrando, ni los voluntarios sanos, qué recibían. Al «abrir» los datos, constataron que siete días después de la segunda dosis se habían producido ocho casos de Covid entre los que habían recibido la vacuna y 162, entre los que habían recibido el placebo. Esto representa alrededor de un 95% de eficacia. Un dato importante es que este parámetro fue similar (entre el 90 y el 100%) en todos los subgrupos de edad, sexo, etnia, índice de masa corporal y enfermedades preexistentes.
También registraron 10 cuadros graves de Covid después de la primera dosis, pero nueve de ellos se produjeron en el grupo placebo y uno solo entre los que recibieron la sustancia activa.
Con respecto de los efectos adversos, el perfil de seguridad de la BNT162b2 se caracterizó por dolor leve a moderado en el lugar de la inyección, fatiga y dolor de cabeza. La incidencia de cuadros adversos graves fue baja y similar en la rama placebo y la que recibió la vacuna candidata. Los estudios previos (Fases 1 y 2) ya habían demostrado que genera buen nivel de anticuerpos humorales (inmunoglobulinas) y respuestas de inmunidad celular que incluso llegaban a superar los medidos en personas convalecientes de la enfermedad.
Los participantes fueron seguidos en promedio unos dos meses después de recibir la segunda dosis. Los efectos adversos se presentaron con más frecuencia después de recibir la segunda dosis.
La aprobación por la FDA:
«La autorización para uso de emergencia es un hito significativo en la batalla contra esta pandemia que afectó a tantas familias en los Estados Unidos y en el mundo -dijo el director de la FDA, Stephen M. Hahn-. Esta decisión se tomó después de un proceso de revisión abierto y transparente que incluyó la participación de científicos y expertos en salud pública independientes, y una profunda evaluación de los investigadores de carrera de este organismo para asegurar que cumple con los rigurosos criterios de seguridad, eficacia y calidad de producción necesarias para respaldar la autorización».
Y más adelante agregó: «La totalidad de los datos disponibles ofrecen evidencias claras de que puede ser efectiva para prevenir la Covid-19. También muestran que los beneficios conocidos y potenciales superan los riesgos, y que puede utilizarse en millones de individuos mayores de 16 años, incluyendo a personas sanas».
Esto marca el comienzo de una nueva etapa para los investigadores: de aquí en más tendrán que analizar los informes sobre cientos de miles de personas que reciben las primeras inmunizaciones para detectar efectos adversos potenciales y probablemente muy raros, y determinar si pueden asociarse con las vacunas, escribe Heidi Ledford en Nature.
Cuando comienza la administración masiva pueden surgir cuadros que no se vieron durante los estudios clínicos. De hecho, el segundo día de la vacunación en Gran Bretaña, se presentaron dos casos de reacciones alérgicas extremas, pero dado que fueron en personas con una larga historia de episodios anafilácticos (ambos llevaban autoinyectores de adrenalina para hacerles frente), los organismos regulatorios consideraron que no constituían eventos imprevisibles. De todos modos, las autoridades sanitarias británicas emitieron un alerta recomendando a todos aquellos que tengan antecedentes de alergias graves que eviten inocularse con esta vacuna contra el nuevo coronavirus.
«La vacuna está en el horizonte, pero hay varias publicaciones que sugieren que la inmunización no va a ser tan rápida, sobre todo para los países de América Latina y África. Hay grandes desafíos logísticos. Falta un tiempo para que estemos todos vacunados. Eso hay que tenerlo en claro», concluye Jaworski.»