Rafael Grossi, director general del Organismo Internacional de Energía Atómica, recorrió las instalaciones donde CNEA construye el prototipo de la Central Argentina de Elementos Modulares (Carem).
Grossi arribó al Complejo Nuclear Atucha ubicado sobre las costas del Río Paraná a la altura del partido bonaerense de Zárate (en la localidad de Lima) luego de visitar al presidente Alberto Fernández. Con el analizó la potencialidad del Carem para ser protagonista de un mercado estimado en 300 mil millones de dólares
Grossi se reunión con el presidente Fernández en el marco de una visita al país para participar de algunas conferencias y recorrer parte de la infraestructura atómica argentina.
El Carem
El prototipo Carem se construye en un predio ubicado junto a las centrales Atucha I y II, y podrá generar 32 Megavatios de Eléctricos de Energía (MWe), potencia capaz de abastecer a una población de 120.000 habitantes, aunque su principal objetivo es el de validar el diseño y la ingeniería de los futuros módulos comerciales, cuya potencia estará en el orden de los 120 MWe.
En su visita al proyecto Carem, Grossi fue recibido por la presidenta de la CNEA, Adriana Serquis; y la gerenta del proyecto, Sol Pedre.
También participaron del encuentro la secretaria de Cambio Climático, Desarrollo Sostenible e Innovación, Cecilia Nicolini, y el presidente de Nucleoeléctrica Argentina S.A., José Luis Antúnez.
Grossi sostuvo que «existe una enorme demanda internacional por los reactores pequeños modulares, que implican una demanda inicial menor y que pueden integrarse a una red o instalarse en lugares aislados, se estima que en los próximos años va a haber una inversión de 300 billones de dólares en el sector y todos los días distintos países de África y América Latina expresan un interés muy marcado en proyectos de estás características».
«Tal como sucedió décadas atrás con los reactores convencionales, el mercado internacional se vuelca hacia una máquina que esté probada y funcionando, y en ese sentido Argentina viene trabajando hace décadas. En esto está a las puertas de tener en marcha el Carem y usarlo como base de una versión comercial con enormes posibilidades», consideró.
El diplomático señaló que «hay una fuerte competencia global en los últimos años con proyectos de Estados Unidos, el Reino Unido, Francia, Rusia, China y algunos otros países. Pero el gran diferencial del proyecto argentino es su grado de avance. Por eso, en la conversación de esta mañana con el presidente Alberto Fernández se enfatizó la necesidad de hacer realidad este proyecto porque va a haber una demanda muy grande que le abre a la Argentina un gran campo de potencialidades».
«Argentina tuvo hace muchos años, en Invap y CNEA, un grupo de personas que comprendió la potencialidad de los reactores modulares y después, como Estado, tomó la decisión de llevarlo adelante. Yo trabajo este tema en el ámbito diplomático desde hace 40 años, y desde que empecé se hablaba de esto. Hoy, que se dio el paso y se está tan cerca, hay que avanzar para hacerlo realidad», completó Grossi.
La presidenta de la CNEA, Adriana Serquis, afirmó en diálogo con Télam que «siendo este uno de los proyectos estratégicos para la Argentina es muy importante la presencia de una personalidad de la relevancia internacional de Grossi, que además destacó al Carem como uno de los proyectos más importantes a nivel global en el desarrollo de la energía nuclear».
«El final de o.bra civil se espera para fines de 2024 debido al freno que sufrió la construcción entre 2018 y 2020, y que causó un gran retroceso en los calendarios. Esperamos alcanzar alguna criticidad para finales de 2027», estimó.
La funcionaria consideró que la puesta en marcha del Carem «sería la posibilidad de demostrar que los reactores modulares pequeños funcionan, y que funcionan con las particularidades que incorpora este diseño argentino. Sería un gran orgullo para el país y la posibilidad de tener un producto exportable de alto valor agregado en un momento en el que el propio Grossi nos cuenta que hay muchos países que se le acercan para saber cómo acceder a un reactor de estas características».
«En el mundo se piensa que los reactores modulares pequeños son la posibilidad de acceder a fuentes de energía seguras y eficientes para países emergentes o para territorios como los insulares, en particular Europa comenzó a ver estos reactores cómo alternativa para avanzar en las metas de reducción de las emisiones de carbono para el 2050», agregó Serquis.
La gerenta del proyecto Carem, Sol Pedre, dijo que tienen «setenta años de una rica historia nuclear en la que operamos centrales de potencia como las que tenemos en Atucha. También exportamos reactores de investigación de diseño nacional, y en ese marco este es el salto de calidad que damos construyendo una central de potencia diseñada íntegramente en el país».
«Es un reactor que dispone de varios sistemas pasivos de seguridad que no requieren de intervención humana para apagarse de manera segura, y si bien en el mundo hay cerca de 80 proyectos de reactores modulares anunciados, al día de hoy el único que tiene este grado de avance en su construcción es el Carem que tiene más de 70% de avance», destacó.
En ese sentido recordó que «si bien el proyecto nació en la década de 1980 tomó real impulso en 2006 con la sanción de la ley nuclear que permitió completar la construcción de Atucha II, extender la vida de las otras centrales, plantear el RA10 que está próximo a finalizarse y también el Carem, del que recién se puso el primer hormigón en 2014».
«Hay mucho interés en el mundo en estos reactores porque requieren inversiones menores que las grandes centrales y aspiramos a exportarlos tal como hacemos ahora con los reactores de radioisótopos. Para un país como Argentina, que tiene una gran extensión territorial, estos reactores son una solución que permite abastecer de energía grandes ciudades sin recurrir a extensos cableados que también son costosos y complejos de mantener. También pueden ser una herramienta para polos industriales que demandan energía de manera intensiva», analizó.
Respecto a la visita de Grossi, la calificó de «muy importante porque tiene contacto con más de 150 países que integran la OIEA en un momento en que todos los países miembros del organismo buscan este tipo de productos».
La secretaria de Cambio Climático, Desarrollo Sostenible e Innovación, Cecilia Nicolini, comentó que «este es un proyecto estratégico para nuestro plan de adaptación y mitigación al cambio climático 2030, que entre sus líneas de trabajo tiene la transición energética en la que el Carem va a cumplir un rol fundamental en la transición a una matriz energética más limpia».
Consolidado internacionalmente como un referente de los llamados SMR (Small Modular Reactor), el Carem es un tipo de reactor nuclear de baja potencia que presenta un diseño simplificado en relación a las centrales tradicionales, lo que permite brindar estándares de seguridad altamente rigurosos.
Además, los SMR permiten estandarizar un diseño ‘a medida’ de las necesidades y posibilidades de cada país, permitiendo la construcción y operación de los módulos en forma escalonada, lo que reduce la demanda de capital inicial y flexibiliza las condiciones financieras que requieren este tipo de inversiones.
Siendo uno de los SMR en más avanzado estado de construcción en el mundo, el Carem ofrece versatilidad y flexibilidad para una diversidad de usos como abastecer de energía a poblaciones aisladas o a polos industriales con alto consumo eléctrico, permitiendo diseñar redes eléctricas localizadas e independientes del sistema interconectado.
También resulta ideal como fuente de abastecimiento eléctrico para plantas de desalinización de agua de mar o de producción de hidrógeno, actividades que demandan un alto consumo de forma constante.
Uno de los objetivos estratégicos del proyecto es que no menos del 70% de los insumos, componentes y servicios vinculados a la construcción del prototipo sean provistos por empresas argentinas certificadas bajo los estándares internacionales de calidad supervisados por la CNEA.