Historia de una mala negociación: las vacunas de AstraZeneca que no llegaron en tiempo

«Un ambicioso acuerdo entre el sector privado y los Gobiernos de México y Argentina apenas llega a los 70 millones de dosis terminadas, menos de la mitad de lo que se prometió», publicó el 2 de este mes el diario El País, de España.

Es una crónica bien escrita, y deja claro algo que enAgendAR hemos defendido siempre: es necesario desarrollar la producción local de las vacunas. Pero… se apoya en las justificaciones del laboratorio mexicano Liomont. Que pueden ser verdaderas, pero no son toda la verdad.

A continuación, reproducimos la nota de El País. Acompañada por las observaciones que hizo nuestro colaborador Daniel Arias sobre este tema a otra nota, asimismo correcta pero demasiado acrítica, de hace dos meses. Y también algunos comentarios breves de este editor.

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«El anuncio llegó en un momento crítico. Era un mundo confinado y sin vacunas aprobadas, menos aún aplicadas. La pandemia había desatado una nueva carrera geopolítica entre las potencias y el resto parecía condenado a esperar en el reparto de las primeras dosis para combatir a la covid-19. Todo eso cambió en la segunda semana de agosto de 2020. Los Gobiernos de México y Argentina presentaron un acuerdo para producir en conjunto entre 150 y 250 millones de dosis del fármaco de AstraZeneca, uno de los prototipos más avanzados que había entonces.

El pacto, una colaboración sin precedentes que incluía también a la fundación del magnate Carlos Slim y a los laboratorios Liomont y mAbxience, no solo beneficiaría a ambos países, además potenciaría su distribución en toda Latinoamérica. A quince meses, sin embargo, se han terminado apenas alrededor de 70 millones de dosis, menos de la mitad del mínimo prometido.

“Es una gran noticia que México y Argentina sean los puntos referenciales en la producción de esta vacuna y que sea una solución para el continente”, dijo Alberto Fernández, el presidente argentino, el 12 de agosto del año pasado. El anuncio oficial llegó un día después con Andrés Manuel López Obrador, representantes de la farmacéutica y los secretarios de Salud y Relaciones Exteriores. “Es realmente algo excepcional que nos va a ayudar mucho a que se mantenga la esperanza”, declaró el presidente mexicano. “En el 2021 esperamos hacer 250 millones de dosis”, dijo Sergio Valentinotti, director de Ciencias de la Vida de Liomont, en una conferencia de prensa dos semanas después de la presentación del acuerdo.

«Estaba previsto “disponer de la vacuna a partir del primer trimestre del año próximo [2021]”, según dijo López Obrador. Pero ese pronóstico no se cumplió. El laboratorio argentino hizo su parte desde el inicio y envió desde enero el equivalente en granel a seis millones de dosis. La contraparte mexicana, sin embargo, se enfrentó a una serie de retrasos por una crisis mundial de suministros y por procesos de certificación de las autoridades sanitarias que hicieron que millones de vacunas se quedaran guardadas en almacenes en pleno pico de contagios en el país.

“Liomont tiene unos laboratorios excelentes y ha hecho todo lo que debía hacerse, pero se ha topado con un problema planetario que sufren también en Europa: hay mucha demanda de insumos y poca oferta”, comentó en febrero pasado el empresario argentino Hugo Sigman, la cabeza de mAbXience.

Las tensiones cruzaron las fronteras. “Tenemos un gran problema que se llama AstraZeneca”, lamentó el entonces canciller argentino Felipe Solá a finales de abril. En Argentina, el tema se volvía de a poco una olla de presión contra el Gobierno de Fernández, por privilegiar el pacto de la “vacuna latinoamericana” en vez de buscar soluciones con las farmacéuticas estadounidenses. Las autoridades del país sudamericano se reunieron entonces con representantes de la farmacéutica para exigir explicaciones, quienes a la postre admitieron los retrasos.

