Un informe de la Cámara Eólica Argentina (CEA) asegura que la generación eólica permitirá reducir compras al exterior de combustibles por u$s 3.250 millones en 2022. Este monto que cuadruplica al de 2021, por el aumento de la producción y de los precios internacionales.
A los actuales precios, el costo de combustible por cada MWh desplazado es superior a los 230 u$s/MWh, con lo cual más que triplica el costo de un MWh renovable. Por cada 100 MW eólicos de capacidad instalada, y a lo largo de su vida útil, Argentina ahorra 336 millones de dólares, multiplicando por tres la inversión inicial, concluye el informe de la CEA.
Genneia, empresa socia de la cámara, ya anunció inversiones en los próximos dos años por u$s 200 millones en parques de energía renovable. Los dos nuevos proyectos anunciados son el parque solar “Tocota III”, de 60 megavatios -MW- de capacidad instalada, ubicado en la provincia de San Juan; y el parque eólico “La Elbita”, de 103,5 MW de capacidad instalada, ubicado en la ciudad de Tandil, en la provincia de Buenos Aires.
Al mismo tiempo, la empresa fabricante de aluminio Aluar anunció que invertirá u$s130 millones para avanzar en la Etapa IV del Parque Eólico que posee a unos 20 kilómetros de la ciudad de Puerto Madryn, en la provincia de Chubut. La nueva etapa del parque constará de 18 aerogeneradores de 4,5 MW de potencia nominal, y sumará para diciembre de 2023 81 Mw de potencia a la actual producción de energía renovable.
Comentario de AgendAR:
Muchas veces hemos informado, y analizado, el tema de las energías renovables en nuestro portal. En particular de la energía eólica, hace una semana publicamos un extenso artículo «Malos vientos para la energía eólica (Cuando sólo el viento es nacional)», que detalla los problemas que enfrentan los parques eólicos para conseguir repuestos, en estos tiempos de escasez de divisas.
Resumimos la advertencia y reiteramos nuestra propuesta: «Desde fines del siglo XX, dos generaciones de parques eólicos dan cuenta del desarrollo alcanzado en nuestro país.
En el inicio de este siglo, la mayoría de los parques de primera generación quedaron inoperantes por los inconvenientes técnicos y los obstáculos financieros y regulatorios, fruto de la fluctuación político-económica del país.
Esta situación puede volver a repetirse, porque, como dijimos en el título de esa nota «Sólo el viento es nacional».
Nuestro vecino Brasil tuvo una política distinta para desarrollar los parques eólicos que hoy tachonan la larguísima costa atlántica brasileña, privilegiada -como casi todo litoral marítimo- por la constancia de su régimen de vientos.
No un gobierno sino sucesivos, establecieron lo mismo: los fabricantes extranjeros de turbinas van a tener ventajas y promociones, pero deben fabricar sus equipos íntegramente en Brasil.
Así, en Brasil la electricidad se vende en moneda local, y el mantenimiento y las reparaciones se hacen en moneda local. No tienen problemas para importar repuestos, porque los fabrican allí.
Justamente, en AgendAR estamos muy a favor de la energía eólica, no sólo por su capacidad de proporcionar energía limpia. También es por la de crear trabajo calificado.
Subrayamos: muy calificado. La fabricación de las decenas de miles de componentes de una turbina grande, incluído el tren de transmisión y las palas, emplea maquinado de precisión, aleaciones especiales, materiales dopados con tierras raras para los componentes magnéticos, y sobre todo la fabricación de las palas capa sobre capa de telas de fibra de vidrio o de carbono, que es absolutamente artesanal y además abre camino a otros dos negocios nacionales: la fabricación de cascos navales de plásticos reforzados, y la de aviopartes.
No es demasiado tarde para alentar a la industria nacional que puede abastecer a los parques eólicos.
Si no lo hacemos, está el ejemplo de esa generación anterior de parques eólicos. Por ejemplo, el Ing. Morán de la Cooperativa de Servicios de Comodoro Rivadavia. Con el 1 a 1 de Menem, los equipos daneses se compraron a precios muy razonables. Luego se rompieron. Más tarde se rompió la convertibilidad, y el dólar quedó entre 3 y 4 veces más caro, y más aún los repuestos.
De tanto estar parados y deteriorándose, algunos molinos empezaron a derrumbarse, porque el viento sigue costando lo mismo: nada. Pero es bastante brutal, y desgraciadamente era el único componente argentino.