La sonda china Tianwen-1 entra en la órbita de Marte y empieza a alistar un descenso

La Administración Nacional China del Espacio (CNSA) informó que la sonda Tianwen-1 entró con éxito en la órbita de Marte, después de un viaje desde la Tierra que el próximo 23 de febrero cumple siete meses. China busca ser el primer país que no sólo consigue viajar a ese planeta sino también insertarse en órbita marciana y explorar la superficie con un vehículo de descenso, todo en una misma misión.

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Ayer miércoles a las 7:52 p.m., hora de China, la sonda entró en la órbita marciana tras activar sus motores., Después de 15 minutos desaceleró lo suficiente para ser capturada por la gravedad de Marte, según confirmó la CNSA. «Entrar en órbita ha sido un éxito (…) es el primer satélite artificial de Marte de nuestro país», anunció la agencia.
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Luego de entrar en órbita, los equipos de la nave, que incluyen cámaras y analizadores de partículas, comenzarán a realizar fotografías y reconocimientos del planeta, así como preparaciones para escoger el mejor lugar de aterrizaje.

El vehículo de exploración de Tianwen-1 aterrizaría en mayo
Si todo sale según lo planeado, posteriormente el «rover», o vehículo de exploración, se separará de la nave espacial y aterrizará de manera segura en Marte, algo que está previsto para mayo. Lo haría en un rápido descenso de siete minutos en una llanura masiva en el hemisferio norte del planeta, conocido como Utopia Planitia.
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El rover, del tamaño de un carro de golf, pesa 240 kilogramos en la Tierra, de modo que en Marte (cuyo campo gravitatorio tiene algo más de una tercera parte de la fuerza del terrestre) pesará 90 kg. Funciona con energía solar, recopilará datos sobre el agua subterránea, estudiará el suelo y buscará pruebas de que el planeta alguna vez haya albergado vida microscópica. Es lo que vienen haciendo todas las misiones marcianas de los EEUU, la UE, la URSS y ahora China, se trate de aparatos orbitales, de descenso, o de descenso y recorrida, o todo junto como en este caso (el primero, e impresionante).

Aterrizar una nave espacial en Marte es un objetivo muy difícil de alcanzar. Naves espaciales rusas y europeas destrozadas yacen ahí, junto con un módulo de aterrizaje estadounidense fallido. Marte es un cementerio de robots terrestres.

Y aproximadamente una docena de orbitadores sencillamente le erraron al blanco y no lograron ponerse en órbita marciana. En 2011, una sonda china con destino a este planeta que formaba parte de una misión rusa sencillamente no logró salir de la órbita terrestre.

Solo Estados Unidos ha aterrizado con éxito en Marte, ocho veces, comenzando con dos misiones Viking en la década de 1970. A partir de 1996, el Jet Propulsion Laboratory de Pasadena, California, constructor de misiones de la NASA, logró hacer andar por Marte 4 robots de tracción múltiple y a energía solar: el Sojourner, que por tamaño parecía una patineta embarazada, y otros de tamaño y capacidades crecientes: el Opportunity, el Spirit y el Curiosity. Inminente, el arribo de un quinto, el Perseverance.

En un terreno pedregoso y/o polvoriento, con desniveles de altimetría y de yapa sujeto a tormentas ferocísimas que involucran al planeto entero, andar por Marte no es sencillo. Tormenta tras tormenta, el polvo rojo y fino del regolito marciano va ensuciando las placas fotovoltaicas. Así merma la recarga de baterías, y no hay quien limpie (sería sorprendente que lo hubiera). El Opportunity murió con las baterías descargadas porque la última tormenta que debió afrontar ensució totalmente sus placas fotovoltaicas.

A esto, añadir que la iluminación solar local no es gran cosa. Comparada con la terrestre, que da un promedio planetario de 1000 vatios/m2, la de Marte anda por los 590 vatios/m2. El mediodía ecuatorial marciano, con el sol de verano a plomo, da tanta luz como el de un escuálido mediodía de verano en la isla Devon, Norte del Canadá, dentro del Círculo Polar Ártico, sobre la bahía de Baffin, con los rayos cayendo en un ángulo de 36 grados. Pero en Marte reina un frío aún más militar, de -81 grados bajo cero promedio en todo el planeta y todo el año. Y el frío, se sabe, es enemigo de las placas fotovoltaicas (causa cortocircuitos entre cables contiguos) pero además disminuye la capacidad de recarga de las baterías.

Curiosity tiene una fuente de potencia alternativa: una pila termoeléctrica de plutonio de 100 voltios de potencia, pero en este caso sólo daba para calefaccionar la nave y evitar que se congelara durante las noches marcianas.

El Perseverance remonta todos estos problemas de potencia con una fuente de potencia similar, de plutonio. Ésta provee unos modestos 110 voltios de potencia eléctrica que se reparten en todo uso: propulsión, instrumentación, comunicaciones, calefacción nocturna. Pero esos combustibles nucleares durarán 14 años, sin importar la meteorología marciana.

Si China logró resolver todos o algunos de estos problemas con los que el JPL ya lidió, se convertiría entonces en el segundo país en lograr deambular por Marte, si su «rover» sobrevive al amartizaje.

La llegada de Tianwen-1 es parte de un estallido inusual de actividad en Marte, pues esta es una de las tres misiones que llegan este mes. La nave espacial Al Amal de los Emiratos Árabes Unidos también se puso en órbita alrededor del planeta rojo el martes. Y está previsto que arribe un rover estadounidense la próxima semana. Al Amalm, como se dijo, se insertó en órbita marciana ecuatorial para «leer» todo el planeta y recopilar datos sobre su clima y atmósfera.

Las tres últimas misiones se lanzaron en julio de 2020 para aprovechar la estrecha alineación entre la Tierra y Marte, que ocurre solo una vez cada dos años. Y que no tiene que ver con la distancia relativa instantánea entre ambos planetas, que varía constantemente, sino con las posiciones de ambos en sus órbitas. Los lanzamientos se producen todos dentro de «una ventana de oportunidad», en que las trayectorias de las naves terrestres pueden llegar en recorridos de 7 meses promedio, relativamente cortos y no muy elípticos. Ésa es la causa de que cada 2 años, las sondas de las potencias espaciales terrestres empiecen literalmente a piquetear Marte.

Y como la rivalidad científica, tecnológica, espacial y militar entre EEUU, Rusia, la UE y China empieza a recalentarse, y esta carrera marciana ahora no involucra únicamente a estados nación sino que se ejerce a través de empresas privadas hiper-bancadas por sus gobiernos, cada 2 años probablemente veremos desfiles de sondas orbitales y robots deambulando por Marte.

La sonda Al Amal, la de los Emiratos, es una orbitadora pura, destinada a desentrañar las causas y modos por los cuales Marte vive perdiendo su escasa atmósfera. A fuerza de chequera y contratando no pocos expertos extranjeros, los Emiratos se han comprado «llave en mano» su propia agencia espacial.

Marte es una tumba de misiones y un criadero de potencias terrestres, sean de verdad o aspiracionales. Cuantas más misiones destruye, más prestigio da a quienes tienen una que sobreviva.

VIAFrance 24