“Garantizar los suministros fue el primer gran obstáculo que vencimos”, cuenta Valentinotti en entrevista. El directivo de Liomont comenta que, al margen de lo que se podía interpretar en la prensa, las relaciones con los socios argentinos siempre han sido buenas. El principal problema fueron los insumos que venían de Estados Unidos, blindados por leyes proteccionistas y de seguridad nacional, un contratiempo que tuvo que ser superado con gestiones del Gobierno. “Productores en Estados Unidos como Pfizer, Janssen o Moderna eran los que acaparaban todo esto”, recuerda Valentinotti, aunque dice que los problemas en la cadena de producción “están completamente superados”.

“Hubo mucha presión en algún momento porque con la pandemia todos queríamos una vacuna”, admite Valentinotti. Martha Delgado Peralta, Subsecretaria para Asuntos Multilaterales de México explica que hubo “un desfase” de un par de meses en los tiempos previstos debido a la transferencia tecnológica, la reconversión de la planta y la curva de aprendizaje. “El plan original era poder llegar a los 150 [millones] en un año o durante el primer trimestre del año siguiente”, dice sobre el ajuste de las previsiones de entrega. El ritmo de producción es de 18 millones de dosis al mes. “Si eso lo hubiéramos logrado desde el principio, el proyecto ya habría concluido”, concede, aunque el pronóstico es que para febrero o marzo se llegue a la meta.

“En realidad, hasta donde yo recuerdo, los 150 millones no estaban acotados a un año en particular y todavía no acaba ese año desde que inició la producción de vacunas”, comenta la Subsecretaria mexicana y argumenta que no se puede ser tan tajante sobre los plazos porque depende a partir de cuándo se empiece a contar. “Lo que nos interesa en México en primer lugar es fortalecer la manufactura de vacunas en el país y eso lo logramos, y en segundo tener la capacidad de aliarse y complementarse con las manufacturas de otros países”, dice Delgado, “el de AstraZeneca fue el primer ejercicio de este tipo”.

A pesar de que en el anuncio los gobiernos fueron protagonistas, su papel se centró en aportar el “capital de riesgo” con acuerdos de precompra, el pago parcial por 77,4 millones de dosis de México y 22,4 millones de dosis de Argentina. También hubo una colaboración entre las agencias regulatorias de ambos países para agilizar la producción y un acompañamiento del proceso.

El primer lote, compartido por ambos países, se liberó finalmente en la última semana de mayo. “Ya se tiene la producción, después de un largo, complejo y azaroso proceso”, dijo el canciller mexicano, Marcelo Ebrard, durante ese anuncio. Hasta la segunda semana de noviembre, México había recibido de Liomont 35,6 millones de dosis producidas en su territorio, refiere la Cancillería. Actualmente, el país tiene un número similar de dosis de AstraZeneca terminadas en la planta local que las que importó de otros países.

Fuentes del ministerio de Salud de Argentina, en tanto, informan que recibieron 20,5 millones de los 22,4 millones de dosis comprometidas por AstraZeneca, pero no pueden precisar si todas salieron de Liomont. “Estamos hablando de todo AstraZeneca, que incluye las dosis del laboratorio Liomont envasadas en México y las de Amlyn Ohio, envasadas en Estados Unidos. Nosotros no tenemos contrato con México, el contrato es con AstraZeneca, que puede entregarnos de cualquier laboratorio que este presentado y aprobado ante ANMAT” , la oficina estatal que aprueba el uso público de los medicamentos, precisa la misma fuente del ministerio argentino.

La distribución de los más de 70 millones de dosis que se han fabricado hasta ahora está oculta por las cláusulas de confidencialidad de los contratos entre Astra y los gobiernos de cada país. Son datos que las propias autoridades mexicanas y Liomont aseguran que desconocen. “Son contratos entre privados, no son dosis envasadas por el Gobierno de México”, agrega Delgado. AstraZeneca, el único socio que tiene esa información, declinó una solicitud de entrevista para este reportaje, al igual que la Fundación Carlos Slim.

A grandes rasgos, puede decirse que la mitad de las dosis se ha quedado en México y el resto ha salido hacia Latinoamérica. “Sabemos que ha habido embarques a Argentina, Colombia, Perú, a varios países de Centroamérica y además ha habido donaciones de parte del Gobierno mexicano”, comenta Valentinotti. Esas donaciones suman casi 1,3 millones de dosis a siete países de la región: Paraguay, Belice, Bolivia, El Salvador, Guatemala, Honduras y Jamaica. Esas donaciones salieron de la planta de Liomont, de acuerdo con la Cancillería mexicana.

