Violentos incidentes estallaron este sábado en dos lugares simbólicos de Berlín cuando 2000 policías antimotines reprimieron a varios centenares de manifestantes enardecidos que protestaban contra las restricciones adoptadas por el gobierno para contener una nueva expansión de la pandemia de Covid.
La intervención de las autoridades permitió neutralizar una movilización nacional organizada por el movimiento Querdenker (librepensadores), nacido hace varias semanas en Stuttgart, para desafiar la prohibición gubernamental mediante manifestaciones en diversas ciudades del país, imitando la dinámica lanzada hace tres semanas en Francia para capitalizar políticamente el desaliento de parte de la opinión pública frente a las restricciones aplicadas por las autoridades sanitarias de ambos países para frenar una cuarta ola epidémica.
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Los principales disturbios estallaron en el tradicional Parque Tiergarten de Berlín cuando la policía bloqueó una marcha que se dirigía hacia la Puerta de Brandeburgo, símbolo histórico de la capital. Otros disturbios similares se produjeron en el barrio de Charlottenburgo. Las fuerzas antimotines intervinieron con cañones de agua y gases lacrimógenos, y efectuaron varias detenciones para neutralizar a los grupos más agresivos.
El Departamento de Policía de Berlín explicó que la enérgica actitud de las fuerzas de seguridad constituyó una medida de precaución por temor a que se repitieran los grandes disturbios del sábado de la semana pasada, durante los cuales los sectores más radicales intentaron tomar por asalto el Reichstag, sede del Parlamento alemán. Esa agresión avivó el fantasma de un remake berlinés del asalto al Capitolio de Washington, lanzado por los partidarios de Donald Trump el 6 de enero pasado. Este ataque pudo ser neutralizado in extremis cuando la policía logró detener a algunos militantes que habían comenzado a trepar por la escalinata principal.
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El grave episodio fue enérgicamente condenado por todo el espectro político. En Alemania hay “tolerancia cero” con este tipo de comportamientos, declaró de inmediato el ministro del Interior, Horst Seehofer.
La tensión en Alemania se incrementó en las últimas semanas, después que las autoridades sanitarias señalaron un agravamiento de los contagios provocados por la nueva variante delta. Ante el temor de encontrarse frente a una explosión epidémica, el gobierno reimplantó las principales medidas de seguridad (como el uso de barbijos o el toque de queda a medianoche), restringió las actividades en bares y restaurantes, e impuso un severo control mediante la generalización de un “pase sanitario”, que debe incluir la constancia de vacunación, haberse recuperado del virus o una prueba negativa reciente de coronavirus.
Protestas en Francia
Al igual que en Alemania, los grupos contestatarios franceses tienen –en todo caso por el momento– un poder limitado de convocatoria, pues las protestas que organizan desde hace tres semanas reúnen cada sábado unas 15.000 personas en París y otras 180.000 en las grandes ciudades el interior.
Los grupos de protesta están formados por una extraña alianza de grupos ideológicamente antagónicos de extrema derecha, ultraizquierda, ex “chalecos amarillos”, escépticos que no creen en la pandemia y adeptos de teorías complotistas que denuncian la existencia de una vasta conspiración de la industria de la “big-pharma” y los grandes grupos capitalistas.
Tanto los libertarios franceses como el movimiento Querdenker coinciden en sus posiciones antivax (hostiles a la vacunación contra el Covid), contra las medidas sanitarias de restricción aplicadas en ambos países y particularmente contra el “pase sanitario”, considerado como “liberticida”.
Algunos manifestantes portan carteles reclamando “libertad”, denunciando la “dictadura” en Francia o enarbolan la figura del presidente Emmanuel Macron caricaturizado como Hitler. Numerosos sectores de la opinión pública reaccionaron con vehemencia hace dos semanas cuando esos grupos se colocaron brazaletes con la estrella de David para comparar a las víctimas del confinamiento con los judíos deportados a los campos nazis de concentración durante la Segunda Guerra Mundial.
En Francia, donde más de 50% de la población recibió las dos dosis de vacuna, ayer se registraron 19.600 nuevas infecciones, particularmente en el litoral turístico del sudoeste del país. La situación también es alarmante en las islas del Caribe, especialmente en Martinica, donde la tasa de incidencia superó la barrera crítica de 1000 casos por 100.000 habitantes. Los hospitales franceses se encontraban al borde de la saturación, con 7600 enfermos de Covid –de los cuales 1139 están en terapia intensiva– y las admisiones aumentan a un ritmo de 350 a 400 personas por días.
Alemania, con el 52% de la población totalmente vacunada, registró un aumento de contaminaciones de 8,2%, pero la situación es mucho menos inquietante que en Francia, pues anteayer no hubo ningún ingreso en los hospitales, aunque se produjeron tres decesos.