El presidente ruso, Vladímir Putin, anunció este jueves (miércoles a la noche, hora argentina) que había decidido realizar «una operación militar especial para defender Donbass». Afirmó que el objetivo es «proteger a las personas que han sido objeto de abusos y genocidio por parte del régimen de Kiev durante ocho años».
El ingreso de sus tropas en el este de Ucrania ha sido registrado por satélites. Corresponsales de varios países destacados en la capital de Ucrania informaron haber escuchado explosiones esta noche. Eso parece coincidir con las afirmaciones del Ministerio de Defensa ruso: «Las instalaciones de defensa antimisil ucranianas y la infraestructura de sus bases aéreas están inhabilitadas».
El Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, pidió «Presidente Putin, pare el ataque». El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, condenó la agresión rusa a Ucrania y advirtió momentos después de que esta empezara de que «el mundo hará que Rusia rinda cuentas». La Unión Europea ya había aprobado sanciones contra Rusia.
Nadie planteó medidas militares, y no se cree que el ejército ucraniano esté en condiciones de detener al ruso, vastamente superior en número y armamento.
Es cierto que el ministro de Defensa británico dijo que le habían «pateado el culo» al zar Nicolás I en Crimea en 1853, y estaba dispuesto a repetirlo. Pero no parece haber sido tomado en serio, ni siquiera por los rusos.
De todos modos, aunque los enfrentamientos militares no se prolonguen, las consecuencias económicas repercutirán en todo el mundo. Los precios de las commodities, petróleo, gas, soja, cereales, que ya habían empezado a subir, seguirán ascendiendo.
En el plano de la política internacional, ha comenzado -o se ha refirmado- una nueva Guerra Fría.
A. B. F.