A estas alturas, los países que impulsaron el acuerdo, al menos, ya no tienen problemas en la disponibilidad de vacunas, en parte por aumentar sus capacidades de producción local y por diversificar su portafolio de opciones. En el incierto terreno de los boosters, las terceras dosis y los refuerzos que se requerirán en los próximos meses, Delgado adelanta que el Gobierno mexicano está en negociaciones para producir el fármaco de Pfizer, aunque son incipientes. Además de Astra, México tiene un acuerdo similar con China para envasar en su territorio la vacuna de CanSino y un laboratorio mexicano anunció que iba a hacer lo mismo con la Sputnik V, aunque ese proceso no ha avanzado.

Argentina, en tanto, ha podido avanzar en la manufactura de la Sputnik V a través de Laboratorios Richmond. Ya cuenta con cinco millones de dosis entregadas para consumo interno, gracias a un acuerdo de transferencia de tecnología con los creadores de la vacuna rusa. Richmond, de capitales locales, logró además financiación por 85 millones de dólares, una cifra inimaginable dentro del oscuro panorama económico argentino, para la construcción de una nueva planta con capacidad para fabricar hasta 500 millones de dosis al año.

“La gran noticia para nosotros es que podemos fabricar la vacuna para el país y América Latina aquí, en México”, dice Valentinotti. Los participantes del acuerdo coinciden en que el viaje ha sido complejo, pero que los atolladeros se han destrabado y abren la puerta a que continúe la colaboración. “No pensamos en cuándo se va a terminar el acuerdo”, dice el ejecutivo de Liomont, “nuestro objetivo es seguir fabricando hasta que sea necesario.»

Observaciones de AgendAR

(Ya habían sido publicadas el 13 de octubre, en Argentina frente a la pandemia del coronavirus: luces y sombras)

… Hoy, 13/10/21 estamos casi iguales a los EEUU en porcentaje de población con doble vacuna, un 52,2% ante el 55,7% allí. Pero por motivos muy diferentes: aquí porque todavía no llegaron suficientes vacunas, y allá porque el 33% de la población se niega a vacunarse.

Las muertes acumulativas por millón de habitantes confirman un mal desempeño argentino en una región que, este año, llegó a ser la de peores números.

La Argentina acumula a la fecha 2531,98 muertes por millón, contra 1759,95 de Uruguay, 1955,20 de Chile, 2808,55 de Brasil (cifra muy dudosa; sus expertos afirman que puede ser muy superior, es necesario aclarar), y 2141,31 de los EEUU.

La dinámica del Covid-19 en Argentina vio sólo dos olas: la de fines de invierno de 2020, en la que el país llegó a un pico de 788 muertes en un solo día el 1ro de Octubre, y la de otoño-invierno de este año, en que llegó a 602 muertes el 11 de junio.

El primer pico fue motorizado por la cepa Kent inglesa, y el segundo pico por las dos regionales, la Manaos brasileña y la Andes de los países andinos, con muy poca aparición de la cepa Delta de la India, ya dominante sin embargo en toda la región, incluidos Brasil y los países andinos.

El cierre de fronteras, especialmente las aeronáuticas, este año hizo la diferencia. La zona más poblada de la Argentina, el cinturón de megalópolis desde La Plata hasta Córdoba y Mendoza, quedó aislada de la entrada masiva de la cepa Delta mientras se avanzaba con la vacunación.

Este último factor, la inmunización, ahora está pisando por primera vez los números de Argentina a la baja dentro de la región. Es una caída muy brusca desde el pico de la segunda ola. Y mayor que la de nuestros vecinos de mapa.

Argentina tiene ahora en octubre 19,17 contagios por millón de habitantes, contra 34,97 de Uruguay, 43,96 de Chile y 71,9 de Brasil. Tal vez estamos empezando a ver la diferencia de performance entre vacunas.

