Argentina vende ingeniería nuclear a China

Calandria de una CANDU 6, con los tapones que sellan los tubos de presión

A los periodistas se nos enseñaba, desde los tiempos de la Olivetti Léxikon 80, en aquellas redacciones turbias de humo de cigarrillo, que sólo hay noticia cuando sucede algo muy a contramano de lo habitual, como que un hombre muerda a un perro.

Que Nucleoeléctrica Argentina (NA-SA) le haya vendido un importante paquete de ingeniería a CNNC, su contraparte empresaria en el país más nuclear del planeta, China, es “Habemus noticiam” de aquí… a la China (literalmente). ¿Pero califica para evento “hombre muerde perro”?

Para casi todo argentino, sin duda. Pocos saben que somos país de punta en un par de frentes tecnológicos potentes, y uno es el nuclear. Y es que Argentina construyó su primer reactor nuclear científico en 1958, y está en el negocio de las centrales nucleares desde 1967. China empezó su primera nucleoeléctrica en 1991.

MUY a diferencia de nosotros, los chinos se nuclearizan a velocidad warp. En el campo núcleoeléctrico compraron y absorbieron las tecnologías de Francia, Canadá, Rusia y EEUU (vía Japón): ya dominan todas las nacidas en Occidente mejor que Occidente, y están desarrollando varias nuevas y propias.

Es cierto que nuestro despliegue nuclear estuvo largamente intercurrido por gobiernos pro-petróleo o pro-embajada. Y es cierto que de un modo típicamente chino, el de ellos fue un arranque de Fórmula Uno. A 31 años de conectada su primera centralita de 288 MW, hoy tienen 53 operativas (mayormente, grandes), 18 en construcción, 35 en planificación avanzada, y 90 más bajo consideración regulatoria. Ah, y acaban de avisar que de aquí a 2050 van a construir 200 centrales más.

Pero no hay que ofuscarse con estos detalles. De centrales de uranio natural y agua pesada con tubos de presión, diseño canadiense llamado CANDÚ, China sabe un poco menos que nosotros, aunque tiene una más. Y de retubarlas, saben bastante menos, porque todavía no metieron mano a ello.

¿Podrían hacerlo solos? Por supuesto. Pero son pragmáticos: cuando compran un activo físico o un servicio aprenden rápido todos los cómos y por qués, y después se las arreglan solos.

Lo que NA-SA le está facturando a CNNC (China National Nuclear Corporation) es asesoramiento técnico para el retubado de su central Qinshan 1, no el retubado en sí. Ojalá lo fuera: entonces hablando de entre U$ 1.500 y U$ 2.500 millones.

“La participación de NA-SA en el retubado de Qinshan va a ser insignificante como porcentaje del total. Lo nuestro son servicios de ingeniería”, aclara los tantos José Luis Antúnez, titular de la constructora y operadora nuclear argentina y estatal.

¿Qué hay de especial en esta venta de servicios?, pregunto.

“Se venden a una tarifa unitaria excelente a nivel internacional. Es 100% talento, conocimiento y experiencia lo que vendemos. La cantidad de horas es la que realmente se insume y todos los gastos están a cargo del cliente”.

¿Es decir que no hay fierros involucrados?, pregunto.

“No, no hay”.

Pucha. Pero ojo, se vienen más cosas. Y hablo de fierros. Promesa.

Sobre la complejidad china de retubar una CANDÚ

La parte específicamente CANDÚ del complejo nuclear de Qinshan, con las unidades 1 y 2. NA-SA está vendiendo asesoría técnica para retubar la 1.

La máquina a la que vendemos este servicio está en un bonito paisaje costero de la provincia de Zhejiang, dentro del mismo complejo nuclear llamado genéricamente Qinshan. En China ya va para sitio histórico porque allí en 1991 se inauguró la primera máquina nucleoeléctrica local, un reactor de uranio enriquecido, potencia muy baja (288 MWe) y diseño totalmente autóctono.

Ese primer ensayo no tiene nada que ver con la planta que nos ocupa, que es de uranio natural, agua pesada, tubos de presión, diseño 100% canadiense, 700 MW eléctricos, se inició en 1998 y está en línea desde 2003. Esa central básicamente canadiense tiene agendado retubamiento para 2033, o tal vez uno o dos años más tarde. Esa fecha todavía es flotante: se suman años de operación efectiva, no años de calendario, y hay que deducir las paradas de mantenimiento.

Los años activos y los cronológicos coinciden bastante debido a la muy buena disponibilidad de las CANDU 6: arañan o superan el 90%. Como sea, 2033 parece lejos, pero en esta industria se planifica a largo plazo.

