Respuesta rápida de AgendAR: ni china ni canadiense, argentina. La tecnología la tenemos, pero no la plata. Y aquí dos expertos fundacionales de la CNEA proponen un modo de conseguir esta última.
Con su primer reactor de investigación (el RA-1, 1958), la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) I definió los principales objetivos de la política para reactores nucleares:
- tener la mayor participación nacional posible en el diseño, construcción, instalación y operación de los reactores,
- y asegurar el suministro nacional del combustible mediante el desarrollo de la capacidad científica, tecnológica e industrial requerida.
Estos paradigmas motivaron la elección de centrales con uranio natural y agua pesada: la Central Nuclear Embalse con tecnología canadiense CANDU y las de Atucha 1 y 2 de tecnología alemana, hoy operadas por NA-SA, Nucleoeléctrica Argentina SA.
De acuerdo a esta política, ¿cómo se justifican los 1200 MW de una central china con uranio enriquecido que no se produce en el país? ¿Cómo se justifica, además, la escasa participación nacional en su construcción, por tratarse de una obra llave en mano?
En las presentes circunstancias, la inactividad originada por falta de un proyecto nuclear de envergadura causaría daños irreparables debido a la pérdida de recursos humanos altamente especializados. También dañaría los recursos humanos y económicos de la industria nacional calificada de componentes nucleares y otros insumos.
Estos 1200 MW formarían parte de la producción nuclear (no contaminante) prevista para nuestro parque energético. Cumple con compromisos internacionales del país para mitigar el cambio climático.
Es en este escenario que la única posibilidad hasta ahora fue la propuesta China, por su ofrecimiento de financiación altamente adecuado.
Este año, la funcionaria del Departamento de Estado de los EEUU, Anne Ganzer, remarcando una posición muy dura de EEUU, nos comunicó el desagrado con el proyecto de una cuarta central nuclear china por tratarse de un área estratégica, aún conociendo que la empresa responsable NA-SA ya firmó el contrato con la contraparte, la CNNC, o China National Nuclear Corporation.
En vista del “impasse” generado y en el caso que se decida anular la compra en China, se propone que los 1200 MW de origen chino se cambien por los de una central CANDU como nuestra Central Nuclear Embalse, con financiación similar al caso chino obtenida mediante el apoyo de EEUU.
Su construcción por NASA ya fué aprobada por el gobierno argentino dentro del plan de actividades de la empresa y se encuentra a la espera de financiación. También está definida su ubicación en el predio de las Atucha 1 y 2.
Es importante que EEUU nos brinde apoyo para conseguir esta financiación, de monto inferior al caso chino, y así continuar ampliando nuestra red eléctrica con una participación nuclear confiable y segura.
De esta manera no se genera un vacío frente a nuestras necesidades, sino una solución a la situación planteada.
Opinión de AgendAR:
Este llamado de dos expertos históricos argentinos a que los EEUU financien al menos una central nuclear CANDU fue entregado la semana pasada y en persona por el Dr. Aráoz a la Nro. 2 de la Embajada de los EEUU.
De seguirse canales diplomáticos normales, hoy debería ser leída en el edificio Harry Truman, donde funciona el Departamento de Estado de los EEUU.
Como es ya público (demasiado público), el Departamento de Estado quiere evitar a todo trance que aquí se construya una Hualong-1 china. La propuesta de que por el contrario EEUU nos financie una CANDU (construida por Argentina, nadie habló de canadienses) tiene antecedentes históricos, algunos recientes y otros no tanto.
Empezando por los últimos, las centrales CANDU de la AECL, como nuestra planta cordobesa de Embalse, se vendieron bien en 7 países y fueron copiadas exitosamente por ingeniería inversa en la India. Representan el 11% de la capacidad de generación nuclear del mundo, y siguen en construcción en La India… e inesperadamente, en Rumania.
Las CANDU son un diseño de la Atomic Energy Commission of Canada Ltd., o AECL. Como funcionan a uranio natural (sin enriquecimiento), ponen al comprador a salvo de boicots diplomáticos sobre el uranio enriquecido, cuyos grandes proveedores en el mundo siguen siendo cuatro: EEUU, Rusia, China y la UE, un monopolio imperfecto, pero monopolio al fin. Y como las CANDU carecen de recipiente de presión, esa inmensa pieza de forja, están al alcance de la industria metalúrgica de cualquier país con un desarrollo medio.
