INVAP obtuvo la semana pasada financiamiento para desarrollar tres proyectos tecnológicos destinados a las Fuerzas Armadas argentinas: un vehículo aéreo no tripulado, y los prototipos de dos nuevos modelos de radar.
El Ministerio de Defensa informó que el Instituto de Ayuda Financiera para Pago de Retiros y Pensiones Militares (IAF) participó, junto a varios oferentes del sector privado, en la licitación realizada por la empresa rionegrina. Esta consiguió por primera vez, a través de Obligaciones Negociables, el financiamiento del mercado de capitales local para materializar varias iniciativas tecnológicas.
La empresa de desarrollos tecnológicos recaudó así un total de 569 millones de pesos, lo que superó el techo previsto al principio.
Los tres proyectos nuevos son: un Vehículo Aéreo No Tripulado (VANT) RUAS-160, un prototipo de radar de apertura sintética para todo tipo de vehículos no tripulados y un prototipo de radar anti-dron.
Desarrollo de AgendAR:
Es importante tener en cuenta que con lo obtenido en esta licitación INVAP sólo financia nuevos proyectos, no sus gastos corrientes. Que están bastante cubiertos, porque la firma está facturando sus buenos U$ 100 millones de dólares, mayormente por exportaciones de tecnología compleja.
Estos fondos serán destinados al proceso de reequipamiento y modernización de las Fuerzas Armadas, que el Ministerio de Defensa, conducido por Jorge Taiana, impulsa a través del Fondo Nacional de la Defensa (FONDEF). Pero no son parte de lo que recibe del FONDEF, sino un plus sobre el mismo.
Creado en 2020 ley 24.948, el FONDEF se financia con un porcentaje del total de Ingresos Corrientes del Estado Nacional, que arrancó en 0,35% en 2020 y en 2023 llegará al 0,80%. Esto es algo que jamás existió en nuestro país, y una vía lenta, pero segura, de sacarlo de su situación de indefensión.
Los nuevos ingresos desde el mercado financiero pagarán la entrada en producción del RUAS-160, un helidrón. En la jerga, es un sistema de vehículos aéreos no tripulados de alas rotatorias. Es compacto y de gran autonomía y está destinado a la Armada Argentina. Puede operar desde espacios muy reducidos de cubierta donde un helicóptero tripulado sencillamente no entraría. De él escribimos muchas veces en AgendAR, entre ellas aquí.
Pero el RUAS-160 tiene un porvenir quizás aún mayor en el mercado civil, como helidrón de vigilancia aérea (lo está testeando la Provincia de Santa Fe), y como aparato agrícola de aplicación aérea de agroquímicos, automatizada y de precisión, casi libre de deriva. Esto lo vuelve muy atractivo para campos medianos y chicos, o rodeados de vecinos rurales o urbanos que insisten en no ser fumigados. Lo que sugiere posibles exportaciones, además.
Uno los socios-desarrolladores iniciales de INVAP en del RUAS-160 es un contratista rural santafesino, Marinelli Technology, lo que explica las buenas críticas y pedidos de cotización que despierta el aparato cada vez que se presenta en ferias como Expoagro.
El otro socio importante, Augusto Cicaré, el genio bonaerense de la fabricación de helicópteros livianos, murió el año pasado. Pero su firma en Saladillo, con un notable pasado de exportador al Primer Mundo, sigue firme.
INVAP tiene con 9 satélites exitosos en su haber, 2 todavía en vuelo y varios más planificados o a punto de iniciar su integración. Pero con este helidrón puede pasar de fabricante espacial a aeroespacial. Llamativo, para una empresa que nació puramente nuclear.
Las Obligaciones Negociables también posibilitarán el desarrollo de un prototipo de radar de apertura sintética. Éste debe funcionar en todo tipo de vehículos no tripulados, lo que significa un tamaño compacto, un primer destino en el RUAS-160, y planes (o al menos posibilidades) de que INVAP diseñe otros drones de otros tipos y tamaños, especialmente de ala fija.
De hecho, entre 2014 y 2016 esto INVAP lo venía haciendo hasta que el gobierno nacional dejó de pagarle trabajos entregados en radares, y le suspendió contratos. Desde la guerra de Malvinas que aquí hubo gobiernos que trataron de eliminar totalmente las industrias de defensa, especialmente las de complejidad. Y casi lo han logrado.
