Una investigadora del Conicet fundó la compañía que cultiva erizos marinos en cautiverio. Se usan para fabricar compuestos nutracéuticos.
Al poco tiempo, con un grupo de colegas, fundó «EriSea«, una empresa de base tecnológica que funciona en Puerto Madryn y que ya está a punto de lanzar sus primeros productos al mercado. La flamante startup utiliza como materia prima huevos no fecundados de erizos de mar, una especie prácticamente no explotada en Argentina. Y, acorde a los tiempos que corren, su emprendimiento sigue una filosofía original y poco común en el mundo empresario: respetar a rajatabla el bienestar de cada animal y solo fabricar los preparados en un formato sustentable.
Desconocido
«Aunque en Argentina no es un plato conocido ni se lo considera para la pesca comercial, en el mundo el erizo de mar es un animal comercializado por la industria gastronómica. De hecho, en algunas regiones se lo consume en altas cantidades», dijo la doctora Tamara Rubilar.
Y agregó, «en naciones como España, Japón o Chile es muy buscada a punto tal que en algunas regiones hay instituciones que se dedican a criar ejemplares juveniles en cautiverio para luego soltarlos y lograr repoblar algunas zonas que ya están sobreexplotadas».
En el caso de Argentina el uso del erizo será muy diferente: aprovechado en forma sustentable, sin afectar los ejemplares salvajes y con cada animal tratado y cuidado -a lo largo de su vida- bajo cánones éticos. Y este formato innovador nació gracias a una necesidad personal, a una serie de casualidades y a las convicciones de una bióloga.
«Mi segundo hijo», contó Rubilar, «nació en 2012 con varios problemas de salud. Tenía niveles bajos de glóbulos blancos y fuertes alergias a diversos alimentos. El tratamiento que los médicos le recetaron incluía el uso de corticoides». Claro que la toma a largo plazo de estos fármacos no es inocua y afecta el desarrollo de los chicos.
«Con mi marido no nos podíamos conformar, así que en mis ratos libres me puse a leer bibliografía y contactarme con inmunólogos buscando que otra cosa podíamos hacer».
Para esa misma época, el background profesional de Rubilar se había consolidado con su trabajo de años estudiando a los equinodermos, un filo (grupo) de animales que comprende a los erizos, estrellas y pepinos de mar. «El año en que nació yo trabajaba con colegas para poner a punto un alimento balanceado que pudiera ser utilizado en acuicultura para cultivar mejor a los erizos de mar».
Después de mil charlas con colegas, analizar papers y hablar con médicos, consideraron que para que su hijo mejorara su calidad de vida tenían que lograr «disminuirle» la inflamación celular y modular su sistema inmune.
«La literatura médica suele recomendar el uso de compuestos antioxidantes presentes en frutos como el arándano o el maqui, pero mi hijo no los toleraba. Y entonces empezamos a investigar otras moléculas antioxidantes pero de origen marino, que se podían obtener partiendo de compuestos producidos por el metabolismo de los erizos de mar cuyos huevos no fecundados contienen moléculas conocidas como espinocromas, que aportan polifenoles con efectos antioxidantes. «En concreto esos compuestos se obtenían a partir de los erizos, ¡qué justo era el animal con el que yo trabajaba a diario en mi laboratorio!», comentó Rubilar.
Lo que siguió fue un trabajo detectivesco que implicó ponerse en contacto con un grupo de científicos rusos, que desde su instituto en Siberia, habían descubierto, clasificado y usado esas mismas moléculas para desarrollar un fármaco cardiológico inyectable, con efectos antiinflamatorios y que se usa en Alemania para tratar cardiopatías.
Rubilar se enfocó en analizar los huevos no fecundados de los erizos de su laboratorio y comprobó que estaban repletos de espinacromas «saludables». Así que mientras las estudiaban en detalle comenzó a darle a su hijo preparados caseros hechos en base a ese elemento «sabiendo, por supuesto que era algo seguro e inocuo ya que son alimentos que se consumen regularmente en otros países».
