Argentina acusa a Chile de avanzar sobre su territorio. Piñera responde que «ejerce su derecho»

El Gobierno argentino rechazó un decreto del presidente de Chile, Sebastián Piñera, que amplió la plataforma continental del país trasandino en los mares australes de modo tal que se superpone con la delimitación territorial argentina votada por el Congreso de la Nación en 2020. El presidente Piñera respondió públicamente “Lo que está haciendo Chile es ejercer su derecho y declarar su plataforma continental”.

La Cancillería argentina declaró que la resolución de Piñera –instrumentada a través de dos decretos del 23 de agosto- “claramente no condice con el Tratado de Paz y Amistad celebrado entre ambos países en 1984”, que clausuró el conflicto por el Canal de Beagle. El rechazo del gobierno argentino a la resolución de Piñera no busca desatar un conflicto diplomático sino sentar una postura oficial, afirmaron fuentes oficiales.

Los gobiernos de Argentina y Chile ya habían tenido un cortocircuito a principios de agosto, cuando un decreto de Alberto Fernández que fijó directivas militares contenía un error -se dijo- sobre el estrecho de Magallanes, lo que motivó una protesta chilena. Pero la disputa sobre la plataforma continental tiene raíces más profundas.

El canciller chileno Andrés Allamand había objetado en su momento la presentación que hizo Argentina ante la Comisión de Límites de la Plataforma Continental (CLPC) de las Naciones Unidas. Para el funcionario chileno, esa comisión “no tenía competencia” para avalar la demanda argentina. Que fue aprobada por unanimidad por la CLPC el 11 de marzo de 2016.

La Cancillería chilena había remitido al embajador argentino en Santiago, Rafael Bielsa, dos notas de protesta a raíz de la nueva demarcación argentina. Nuestra cancillería replicó este fin de semana que “la presentación oportunamente efectuada por el Gobierno argentino sobre dicha zona” ante la CLPC “se ajusta en todo al Tratado de Paz y Amistad” firmado en 1984, cuando se dio por cerrado el conflicto por el Canal de Beagle.

La postura argentina es que la presentación nacional “fue aprobada sin cuestionamientos por dicha Comisión con los efectos de establecer un límite marítimo definitivo y obligatorio de conformidad con la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CONVEMAR)”. “Ni la presentación ni la decisión de la Comisión fueron objetadas por Chile”, aseguró el ministerio que encabeza Felipe Solá.

Justamente ese punto es el que abrió una disputa interna en Chile, donde sectores patagónicos y vinculados a las Fuerzas Armadas reclamaban a Piñera que subsane el olvido de la diplomacia chilena ante la “nueva avanzada argentina”.

El origen del conflicto, ahora potenciado por la decisión de Piñera, data de 2009, cuando Argentina extendió la plataforma continental a las 350 millas náuticas, con aval de la CONVEMAR. Ante el silencio chileno, los que presentaron su propia demarcación fueron los británicos, a partir de las Islas Malvinas, con lo que se desató una carrera estratégica por “la puerta de entrada a la Antártida”.

La alianza entre chilenos y británicos se mantiene a través del puente aéreo entre las Malvinas y Punta Arenas y del “libre tránsito” de los espacios marítimos que también abarcan a las islas Georgias del Sur y Sandwich del Sur. Chile, a su vez, pelea por su propio acceso al territorio antártico. La ampliación de la plataforma continental que decretó Piñera persigue ese objetivo, más allá del mar territorial.

La Cancillería afirmó que “el límite exterior de la plataforma continental argentina en esta zona se refleja en la Ley Nacional 27.557, aprobada el 4 de agosto de 2020 por unanimidad en ambas Cámaras del Congreso de la Nación y promulgada por el Poder Ejecutivo el 24 de agosto de ese mismo año”.

“La medida intentada por Chile pretende apropiarse de una parte de la plataforma continental argentina y de una extensa área de los fondos marinos y oceánicos, espacio marítimo que forma parte del Patrimonio Común de la Humanidad de conformidad con la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar”, aseguró la Cancillería. (Chile votó su propia ley de demarcación de la plataforma continental el año pasado).

En la misma línea, sostuvo que “la pretensión chilena no es aceptable para la República Argentina y plantea una situación que corresponderá resolver a través del diálogo en defensa de los derechos argentinos; de acuerdo a la histórica hermandad de nuestros pueblos y el derecho internacional”.

 

 

Observación de AgendAR:

Consideramos que para entender este conflicto en su justa dimensión es necesario separar un elemento de coyuntura -el proceso electoral en marcha en ambos países- y otro, de gran importancia estratégica -los nuevos territorios submarinos que Comisión de Límites de la Plataforma Continental de las Naciones Unidas reconoció a nuestro país- pero que no es el punto central de este desafío. Un desafío que quedará en pie mucho después de las próximas elecciones.

Lo que reclama ahora Chile es una plataforma sobre el Atlántico Sur, no aguas profundas. Este reclamo sobrepasa el límite fijado por el tratado de 1984, en que Argentina abandonaba su reclamo por los islotes de Picton, Lennox y Nueva tras su ocupación de facto por las FFAA chilenas.

Para que Argentina firmara esa concesión, Chile tenía a su favor el desconocimiento por Argentina de un fallo arbitral de Gran Bretaña en favor de Chile.

El error de la diplomacia argentina era anterior a la situación de guerra inminente de 1978. Fue cuando aceptó semejante árbitro, no su obvio fallo en favor de Chile.

Así, en 1978 habríamos ido a la guerra como transgresores. Pero el tratado de paz de 1984 fijaba el meridiano 67° 16 Oeste como límite oriental de todo reclamo chileno, y el espolón submarino que ahora Chile llama propio rompe ese acuerdo. Y lo que reclaman tiene un alto valor económico: son aguas someras, biológicamente muy productivas por ser enteramente eufóticas: hay fotosíntesis desde la superficie hasta el fondo.

Por otra parte, la punta oriental del nuevo territorio submarino que Chile ahora llama propio llega muy cerca de las Orcadas del Sur, que están en la cartografía argentina desde el siglo XIX.

Lo que permite reclamos de hecho como este, por parte de Chile o de otras naciones más  fuertes, es nuestra falta de política pesquera, marítima y de industria naval, y nuestra indefensión técnica aeronaval. Más allá de cómo termine esto, era inevitable que sucediera, y no será lo último en suceder.

VIALa Nación - Mariano Spezzapria