La población de esos países fue básicamente vacunada con Sinovac, muy disponible pero sólo de un 51% de eficacia a doble dosis, mientras que los dos caballitos de batalla del Ministerio de Salud argentino tuvieron como piso el 79% de la Sinopharm y el 91,6% de la Sputnik-V como techo. Su único problema es lo que tardaron en ir llegando.

Los números argentinos de muertos por millón podrían ir mejorando a principios de 2022 comparados con los del resto del Cono Sur, si se comprobara que estas dos fórmulas, Sinopharm y Sputnik-V, promueven una respuesta inmune no sólo más eficaz sino más duradera y basada no tanto en anticuerpos como en la acción de los linfocitos T8. Chile y Uruguay ya están dando terceras dosis, por si las moscas.

A recordar, estas dos fórmulas eran un plan B. El gobierno argentino, como plan A, tuvo la AstraZeneca fabricada a razón de 25 y luego de 50 millones de dosis por mes a partir de agosto de 2020 por mAbxcience, en Garín, provincia de Buenos Aires.

Inexplicablemente, el Ministerio de Salud aceptó la imposición del financista mexicano Carlos Slim y el consentimiento del grupo Insud, dueño de mAbxcience, según la cual la vacuna formulada en bruto aquí se exportaría sin el fraccionamiento y distribución local de al menos el pedido inicial pactado y pagado por Argentina, de 22,4 millones de dosis. Ese ida en tambores y vuelta en ampollas de 14.800 km. por aire es de suyo un sinsentido logístico, aunque seguramente calmó la ansiedad de Slim de que aquí no nos quedaríamos con las vacunas de México.

Por el contrario, México se quedó con las nuestras. Toda la producción de mAbxcience se lleva al país azteca, donde debía hacerse el proceso de terminación, o «filtering-filling», en laboratorios Liomont… que por empezar carecía de los filtros y redomas para ello. Aquí había y de sobra, a 240 y a 400 metros de distancia de mAbxcience, en Biogénesis Bagó y en Sinergium Biotech, empresas donde el grupo Insud es copropietaria y propietaria total respectivamente. Biogénesis es la mayor exportadora mundial de vacunas anti-aftosa, por dar una idea.

Cuando empezaron a pasar la primavera y el verano sin que las 22,4 millones vacunas de AstraZeneca fabricadas en Argentina se pudieran suministrar en Argentina, el gobierno nacional prefirió priorizar el derecho privado sobre la necesidad nacional. Tenía argumentos de sobra para incautar menos de un mes de producción de mAbxcience, terminarla en Biogénesis o en Sinergium (¡sin salir siquiera de Garín!) y distribuirla rápidamente.

Por el contrario, cuando en Liomont encontraron por fin los filtros y los frasquitos, las dosis de AstraZeneca fueron regresando al país en cuentagotas, mientras la rampa de contagios y muertes en Argentina se iba literalmente al demonio. Todavía en agosto de 2021 Liomont nos debía 9 millones de vacunas. Un éxito, lo de dejar decisiones críticas del estado en manos de multinacionales y billonarios amigos y re-filantrópicos. ¿Qué puede salir mal?

Que la nota de Página 12 diga que aquí se vacunó rápido y prefiera no preguntarse cuántos argentinos murieron por la doble negativa del gobierno de intervenir en un contrato tan a contramano del interés argentino, periodísticamente hace ruido. Entiendo menos aún su distracción frente a la renuencia del gobierno a actuar de oficio, cuando incluso ese mal contrato fue incumplido. Esta discusión hoy, gracias a el creciente aluvión de arribos de Sinopharm y Sputnik, se volvió contrafáctica y casi académica.

Pero cuando estábamos finalizando 2020 ya con 55.000 muertos (muchos miles de los cuales no deberían haberse siquiera contagiado) la discusión era sanitaria, política, urgente y de vida o muerte. Ningún medio de opinión masivo, fuera pro-gubernamental u opositor, quiso darla. Y todavía hoy se prefiere no mentar esa soga en casa del ahorcado. Pero ahí está. No llegamos por casualidad a tener 116.000 muertes.

