«Ha llegado el momento de dar un puñetazo en la mesa para exigir las vacunas debidas». Charles Michel, presidente del Consejo Europeo.
Ante el repentino anuncio el viernes pasado de que la compañía británica AstraZeneca no podría cumplir con el calendario de entrega de vacunas previsto para los 27 países de la UE, la Comisión Europea ha respondido este lunes imponiendo a todas los laboratorios farmacéuticos un control férreo sobre sus exportaciones.
“En el futuro, todas las compañías que produzcan vacunas contra la covid en la UE tendrán la obligación de proporcionar una notificación previa cuando deseen exportar vacunas a terceros países”, ha espetado la comisaria de Salud, Stella Kyriakides, con un tono y un ademán inusualmente duro en Bruselas, tras una reunión del consejo de dirección de la Comisión encargado de la estrategia europea de vacunas con representantes de AstraZeneca. La Comisión ha propuesto en este órgano, del que también forman parte los 27 Estados miembros, la creación de un mecanismo de transparencia en las exportaciones para que sea puesto en marcha “lo antes posible”.
In the future all companies producing vaccines against COVID19 in the EU will have to provide early notification whenever they want to export vaccines to third countries.
— Stella Kyriakides (@SKyriakidesEU) January 25, 2021
Esta mañana la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, también realizó una llamada al consejero delegado de AstraZeneca, Pascal Soriot, en la que le habría exigido que cumplan con el programa de envíos pactado, tras recordarle que la UE le “ha adelantado mucho dinero” a la empresa, según ha explicado un portavoz del ejecutivo comunitario. La conversación no ha debido ser demasiado agradable, ni las explicaciones demasiado satisfactorias, cuando las medidas adoptadas posteriormente por Bruselas prácticamente equivalen a obligar a las compañías a pedir una especie de licencia de exportación antes de vender sus vacunas fueras de la UE.
“La UE ha prefinanciado el desarrollo de la vacuna y la producción y quiere ver los beneficios”, ha insistido la comisaria Kyriakides en su rotunda declaración, en la que ha pedido “saber exactamente qué dosis ha producido hasta ahora AstraZeneca, y dónde, y a quién se han entregado, si es que se han entregado”. La UE, según ha añadido, ha apoyado el desarrollo y la producción de su cartera de vacunas contra la covid con un total de 2.700 millones de euros.
La nueva medida da a alas a la sospecha que sobrevolaba en torno al laboratorio, tras el anuncio de sus retrasos, de que quizá estuviera dando prioridad en su línea de producción a terceros países que estarían pagando un precio superior al europeo. La UE, según algunos críticos de su estrategia de aprovisionamiento, habría basado parte de su plan de vacunas en lograr dosis a un bajo costo. Aunque el precio está protegido por la confidencialidad contractual, igual que el calendario exacto de entregas, la inyección de AstraZeneca saldría a 1,78 euros por dosis, según un listado publicado en Twitter por la ministra de Salud de Bélgica, y borrado inmediatamente.
La Comisión firmó en agosto un acuerdo de compra anticipada para hacerse con hasta 400 millones de dosis del fármaco de AstraZeneca, pero este aún no ha sido aprobado para su uso en la UE. Se espera que este mismo viernes la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés) se reúna para recomendar la autorización comercial condicional de esta vacuna, convirtiéndose en la tercera apta para su comercialización en la UE, tras la de Pfizer/BioNtech y la de Moderna.
El compromiso de entrega del laboratorio AstraZeneca obliga a esta compañía a comenzar a producir antes de la fecha en que reciba el visto bueno de la EMA, para que en ese momento los viales estén ya listos para ser distribuidos, y las órdenes de entrega firmadas con los países llevan listas desde el otoño (en Europa, de septiembre a diciembre), ha subrayado un portavoz de la Comisión.
El viernes pasado, sin embargo, AstraZeneca anunció de forma repentina al Ejecutivo comunitario que su primer envío sería menor de lo esperado. Este episodio, sumado al de la semana anterior de Pfizer, que alegó la necesidad de bajar temporalmente los envíos para reestructurar su planta de producción en Puurs (Bélgica) con la intención de incrementar la producción en el futuro, hicieron saltar las alarmas en Bruselas, consciente de que llegaba sin margen a la hora de la verdad de la campaña de vacunación.