La hambruna global que amenaza, y el lugar de Argentina en este escenario

Las estimaciones de The Economist -una fuente «usualmente bien informada»- son: hambre para 250 millones de personas, inseguridad alimentaria para 1.600 millones.

Lejos de este cuadro global, en nuestro país hay inseguridad alimentaria para una parte de la población, y eso significa que los más vulnerables, especialmente los niños- pueden pasar hambre.

Pero el problema en la Argentina tiene características especiales: porque somos un gran productor de alimentos. Para ayudar a debatir el problema, y qué es lo que debe hacerse, reproducimos la introducción de The Economist, los comentarios de una fuente muy cercana al gobierno actual, y nuestras propias inquietudes sobre el tema.

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«En los países desarrollados la gente se ha familiarizado con la idea de una crisis del costo de la vida, pero eso no comienza a captar la gravedad de lo que se avecina. La guerra en Ucrania está golpeando un sistema alimentario global debilitado por el covid-19, el cambio climático y un shock energético anterior.

Las exportaciones de cereales y semillas oleaginosas de Ucrania se han detenido en su mayoría y las de Rusia están amenazadas. Los precios del trigo, que subieron un 53 % desde principios de año, subieron otro 6 % el 16 de mayo, después de que India dijera que suspendería las exportaciones debido a una ola de calor.

Juntos, Rusia y Ucrania proporcionan el 28 % del suministro mundial de trigo, el 29 % de la cebada, el 15 % del maíz y el 75 % del aceite de girasol.

Las exportaciones de alimentos de Ucrania normalmente alimentan a 400 millones de personas en todo el mundo. El alto costo de los alimentos básicos ya ha elevado el número de personas que no pueden estar seguras de obtener lo suficiente para comer en 440 millones, a 1600 millones. Casi 250 m están al borde de la hambruna. Si, como es probable, la guerra se prolonga y los suministros de Rusia y Ucrania son limitados, cientos de millones de personas más podrían caer en la pobreza. El malestar político se extenderá, los niños sufrirán retraso en el crecimiento y algunas personas morirán de hambre.»

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La preocupación por una posible falta de abastecimiento de alimentos también se discute en el gobierno nacional. Según público el diario Ámbito, el tema se abordó en la reunión de Gabinete que se realizó el jueves en Casa Rosada.

El ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación, Daniel Filmus, destacó el impacto que podría generar la aprobación de la variante de trigo transgénico HB4 resistente a la sequía, tanto en el aumento de la productividad en zonas de mayor estrés hídrico como en «la consolidación de las reservas» del Banco Central, por su aporte al ingreso de divisas.

Filmus formuló declaraciones al término de la reunión de gabinete, en las que informó que en el encuentro analizó junto con su par de Agricultura, Ganadería y Pesca, Julián Domínguez, «el impacto que podría tener el acuerdo científico tecnológico» entre el CONICET y la empresa Bioceres en el desarrollo de una variante de trigo transgénico resistente a la sequía.

Al respecto, el jefe de Gabinete, Juan Manzur, puso de relieve el «aporte muy importante» que realizó la Argentina «a través de su sistema científico-tecnológico», en un contexto marcado por el alza del precio y la escasez del trigo a escala mundial, tanto por la invasión de Rusia a Ucrania como por la decisión de India de cerrar las exportaciones del cereal.

Por su parte, Filmus señaló que «Brasil, China, Australia y Nueva Zelandia dieron aprobación a las modificaciones genéticas», lo que abre «una potencialidad enorme que tiene que ver con la producción y la exportación».

Aseguró que la variante de trigo transgénico aprobada «brinda por lo menos la posibilidad de un 20% de potencialidad mayor», en especial en «las zonas donde el estrés hídrico es más fuerte».

Asimismo, indicó que consideró junto con el ministro de Economía, Martín Guzmán, la incidencia de la aprobación de esa variante en «la consolidación de las reservas» internacionales del Banco Central, en tanto representaría un significativo ingreso de divisas por exportaciones.Tanto el trigo HB4 como la soja de la misma denominación son producto del trabajo del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral (a cargo de la científica Raquel Chan), que depende del Conicet y de la Universidad Nacional del Litoral, en asociación con Bioceres.

Comentario de AgendAR:

«Cuando en Europa entran en guerra, sube la demanda de lo que Argentina produce». Una observación que tiene bastantes décadas, pero en este caso hay un problema.

El trigo proporciona casi una quinta parte de las calorías del mundo y especialmente llena los estómagos de los pobres. Ha aumentado de precio, y los productores argentinos -como los de algunos otros países, Brasil, EE.UU.- se preparan a satisfacer la demanda.

Con los recursos de la agricultura industrial moderna, se está en condiciones de alimentar al mundo. O, por lo menos, a la parte de la población mundial que puede pagar el precio.

El problema es que la población argentina también es consumidora del trigo, del pan. Y en la mayor parte, sus ingresos no han aumentado tanto como la tonelada de trigo. No han aumentado, a secas.

Este problema es muy tradicional en Argentina. Hay actas del Cabildo de Buenos Aires del siglo XVII que registran el choque de intereses entre los que cultivaban entonces el trigo y los consumidores.

Y no tiene una solución «técnica». Ni siquiera un logro científico como el trigo resisten a la sequía cambia la situación en el presente y el futuro cercano.

Los intereses inmediatos de ambas partes están en conflicto. Y la tarea del gobierno -de cualquier gobierno, en todo el mundo- es dictar una solución que contemple esos intereses inmediatos y los de largo plazo.

Y dada la relación de bancas actual en el Poder Legislativo, necesitará también acuerdos políticos. No será fácil.

A. B. F.