Lo que nos lleva al prototipo de radar anti-dron. No es algo que la Argentina pueda darse el lujo de no tener. Como se demostró en la reciente guerra de Azerbaiyán contra Armenia y hoy en la de Ucrania y Rusia, el dron cambió totalmente el modo de combatir: es una de las peores amenazas para los vehículos blindados y logísticos, la pesadilla de las baterías misilísticas antiaéreas móviles, e incluso una amenaza letal para los aeródromos.
Con drones primitivos, improvisados con cuadricópteros de fotografía aérea que se adquieren en supermercados y dotados de simples minas Claymore de fragmentación, se pueden armar ataques sorpresa y desde corta distancia factibles de destruir en tierra una batería antiaérea. O una flota entera de cazas supersónicos.
Incluso los drones que parecen juguetes ya no lo son. Están bajando hasta el absurdo los costos de guerra, y arrojan dudas sobre el futuro de algunos sistemas de armas como el tanque o el avión de combate tripulado, aparatos que reinan desde hace un siglo sobre el campo de batalla, pero que cada son cada vez más complejos y caros.
De modo que no sólo hay que tener drones propios, sino saber detectar y atajar los ajenos, cosas que se aprenden en simultáneo.
Una vez diseñados estos tres nuevos sistemas, el RUAS-160 naval, el radar compacto de apertura sintética y el antidron, todos serán propiedad intelectual de la cartera de Defensa y podrán producirse en serie.
La articulación entre el Ministerio de Defensa, las Fuerzas Armadas, INVAP y organismos como el IAF tratan de resucitar las industrias para la defensa, reactivar la economía y darle vitaminas a la alicaída soberanía nacional.
La participación del IAF, en particular, forma parte de la estrategia de diversificación de inversiones que el organismo emprendió en diciembre de 2019. Dio como resultado económico un incremento importante de su fondo de capitalización.
El apoyo del Instituto a los proyectos desarrollados por INVAP va muy a lo seguro porque la barilochense ahora tiene, como base, el respaldo del FONDEF. Éste no supone cifras fastuosas pero da previsibilidad legal, permite trazar planes y garantiza que vayan saliendo en tiempo y forma, más allá de las dificultades que suponen las tecnologías nuevas. Pero además Las Obligaciones Negociables adquiridas dan un piso sólido -y razonablemente libre de baches bursátiles globales- al pago de retiros y pensiones del personal militar de nuestro país. Es una situación donde todas las partes ganan.
Esta operatoria debutó en 2020, cuando por primera vez en su historia, el IAF otorgó un crédito a FAdeA (Fábrica Argentina de Aviones) para el desarrollo y fabricación del avión IA-100 «Malvina», una aeronave de entrenamiento primario para darle su «sylabus», más o menos equivalentes a las primeras 100 horas de vuelo, a los cadetes en formación de la Fuerza Aérea. Previsiblemente, la iniciativa fue objetada por Mariano de Vedia desde el diario La Nación, y nuestra respuesta como portal fue ésta.
El Malvina, en desarrollo desde 2015 y ya con un demostrador tecnológico en vuelo, fue discontinuado en 2016 por el gobierno de Mauricio Macri. Resucitado en 2020, el proyecto avanza hacia un prototipo que deberá cumplir con las homologaciones FAR de aeronavigabilidad civil. Es un aparato moderno, fuerte, el primero de materiales compuestos en nuestra historia aeronáuica, sencillo, de motorización pistonera, bien provisto de aviónica e instrumentación complejas. Pero el precio es muy competitivo en términos mundiales (alrededor de U$ 1 millón por unidad contra los U$ 2,5 millones del único aparato equivalente), básicamente porque en su 80% es una máquina que se construye localmente y en pesos.
Pero además al Malvina se le pueden sacar versiones civiles más baratas para taxi aéreo, avión corporativo y avión escuela de aeroclubes. Lo de apalancar jubilaciones en aviones fue una novedad conceptual, encontró rápida aceptación de los beneficiarios del IAF, y ahora la idea que impulsó el Malvina entre los muchos proyectos de la cordobesa FAdeA se acaba de ampliar a la firma tecnológica barilochense.
