Juan Carlos Fernández, el CEO de IMPSA que hace 40 años que está en la firma y que seguirá en su cargo en el marco del nuevo esquema directivo, con la participación mayoritaria del gobierno nacional y del de Mendoza, contesta este reportaje.
«-Algunos de los que participaron del proceso lo describen como una estatización de mercado. ¿Usted cómo lo califica?
-Me molesta la palabra estatización. Vengo del mercado privado desde siempre, y tengo un enfoque diferente. Primero, el Estado entró a través del Banco Nación en 2017 a esta empresa. Antes de esta capitalización el Estado tenía colocado al presidente del Directorio. Tenía una participación muy activa. Después, en IMPSA tuvimos que ir a pedir ayuda al Estado, desde eñ directorio y también con el aval de los accionistas. Esto fue una típica transacción de mercado. La compañía X, en este caso nosotros, emitimos acciones, acciones C, que son las que tienen los accionistas actuales.
-Justo en el momento que ustedes fueron a pedir la ayuda financiera, estalló el caso Vicentín, un intento desordenado del Estado por rescatar una firma. ¿Le ve algún paralelo?
-No conozco el caso de Vicentin, pero esto es lo menos parecido a una estatización. Nosotros fuimos a buscar al Gobierno, porque el 100 por ciento de los accionistas nos pidieron ir a buscarlo. Si IMPSA desaparecía, se iba a resentir bastante más que el empleo.
-Antes de ir al Estado, ¿intentaron otro tipo de salidas?
-Pasamos por esa etapa, buscamos a privados como parte de esa reestructuración. La idea era vender la empresa para que los acreedores recuperaran sus créditos, eso se inició en 2019. Pero no nos dio el tiempo, aunque tuvimos algunas ofertas. Ese proceso de ofrecerla a terceros se agotó, y no nos quedó otra opción de golpear la puerta del Ministerio de Desarrollo Productivo. Es un esquema que puede seguirse para otras empresas estratégicas.
-En alguna entrevista, Enrique Pescarmona, de la familia que creó la empresa, aseguró que la crisis empezó por la internacionalización de IMPSA a Brasil y Venezuela. ¿Hubo autocrítica por esas decisiones?
-Podes tener millones de autocríticas, y las hemos hecho, pero el proceso de internacionalización de nuestra empieza en 1985. Yo estuve en Asia 18 años, fue espectacular y vendimos nuestros productos por 5.000 millones de dólares. No es ése el problema. Trabajé 40 años con Pescarmona y él tendrá su visión. IMPSA en 2014 funcionaba muy bien, tenía una deuda de 250 millones de dólares, muy sustentable.
-¿Y qué ocurrió?
-El grupo Pescarmona tenía otra hermana de IMPSA, WPE, en Brasil. Fabricaba aerogeneradores, esa empresa tuvo una serie de problemas. Tuvo algunas faltas de pago del gobierno brasileño y algunos problemas tecnológicos de una licencia para aerogeneradores en Alemania, mala combinación. Y la empresa entró en convocatoria en Brasil y se cayó IMPSA, porque le había garantizado 850 millones de sus deudas en dólares a esta empresa. Nos cruzaron esa deuda, que se sumó a los 250 millones. En enero del 2015 vuelvo a la Argentina como CEO y con un equipo empezamos a reestructurarla, la familia Pescarmona entregó allí el 65 por ciento de las acciones.
-Con el nuevo accionariado, el Estado Nacional tendrá más del 60 por ciento y Mendoza más del 20, ¿qué cambios se vienen en esta estructura?
-A mediados o fines de junio cambia el directorio. Hoy tenemos tres directores, la presidencia es del gobierno argentino a través del Banco Nación, otro director es de los bonistas y otro de Pescarmona. Ahora entrarían 4 directores más, 3 de Nación y uno de Mendoza. En la asamblea anterior, se incluyó una cláusula para que el management sea profesional, que no sea político, que sean especialistas. Un esquema similar al de INVAP. Me han propuesto continuar como CEO.
-¿Cuáles son los objetivos en materia de negocios a nivel local e internacional?
-Cuando la empresa estaba bien, hemos exportado entre el 75 y 80 % de nuestros productos. Pero luego no podíamos competir afuera y ahora estamos saliendo con fuerza. Tenemos dos grúas de puerto para el ejército de Estados Unidos, abrimos en India, Malasia, Paquistán y Brasil. Estábamos exportando, en el mejor momento, hasta 1000 millones de dólares anuales de ventas. Y tenemos que llegar a eso. El que estén presentes los gobiernos en la empresa nos permite tener garantías de poder cotizar en el exterior. Con el balance de antes, nos costaba mucho.
-¿Y en Argentina?
-Estamos construyendo 6 turbinas para Yacyretá y hay que reemplazar 20, eso es muy interesante. Estamos trabajando en el Tambolar, una hidroeléctrica en San Juan, en un parque eólico en La Rioja, en parques solares para San Juan y el CAREM, el primer reactor nuclear para la CONEA. Entregamos un reactor para YPF la semana pasada, y estamos con tres o 4 proyectos interesantes en renovables.
-¿Este proceso de capitalización y nuevos negocios tendrá algún impacto en el empleo?
-Hoy tenemos 720 empleos directos, y cuantos más proyectos tenés habrá más empleo en IMPSA, y aún más en las pymes de Mendoza y del resto del país.»
Hace poco más de un año, en abril del 2020 publicamos en AgendAR «El futuro de IMPSA, una de las empresas argentinas más importantes, está en la balanza. Su principal acreedor es el Estado». Pensamos que nuestro diagnóstico fue acertado.