Las razones del «festival de importaciones»

«Los precios globales de las commodities que exporta la Argentina están, en promedio, entre los más altos de la historia reciente, y también los volúmenes exportados. Las liquidaciones de las divisas por los exportadores acompañan ese crecimiento. Pero las reservas del Banco Central no crecen, y faltan divisas para las importaciones necesarias».

Estas afirmaciones -las hemos corregido para darles más precisión, pero el sentido no varió- pertenecen a José del Río, secretario general en un medio opositor como es La Nación.

Del Río -un buen profesional- lista en la nota los motivos que encuentra para el problema. También aquí tenemos diferencias de detalle, pero en general las encontramos válidas, y las reproducimos como aparecieron:

  • Siete de cada diez autopartes que se utilizan para la producción local de coches terminados vienen del exterior.
  • Un 55% de las drogas que tienen como insumo las farmacéuticas para la producción de remedios no habla castellano.
  • El 90% de los celulares y LCDs que dicen fabricado en Tierra del Fuego cuentan con tecnología externa.
  • Los tubos de acero sin costura que fabrica Techint para exportar al mundo necesitan del mineral de hierro importado.
  • Cabrales requiere de los granos de café y Arcor del cacao para sus chocolates. Ninguno tiene sustitución local.
  • Seis de cada diez insumos que se importan no tienen un proveedor local que pueda abastecerlos, según la Cámara de Importadores de la República Argentina (CIRA).
  • Nueve de cada diez empresas grandes utilizan al menos un insumo importado y el 67% de las pymes requieren de un proveedor externo porque no tienen alguien que localmente pueda abastecerlos.

Por otro lado, este editor -que expresa aquí sus opiniones pero siempre trata que  se diferencien claramente de las noticias- tiene un blog personal donde ayer trató este mismo tema. Lo enfoqué desde la óptica del oficialismo, y señalé que también desde ahí se pasaba por alto un dato clave. Reproduzco mis comentarios (los lectores de AgendAR disculparán el estilo informal del blog):

«Un festival de importaciones en el país trimonetario

El «festival de importaciones» por el que estamos atravesando -casi 9 mil millones de dólares en mayo, casi la quinta parte de lo que el FMI le prestó al Mauricio, en un mes– provocó indignación en la vicepresidenta Cristina Kirchner y preocupación en el nuevo ministro, Daniel Scioli (No recuerdo ahora qué habrán dicho Alberto Fernández y Martín Guzmán, pero supongo que sería en tono resignado).

Empecemos por reconocer aquí -todas esas autoridades ya lo tienen claro, así como los que saben algo de economía- las raíces estructurales del problema: 1) la industria argentina consume más divisas (dólares) importando sus insumos que los que produce exportando; cuando la economía crece (y ahora está creciendo), aparece la «restricción externa». 2) el consumo de la numerosísima clase media argentina (desde hace 60 años se puede leer en los medios «Las políticas del gobierno /todos, en estos 60 años/ la están destruyendo», pero parece ser difícil de matar) tiene un % muy alto de productos importados, incluido (obvio) el turismo al exterior.

Reconocido esto, queda el hecho que despertó las alarmas: las importaciones han llegado a niveles mucho más altos de lo que puede explicar el aumento de la producción industrial (no es tan grande) y un boom de consumo que no existe. Por eso, esas responsables personas que mencioné hablan de «maniobras especulativas».

Eso sí, ninguna quiso mencionar el hecho obvio detrás de la especulación (además de que a todo el mundo le gusta la guita, claro). Como este blog no tiene ninguna responsabilidad, lo digo: el dólar está barato.

Tengo que apurarme a señalar algo: en nuestro país, para la percepción de casi todo el mundo, el valor «real» del dólar es el «blue» (hoy, $219+, no?). El dólar CCL, el MEP, es cosa de los gerentes de finanzas; el «cripto», de un círculo aún ménor). Pero el dólar al que se importa y exporta y se gasta en el exterior (más impuestos) –es decir, el 99% de todos los dólares que entran y salen de Argentina– es el oficial. $ 128, si Pesce no dispone otra cosa. Por eso lo de «país trimonetario» en el título de este post.

Es el dólar oficial el que está barato. ¿En qué me baso para decir esto? Obvio: en el festival de importaciones. Como no se puede comprar más de 200 dólares al mes en el mercado oficial -salvo que uno tenga una petrolera, o fabrique caños para un gasoducto que se necesita desesperadamente- se compran mercaderías en el exterior. En la jerga, los que pueden «stockean».

Para defenderse, porque no saben a qué valor tendrán que reponer los productos que venden; para conservar el valor de su dinero; para especular… los motivos son de interés para psicólogos o confesores. No son de la expertise de este blog. El hecho es que lo van a hacer, lo tienen que hacer, en una economía capitalista.

Hay otros sistemas, claro. La URSS tenía el Gosplán; el Incario, los Qollcas, almacenes comunitarios. Pero el Gosplán sabemos que no funcionó bien: esa economía se derrumbó. No tengo idea si los qollcas eran eficientes o no, en el Perú pre-Pizarro. Pero en todo caso es teórico.

Como no debería sorprender a nadie, en el capitalismo funcionan los incentivos capitalistas. Si el precio «real» del dólar, el de las importaciones y exportaciones y gastos en el exterior, se encarece, se va a importar menos (y viajar menos a Europa, el Caribe y Miami, que pesa menos que las importaciones pero no es insignificante).

Claro, las consecuencias son mucho más graves que el previsible titular de La Nación «El gobierno persigue a los que pueden viajar al exterior«. Como todo lo que se consume en Argentina tiene insumos importados (pensemos en el combustible, sólo para empezar) la devaluación del dólar oficial alimenta la inflación (que ya está bastante gordita, gracias).

¿Hay solución a esto? Y sí. La gran mayoría de los países que tenían altas tasas de inflación en los ´80 lo solucionaron (después Putin invadió Ucrania, pero nada es para siempre).

Quedó demostrado que es posible (Aquí lo habíamos hecho en 1952, pero en el nutrido folklore peronista no se pone énfasis en eso. Raro). Requiere poder político, un funcionariado eficiente y decidido, y sobre todo tiempo. ¿Ustedes dicen que son las tres cosas que este gobierno no tiene? Pero, che…»

A. B. F.