La presencia de cianobacterias en algunos cursos de agua de Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos y en un lago en Córdoba exigen «extremar los cuidados» a la hora de refrescarse en los días de calor, según alertó el Ministerio de Salud.
La circular de la cartera sanitaria señaló que este tipo de bacterias «constituyen una potencial amenaza para la salud ambiental y humana» y señaló que «niños, niñas, mujeres embarazadas y personas con el sistema inmunológico debilitado o que presenten algún problema de salud previo» deben aumentar los cuidados.
Este problema ya se había detectado en lagos y estanques, en marzo de 2019, como advertimos en ese momento en AgendAR. Ahora el fenómeno aparece más extendido.
El ministerio reportó la presencia de cianobacterias en las costas del Río de La Plata, a la altura de Berisso y Ensenada; en el municipio de Tigre; en la laguna bonaerense Gómez, en Junín; en el lago San Roque, en Córdoba; en lagunas de Santa Fe como Juan de Garay, en Santo Tomé, y Setúbal, en la capital; y en el río Uruguay, a la altura de la provincia de Entre Ríos.
¿Cómo distinguir la presencia y síntomas de las cianobacterias?
De una tonalidad azul verdosa –como si hubiese pintura o yerba dispersa en el agua– las cianobacterias son microorganismos que se nutren de la materia orgánica alojada en el agua y realizan fotosíntesis. Las toxinas que liberan pueden provocar una amplia variedad de infecciones gastrointestinales, respiratorias, neurológicas, de la piel, de los oídos y de los ojos. Los síntomas más comunes son diarrea, erupciones cutáneas, dolor de oído, tos e irritación ocular.
La exposición a las cianobacterias puede darse tanto por la ingesta de aguas contaminadas, como por la inhalación de los aerosoles que desprenden estas aguas. También se indicó que «existe la posibilidad de infección si la persona que ingresa al agua presenta algún corte o herida abierta».
Si bien no todas las cianobacterias producen toxinas, sí lo hacen entre el 50 y el 75 por ciento. Por lo tanto, las autoridades, recomiendan como de vital importancia adoptar una actitud preventiva, considerándolo como toxígeno hasta poder comprobar lo contrario.
«Lo que es poco frecuente es que se expandan tanto como está ocurriendo en la cuenca del Paraná. Eso sí tiene que ver con la intervención humana. En este caso está bastante claro que influyó el nitrógeno de los fertilizantes y las consecuencias ecológicas del desmonte», explicó Luciano Iribarren, miembro del Observatorio de Humedales del Delta cuando el fenómeno se hizo masivo en el Paraná, a fines de 2020.