Nos salvó la rápida reacción de la actual ministra de Salud, Carla Vizzotti, al comprar Sputnik-V y Sinopharm cuando todavía sus ignotos fabricantes no tenían publicaciones en revistas occidentales u aprobaciones de la OMS, y menos aún de las agencias regulatorias de EEUU y la UE. De hecho, a la vacuna rusa la OMS todavía le encuentra el pelo en la leche, pese a que a una sola dosis da un 78,6% de protección, un 15,51% más que la AstraZeneca con dos (63,09%). Por esas cifras, la fórmula del Instituto Gamaleya ya fue autorizada por 70 países que suman 4000 millones de habitantes, la mitad de la humanidad.

Recordamos que en la emergencia y cuando aún no era ministra, Vizzotti no sólo fue previsiblemente vapuleada por la oposición por decidir en soledad, ojeando traducciones precarias de informes escritos en cirílico y mandarín, y a puro talento de vacunóloga, a favor de fórmulas «flojas de papeles». También le pegaron varios popes de su propio palo político.

En EEUU, donde sólo se usaron fórmulas de altísima eficacia (94,1% Moderna y 95% Pfizer BioNtech), el contagio sigue altísimo, con 281,8 casos por millón frente a nuestro 19,17%. Esto vuelve a sugerir que, dentro de ciertos parámetros, parece mejor tener más vacunados que mejores vacunas. Y es que los EEUU son un caso extremo que se va de registro: el tercio de población anti-vacunas está enfermando al resto del país.

Ahora lo que está sumando diferencia protectora al cepo aéreo argentino es el despliegue vacunatorio y el testeo rápido de antígenos en los sitios de ingreso. Dentro de no mucho deben ser evaluados por la ANMAT dos de fabricación nacional, el de la UNSAM (Universidad de San Martín) y el de la FIL (Fundación Instituto Leloir). Sin herramientas de ese tipo, un regreso rápido al egreso e ingreso irrestricto a través de nuestras fronteras promete ser un bumerang.

Con poco más de la mitad de su población con doble vacuna y alrededor de 15 millones de habitantes sin ninguna vacuna (un tercio del total, exactamente como en EEUU), si se eliminaran totalmente las restricciones a los viajes internacionales la Argentina estaría muy a tiempo de una irrupción de cepa delta y una tercera ola. Cepa que en el Cono Sur, salvo aquí, ya se impuso sobre las demás porque es un 160% más contagiosa que la cepa original Wuhan del SARS CoV2.

Sucedió en Gran Bretaña y en Israel, y cuando sus respectivas poblaciones estaban mejor vacunadas que la nuestra a fecha de hoy. Hasta que más de un 80 por ciento de los argentinos, adultos y niños, no tenga su doble dosis de fórmulas efectivas, aquí no se puede hablar de inmunidad colectiva.

Daniel E. Arias

Observaciones de AgendAR – 2da. parte

Vale la pena señalar que AstraZeneca se limitó a seguir en esta oportunidad la práctica habitual de las multinacionales manufactureras, de todos los rubros. Hay muy pocos productos que tengan algo más de complejidad que las «commodities» que se venden a granel, cuya producción no se realice en diferentes etapas en varios países.

Las razones son fiscales, logísticas y7o de mercado, pero lo cierto es que es una práctica muy extendida. «Cadenas de valor plurinacionales».

Claro, cuando se trata de vacunas, de medicamentos desesperadamente necesarios en medio de una pandemia, esta práctica industrial puede causarles problemas. A AstraZeneca se los produjo en la Unión Europea, con incautaciones y juicios por parte de gobiernos más severos que el nuestro.

Ofrecemos tres conclusiones: el Estado no debe vacilar en financiar la producción nacional de productos que pueden ser imprescindibles o estratégicos. Al contrario de la suposición habitual, NO son más caros ni de menor eficacia. Sucede que no hay otro Estado o una firma multinacional que ofrezca créditos «preaprobados», y a nuestros gobiernos, y nuestros opositores en las legislaturas, les resulta más difícil aprobar las partidas necesarias.

La segunda, que, cuando las cadenas de producción en distintos países son inevitables, el gobierno debe llegar a acuerdos con los otros Estados involucrados para minimizar maniobras y corrupción.

La tercera, es muy vieja: siempre conviene tener un plan B.

A. B. F.

VIAEl País