La primera orden de trabajo de CNNC enlista lo siguiente: ingeniería operativa para drenado y secado del sistema de moderador, impacto radiológico de cada una de las fases del retubado, diseño del cronograma de actividades, lecciones aprendidas en la puesta en marcha y operación del herramental para el retubado de Embalse, análisis de recursos humanos antes y después del proyecto.

Los argentinos que irán a China son de la Gerencia de Servicios para Centrales de NA-SA, con notable mayoría de cordobeses y de quienes retubaron Embalse entre 2010 y 2019. Hubo que recontratar a muchos, porque cuando desembarcaron en NA-SA las autoridades macristas y pararon el Programa Nuclear Argentino en seco, casi toda la Unidad de Gestión fue echada. No todos quieren volver, o se atreven a ello.

De “retubadores” sacamos chapa desde 2018, cuando la central volvió al ruedo y se pudo ver que andaba joya. Embalse es otra CANDÚ 6 pero más vieja que Qinshan, aunque muy parecida. Hay 3 países que saben retubar centrales de uranio natural de tubos de presión y diseño canadiense. Son obviamente Canadá, pero también Corea del Sur y la India. Los últimos 2 no están en armonía diplomática con China. Canadá tampoco, y aunque «business are business» en todas partes, probablemente los canucks son caros y ajenos (todavía) a grandes alianzas comerciales con el Reino del Medio.

Retubar una CANDÚ es tomarla a los 30 años de operación, cuando los tubos de presión empiezan a pandearse, es decir a doblarse por el medio por acción sumada de la gravedad y el daño térmico y neutrónico. Basta un pandeo submilimétrico para que la reacción nuclear empiece a perder potencia. Esta reacción en las centrales de uranio natural se fogonea trabajosamente sólo gracias a la acción del agua pesada sobre los neutrones liberados por la fisión del uranio 235: los frena bastante, lo que paradójicamente los vuelve más físiles. Una de las cosas que hacen tan a prueba de accidentes graves a las CANDÚ es que ante cualquier salida de parámetros de diseño tienden a apagarse solas.

Como una CANDÚ está hecha básicamente de distintos tipos de tubos de muy diferentes aleaciones especiales, y parte de la tarea se realiza en sectores de la instalación activados radiológicamente por 3 décadas de irradiación, el retubamiento es un trabajo endemoniadamente meticuloso en materia de radioprotección del personal. Se necesita rotar muy rápido un contingente muy grande de gente muy experta.

Aquí cuesta décadas conseguir esa enorme base de recursos humanos en Argentina. Toda vez que la teníamos y llega un antinuclearista al gobierno nacional, la desbanda con facilidad.

En cuanto al retubamiento, es algo que garpa para cualquier país propietario de estas máquinas. Una CANDÚ de 700 MW hoy debería salir U$ 6000 o 7000 millones, y dura algo más 30 años, como casi cualquier otra central del siglo XX. Las cosas cambiaron, y ahora el último diseño CANDU llamado ACR, que las autoridades regulatorias chinas aprobaron en 2016, está pensado para durar 60 años.

Con el retubado a los 30 años de una CANDÚ 6, de acuerdo al estado de la central, se la sube al menos un 7% en materia de potencia, se la actualiza en seguridad (algo que cambia todo el tiempo tanto en tecnología como en legislación), y la instalación vuelve a la palestra para 30 años más de trabajo al 100% de potencia.

De yapa, se liga siempre una mejora de disponibilidad, que en las CANDÚ de suyo suele ser notable en su primera vida útil. La expectativa es sobrepasar el 91% o más. Y ese trabajo, de acuerdo a lo que haya que reemplazar, anda entre U$ 1500 y U$ 3000 millones. Es como comprarse una central nueva, aunque por entre la mitad y una cuarta parte de su precio.

Lástima tener una sola CANDÚ.

Pero ojo, ya estamos yendo por la segunda. Fue una de las cosas que prometió hacer Antúnez, cuando fue nombrado. Pero incluso entre canduceros viejos, que siguen siendo legión en la CNEA, NA-SA y desde ya en empresas como CONUAR (Pérez Companc) e IMPSA, muchos son escépticos por post-trauma.

Pero Antúnez se parece un poco a otro prócer nuclear, Franco Varotto, el fundador de INVAP y de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE): cumplen. Lo que habría que recordar es que cuando nombraron por primera vez a Antúnez en NA-SA, Atucha 2 era una obra abandonada oficialmente desde hacía 23 años, pero el tipo prometió que la iba a terminar porque era una mancha en el honor nacional.