INVAP fue creada hace más de 45 años en San Carlos de Bariloche. Sus autoridades suelen decir -y no del todo en broma- que las oficinas en la calle Maipú casi Corrientes, en CABA, son una sucursal. No les falta razón: en Bariloche es donde diseñan y fabrican cosas. Y sucursales de venta y posventa tienen en EEUU, Australia, Arabia Saudita, Holanda y en varios lugares más del mundo.
INVAP ya lleva 22 años como mejor exportador mundial de pequeños reactores nucleares de investigación y o fabricación de radiosótopos médicos, con dos unidades vendidas en Perú (éstas en realidad, como contratista de la Comisión Nacional de Energía Atómica). Pero luego vendió por la propia en Argelia, Egipto, Arabia Saudita, Australia y Holanda. No podría haberlo hecho sin su agilidad legal para compras y contratos de empresa privada, y no le habría dejado tanto rédito a su país y su provincia si no perteneciera al estado de Río Negro como una SE, o Sociedad del Estado.
INVAP pasó las de Caín entre 1983 y 2006, y más acotadamente, entre 2016 y 2020, con tres ocasiones en que pareció que cerraba. Pero hasta ahora, siempre en el último minuto la salva el estado: el estado peruano, el argelino, el egipcio, el australiano, el holandés, la monarquía saudita y siguen las firmas. Porque la firma barilochense gana licitaciones a lo perro, y en general más por calidad que por precio.
Y algunas veces, como en este caso, recibe apoyo del estado de su país.
INVAP está calificada como constructor satelital y socio espacial por la NASA, y hoy por fin está consolidando sus incursiones pasadas en defensa, comunicaciones, energía, seguridad y control de grandes espacios.
Después de varios intentos de la Fuerza Aérea dar de baja el IA-58 Pucará, el avión más exitoso de la vieja Fabrica Militar de Aviones (precursora de la actual FAdeA) y el único que recibió pedidos internacionales por centenares, este Ministerio de Defensa inventó el Pucará Fénix.
Este nuevo Puca ya no es un simple aparato de ataque a tierra, sino un animal más complejo: un avión todo tiempo para vigilancia de tránsitos aéreos y terrestres, legales, ilegales u hostiles. Es algo así como un AWACS -un centro en vuelo de comando y control-, pero de 2 motores, apto para operar desde pistas de tierra, y de bajo costo operativo.
El Puca Fénix lleva a bordo un primer radar de apertura sintética de INVAP en banda X, sensores electroópticos giroestabilizados hechos por INVAP y FixView, y un «data link» para comunicarse en red y en forma encriptada con otos aviones, radares terrestres y navales, baterías antiaéreas y de artillería, y centros de comando. Todo, «made in Argentina».
La intrusión -aparentemente sistemática y todavía inexplicable- de aviones chilenos en el espacio aéreo del sector argentino de Tierra del Fuego se hizo posible gracias a la instalación de un radar de vigilancia aérea de INVAP en Río Grande, en el Norte de la isla. Antes, no teníamos ni idea del asunto. Esto no cura el problema, pero lo diagnostica. Es un comienzo.
Éste es el 8vo país del planeta por superficie, está lleno de recursos naturales y si todo eso no se puede defender, se pierde. Y no en el sentido simbólico: en el geográfico.
Por suerte también la Argentina tiene recursos humanos calificados, con INVAP como caso testigo límite. Se ha vuelto una demostración práctica de lo que pasa cuando cientificos, tecnólogos y la industria argentina pueden trabajar.
Nos alegra que las Obligaciones Negociables de INVAP se valoren bien y tengan demanda. Una parte de la Argentina sigue apostando por la Argentina.
Daniel E. Arias
PD: Un oportuno llamado de INVAP aclara algunas cosas. Primero, que U$ 100 millones/año es más bien lo que la empresa factura, NO LO QUE GANA.»Ya quisiéramos», añaden.
Segundo, que ya es la quinta vez que INVAP emite Obligaciones Negociables, u ON. Hace no muchos años, por ejemplo, se usaron para mejorar la infraestructura de la nueva sede de Bariloche, donde hay equipamiento muy sofisticado en las «salas limpias» de integración y testeo de satélites.
Tercero, en INVAP subrayan que el IAF y otros compradores le tienen fe a las ON de INVAP no sólo por motivos patrióticos, sino porque mantienen su valor y se pagan religiosamente. La CNV, o Comisión Nacional de Valores, les da normalmente su calificación máxima.