¿Qué pasó? Que ese tratamiento natural le generó efectos positivos, disminuyendo la inflamación y modulando las reacciones alérgicas de manera tal que pudieron bajar la dosis de corticoides que le recetaban regularmente hasta llegar a interrumpirla por completo y solo continuó tomando inmunoglobulinas.
RESPETAMOS A RAJATABLA EL BIENESTAR DE CADA ANIMAL Y SÓLO FABRICAMOS NUESTROS PREPARADOS EN FORMA SUSTENTABLE.
«Más allá de que nuestro caso puede ser anecdótico, toda la situación nos llevó a pensar que era importante explorar mejor las posibilidades terapéuticas de esos derivados. Por eso seguimos estudiándolas, primero en nuestros ratos libres, hasta que finalmente cambió la línea de trabajo y nuestro laboratorio que funciona en el CENPAT del Conicet se especializó en este tema», rememoró la científica.
En 2017, ante una convocatoria de emprendedorismo, Rubilar esbozó sus ideas y hallazgos sobre el valor medicinal, y económico, que podrían aportar estos metabolitos. Y así comenzó a incubarse una Startup, que finalmente se constituyó con el aporte financiero de una pesquera de Puerto Madryn y el know-how de expertos de diversas disciplinas que entrevieron la oportunidad de incursionar en un nuevo negocio.
«Así armamos «Promarine Antioxidans» que hoy ya elabora tres productos diferentes en base a las espinocromas obtenidas de nuestros erizos y en algunas semanas más lanzaremos al mercado varias formulaciones», adelantó la experta.
Bioética
Pero este emprendimiento decidió trabajar de un modo poco común para una compañía comercial: la startup opera bajo estrictas normas éticas de bienestar animal, un asunto en el que Rubilar es también referente y autora de numerosas publicaciones científicas. «Nuestra idea no es pescar y faenar sino trabajar con unos 2000 erizos en cautiverio. De ese plantel extraemos la materia prima, de manera adecuada y ética, en la que es la primera planta piloto de acuicultura de erizos de mar de América Latina. Por supuesto, esos ejemplares no se sacrifican sino que viven en tanques apropiados, a la temperatura ideal y reciben alimentos y cuidados. «Sabemos que los erizos tienen comportamientos sociales y que se estresan en diversas situaciones. Por eso armamos un protocolo de trabajo que cuida su bienestar», destacó la investigadora del Conicet. Además, desarrollaron y patentaron un proceso biotecnológico inocuo pero que logra generar que sus erizos liberen sus huevos y produzcan hasta 500 veces más espinocromas que sus equivalentes en mar abierto. Así logran un rendimiento mucho mayor de materia prima, pero siempre asegurando el bienestar animal y sin tener que recurrir a solventes ni químicos contaminantes.
Poder sumar estos polifenoles marinos a la dieta cotidiana sería, según la científica, un aporte importante para la salud. «Nuestros suplementos dietarios pueden ayudar a contrarrestar parte de los efectos dañinos que genera el ingerir regularmente una alta cantidad de alimentos ultraprocesados», finalizó.
Productos antioxidantes
La compañía estará lanzando 3 productos: uno se combina con extractos de algas -que también cultivan en su planta productiva- y su efecto es disminuir la inflamación celular y aportar moléculas del complejo vitamínico B y ácido fólico. Otro producto es equivalente al nutracéutico elaborado en Rusia. Tiene efectos antioxidantes y ayuda a controlar el colesterol y la glucosa. La utilidad de este preparado ya está siendo ensayado en pruebas de doble ciego randomizadas, que fueron financiadas con un subsidio del Ministerio de Ciencia para analizar sus efectos en la evolución de 100 pacientes de hospitales como el Santojanni y el Muñiz. El objetivo es precisar sus efectos terapéuticos en personas con secuelas de Covid-19 (aún siguen sumando candidatos desde el mail: [email protected]). El último es un complemento que aporta ácidos grasos omega 3 (EPA y DHA) y fosfolípidos y sus propiedades son similares al aceite de Krill que estimula el funcionamiento del sistema cerebro-vascular.
Enrique Garabetyan