Terminar cosas es negocio, y además está el honor

2014, los titulares de NA-SA y CNNC firman la financiación de 2 centrales, una de uranio natural y construida por Argentina, y otra de uranio enriquecido y construida por China. Argentina incumplió.

Antúnez, como la mayoría de la vieja guardia nuclear formada por Jorge Sabato, era y es “canducero”, y no logra distinguir entre el honor nacional y el propio. Las centrales alemanas le parecían demasiado complejas y caras. Pero las cosas se hacen por honor. En 37 años de periodismo científico no usé jamás esa palabra, y sólo en este artículo ya van 3 veces…

Atucha 2 en 2006 constaba de unos 80.000 componentes desarticulados, muchos de ellos almacenados en carpas llenas de nitrógeno, con humedad y temperatura controladas, para escaparle a la oxidación. Aplausos para la gente de fe (y de honor, van 4) que garantizó su conservación, contra toda esperanza y sin mayor recompensa. Pero ya había un 5% de piezas faltantes.

La central estaba al 90% de avance en lo fácil, obra civil (básicamente, hormigón armado), aunque no en lo metalúrgico, difícil y nuclear: en tuberías, estaba el 60%, y en montaje electromecánico, debajo del 20%. El proveedor alemán original, KWU-Siemens, no existía más. En un ataque germánico de ecologismo finolis, Siemens había vendido KWU a la francesa AREVA.

“Contar con nosotros no pueden, hein?”, le dijeron a Antúnez. AREVA tuvo una actitud totalmente distinta: “¿Mais pour quoi no tiran toda cette merde de vieille ferraille allemande, fierros viejos, quoi, y nos compran una merveilleuse y reluciente central EPR de 1600 MW, mes chers amis? Se ofendían mucho cuando se les contestaba que pasaban los años sin que ellos hubieran podido completar esa octava maravilla, la EPR 1600 reluciente.

Sin padrinos internacionales, el 90% de los argentinos tecnológicos se declara huérfano, agita la bandera blanca y depone las armas. Los que se emperran en la trinchera, los realmente sabatianos, son poquísimos y de yapa, medio viejos, pero andá a pararlos.

Tras 6 años de gobierno antinuclear por Alfonsín, 10 por Menem, 3 por De la Rúa, 1 y medio por Duhalde, y los 3 años de indefiniciones que les tomó a los Kirchner (por petroleros adoptivos) el redescubrimiento del átomo, no había recursos humanos para terminar Atucha 2. Desbandados, y tratá de juntarlos.

Faltan soldadores “de alta”. Los que tenemos no sirven. ¿Por qué no se jubila y se va a casa, Antúnez? Entonces Antúnez va y pone una escuela de soldadores de alta dentro del predio de Atucha 2. Y al par de años tiene cientos. Los tiene el país, en realidad.

Y así como se calificaban soldadores en la obra, se calificaban ingenieros. Sumando los recibidos en el Instituto Balseiro, con la tinta del título todavía fresca, más los que se terminaron formando en las empresas proveedoras, Atucha 2 le dio al país 400 ingenieros nucleares nuevos, todos en actividad, y -esto es lo maravilloso- una tenue cadena de abastecimiento «Industria Argentina».

Antúnez, no tenemos agua pesada. Necesitamos 600 toneladas y Ud. sabe, sin agua pesada, la central ni arranca. ¿Y la Planta Industrial de Neuquén, la PIAP, qué pasa con ella? Abandonada, jefe. Entre jubilados y despedidos casi no le queda gente, y técnicamente está hecha percha. Y casi no hay proveedores internacionales de agua pesada. Cada país fabrica la suya, y cobran un ojo. Bueno, che, que la CNEA y Neuquén arreglen la PIAP, es de ellos. Pero jefe, Neuquén avisó que no va a poner un mango…

Antúnez tardó 8 años en terminar Atucha 2. Costó un huevo, pero cada año, con apenas 120 toneladas de uranio natural, Atucha 2 produce 5,7 millones de MW/hora, más o menos el consumo eléctrico de toda Mendoza, y con eso evita el quemado de 1000 millones de metros cúbicos de gas natural. ¿Por qué piensa Ud., lector, que el sector Oil & Gas siente tan poco afecto por lo nuclear? El retubado de Embalse, ahora que la máquina está más potente y con más disponibilidad, viene logrando un ahorro comparable.

Póngale precio al ahorro de 1000 millones de m3/año de gas, lector o lectora, y extiéndalo a 60 años. Este fluído está definitivamente caro en este momento de la historia humana. Alemania rehúye una guerra con Rusia y se pelea con toda la OTAN sólo por no quedarse sin gas en medio del invierno, y rogando que no se lo aumenten.

