La producción de arándanos en la Argentina creció significativamente desde la década del ‘90. Hoy, con cerca de 3.000 hectáreas implantadas se ubica sexto entre los cultivos frutícolas que más divisas generan para el país. Como muchas otras plantas, el arándano posee raíces que se asocian con hongos que mejoran su rendimiento.
Sin embargo, se conoce poco sobre la diversidad fúngica de nuestras zonas de producción. Para salvar este problema, en un estudio de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA), la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ) y el CONICET se aislaron e identificaron los hongos que se vinculan con las raíces del arándano, muchos de los cuales incrementaron el desarrollo y la supervivencia de las plántulas. Las investigadoras apuntan a acelerar el crecimiento de las plantas y a elevar los rindes del cultivo.
“El arándano, conocido científicamente como Vaccinium corymbosum, es una de las producciones frutícolas más importantes de la Argentina por la cantidad de divisas que genera. Lo exportamos principalmente a los Estados Unidos, de donde es originario. Se sabe que las raíces de esta especie se asocian con diferentes hongos del suelo que mejoran su desempeño.
Los hongos funcionan como una proyección de sus ineficientes raíces, permitiendo que la planta explore un volumen de suelo mayor. Los dos integrantes de esta relación se benefician, ya que los hongos obtienen carbohidratos de las plantas y ellas pueden absorber más agua y nutrientes del suelo”, explicó María Pescie, docente de la UNLZ y doctorada en la Escuela para Graduados Ing. Agrónomo ‘Alberto Soriano’ (FAUBA).
“Como en la Argentina es una producción relativamente nueva, se conoce poco sobre la comunidad de hongos con la que se relacionan las diferentes variedades del cultivo de arándanos. Por eso analizamos los hongos asociados a sus raíces en suelos de plantaciones de Buenos Aires, Tucumán y Entre Ríos, las tres principales zonas de producción. Luego, seleccionamos algunos hongos y evaluamos si tenían efectos benéficos para las plántulas, que son delicadas y poseen una raíz poco desarrollada”, agregó Pescie.
EViviana Chiocchio, docente de la cátedra de Microbiología Agrícola de la FAUBA, resaltó: “Encontramos una gran diversidad de hongos en el 30% de las raíces que analizamos, distinta a la documentada para arándano en el hemisferio norte. En nuestro caso, detectamos diferencias según la variedad del cultivo y la zona de producción. Los hongos que registramos más frecuentemente fueron Fusarium spp., Penicillium spp., Alternaria sp. Y Oidiodendron sp.
La docente, quien también es investigadora del Instituto de Investigaciones en Biociencias Agrícolas y Ambientales (INBA, FAUBA-CONICET), sostuvo que analizaron los efectos de Oidiodendron en las plántulas de arándano y hallaron que una cepa de este hongo duplicó la producción de biomasa de los plantines, mientras que otra cepa permitió aumentar su supervivencia hasta un 30%.
“Inocular los suelos con alguno de los hongos que encontramos puede ayudar a reducir la cantidad de fertilizantes que se aplican, a producir de una forma más orgánica y hasta puede mejorar la productividad de los arándanos comerciales. El siguiente paso será analizar si se pueden realizar inoculaciones a escalas más grandes que las que usamos en el laboratorio”, indicó Chiocchio. El estudio fue parte de la tesis doctoral de Pescie y se publicó en la revista científica Physiological and Molecular Plant Pathology.