Pero además aquí los muchachos de ese sector (ver artículo de ayer) quieren que paguemos el precio internacional, no el local. Ayer, cuando el barril mundial estaba desinflado, por el piso, había que pagárselos más caro, el famoso «barril criollo», porque decían que estaban perdiendo plata, je. Ahora inflan otra vez el globo de la globalización, pero generalmente esa gente se sale con la suya siempre. A la luz de ello, ¿se justifica lo que se patinó el kirchnerismo en terminar Atucha 2?

En 2006 se estimó que con U$ 700 millones más, Atucha 2 se terminaba. Pero hizo falta bastante más e ignoro la cifra final, y no sé si la voy a conseguir. Es decir, conseguí varias, demasiadas. ¿Cuánto cuesta poner una escuela de soldadores de alta en un país que cerró las ENET, las Escuelas Nacionales de Educación Técnica? ¿Y fabricar 400 ingenieros nucleares nuevos, porque tantas empresas de ingeniería dejaron los fierros y vivieron décadas cobrando peaje en las rutas? Y si lográs saber cuánto cuesta, ¿cuánto vale?

En 2006, cuando se pensó en la resucitacion cardiopulmonar de Atucha 2, ya se llevaban gastados U$ 3250 millones (según MIS falibles números) y la mayor parte en gastos improductivos por obra parada: renegociación de contratos, indemnizaciones por despido, ese tipo de cosas. Plata gastada en destruir país.

¿Y qué costo le ponemos a los recursos humanos destruidos, los ingenieros, físicos, químicos, metalurgistas y “combustibleros” nucleares que se fueron del país o de la profesión entre 1983 y 2006? ¿Y a las empresas nucleares que en lugar de trabajar a 3 turnos trabajaban a uno? ¿Y las que cerraban?

Pero Atucha II se terminó y pueden verla. Creo -me puedo equivocar- que nunca va a ser tan buena como Embalse en materia de disponibilidad por compleja, pero es MUY robusta, impecable por seguridad, no emite gases invernadero, y trabaja aunque no llueva, no haya viento y no brille el sol. Grave diferencia con las máquinas catalogadas como renovables.

Cuando asumió por 2da vez en NASA, en 2021, José Luis Antúnez juró dos cosas: que no iba a hablar de otra CANDÚ hasta que no terminara con la Hualong-1 china, porque hemos incumplido unilateralmente con el documento firmado entre gobiernos en 2014, y eso es una herida en el honor (5ta mención de la palabra) nacional.

El gobierno macrista efectivamente paró AMBAS centrales, es decir detuvo el despliegue de 1870 MWe disponibles 24×7. Además de que la falta de potencia de base nos está costando apagones a rolete, para sustituir esos megavatios faltantes habrá que quemar casi 3000 millones de metros cúbicos anuales de gas de Vaca Muerta, en lugar de exportarlos. Economistas, es no pagar jamás la maldita deuda. Ecologistas, es mucho más fracking.

Terminación de Atucha 2 en 2014, aquella tarea aparentemente imposible. Y el fracking que lleva evitado…

Antúnez no habla, por ende, de la CANDÚ. Además, se niega a llamarla por ese nombre. Para él, esa central se llama “Proyecto Nacional”. Se concentra en negociar los términos de la Hualong-1 con los chinos, que no son tipos fáciles, incluso cuando no están ofendidos (y en este caso lo están). Sin embargo, como se ve, nos compran cosas que no tienen. Son pragmáticos.

Yo por mi parte sé que NA-SA está diseñando y haciendo el análisis de costos de los componentes más críticos de una CAN… perdón, una Proyecto Nacional. Esos ítemos se van a fabricar en el país y pagar con las magras ganancias de NA-SA, que cobra la electricidad a un poco menos de la mitad del precio subsidiado del que gozan los 5100 MW de renovables ya instalados.

En 2023, se chamuya por los pasillos nucleares, esos artículos se van a estar fabricando, todos «Industria Argentina». Sin financiación china. Sudor local, nomás. IMPSA y CONUAR contienen el aliento, y de las 100 PyMES que estuvieron en el retubamiento de Embalse, o de las 140 que terminaron Atucha II y logran seguir vivas, ni hablar.

Hablamos de algunas piezas gigantescas, como la calandria, o las bombas de refrigeración del primario. Y de innumerables ítems de tamaño menos dramático, pero de calidad nuclear: aleaciones raras, tolerancias mínimas, controles de calidad paranoicos, etc. Prometí hablar de fierros, y lo hice.

Está todo muy complicado, pero, estimados/as… en 2006 no estaba mejor.

Daniel E. Arias