En suma, estas centrales canadienses rompían el monopolio de los combustibles nucleares y habilitaban a demasiados nuevos jugadores semi-industrializados. Por ambas causas, los EEUU durante medio siglo hicieron lo imposible por espantarle los clientes a AECL con chantanjes diplomáticos sobre Canadá y sobre los clientes, especialmente brutales desde 1974. Por supuesto, no salían en los diarios. Fue una batalla larga, porque las CANDU son plantas muy sensatas, baratas y seguras. Generan cierto fanatismo, como el viejo Ford Falcon. Pero en 2011 los EEUU lograron su cometido: la firma canadiense quebró por falta de ventas.
La tecnología, sin embargo, sigue viva y coleando: ningún dueño de CANDU cierra su planta cuando llega a término de su primer vida útil. Por el contrario, le hace una recorrida general de sistemas llamada “retubado” que la repotencia, la renueva, la actualiza y la licencia a 30 años más de servicio. Y eso, según el estado de la máquina, por alrededor de una tercera o una cuarta parte del costo de una unidad nueva. Negoción, si los hay.
CANDU nuevas, desde 2003 sólo en la India, en versión libre local con el nombre de IPHWR, y ya van por 22 y salieron buenas. Pero sorpresivamente, en 2020, el Departamento de Estado anunció el otorgamiento de dos grandes préstamos para financiar la terminación y retubamiento de Cernavoda. Éste es un complejo de 4 unidades CANDU en Rumania. Cernavoda tiene las unidades 1 y 2 activas desde épocas del dictador Nicole Ceaucescu, y otras dos que quedaron en la obra civil inicial, sin terminarse, desde la revolución que lo volteó en enero de 1990.
El precio que puso EEUU para completar las unidades 3 y 4 de esa instalación es de U$ 5000 millones para cada una. La masa adicional de créditos suministrada por el Eximbank y el tesoro yanqui alcanza también para el retubado de Cernavoda 1.
Que tras medio siglo de soterrada militancia anti-CANDU los EEUU de pronto pinten como financistas de la terminación y renovación del complejo de Cernavoda va a contrapelo de toda su historia anterior. Es como el Gran Dragón del Ku Klux Klan sacándose selfies en el monumento a Nelson Mandela.
La explicación del asunto es geopolítica sencilla: el Departamento de Estado aprovecha el realineamiento reciente de Rumania con la OTAN y desbarata los planes de construcción de centrales chinas de la CGN. Ésta es otra compañía nuclear estatal china, con diseños algo parecidos a los de la Hualong-1 ofrecida aquí por CNNC.
Aceptar este financista caído del cielo a los rumanos les permite mantenerse dentro de la línea del uranio natural y con una tecnología que su país conoce bien, y que aprecia. A los EEUU, en cambio, les permite frenar (un poco, un rato) la expansión diplomática y comercial china en Europa Oriental.
La carta de Aráoz y Pahissa apunta exactamente a eso: ¿EEUU querrían persuadirnos de comprar tecnología china con algo que suene mejor que mandarnos gauleiters y vomitar amenazas? Ambos veteranos expertos, con experiencia de negociaciones internacionales y con toda una vida dentro de la CNEA, creen que con un ofrecimiento de crédito blando norteamericano por una CANDU nos tiraríamos sobre el mismo “de palomita”.
Después de todo, la Hualong-1 la estamos comprando por el crédito, no por la tecnología. Embalse es la mejor central nuclear que tenemos, tecnología de la que tenemos derechos bajo licencia desde 1974, Es más, con el reciente retubado de esa máquina cordobesa, hemos demostrado urbi et orbi, y por segunda vez, que dominamos esa ingeniería «de taquito». La primera vez que lo demostramos fue entre 1974 y 1984, cuando terminamos Embalse sin los canadienses, porque EEUU los obligaron a irse con un portazo… en medio de la construcción.
Cuando tengamos ganas de pasarnos a uranio enriquecido, para ello está nuestro propio proyecto, que por ser de propiedad de la CNEA es exportable (el reactor CAREM).
Además, preferimos generar trabajo local a que nos construyan máquinas «llave en mano» como si fuéramos primerizos. Por el contrario, tenemos 73 años de historia nuclear e inauguramos nuestra primera central nuclear 11 años antes de que China lo hiciera con la suya.
Queremos conservar en estado de entrenamiento al centenar de empresas argentinas privadas de construcción, de montaje, metalúrgicas, electromecánicas e informáticas con calificación nuclear. Son las que participaron del retubado de Embalse, entre 2014 y 2018, y antes de eso, las que, bajo dirección de NA-SA, entre 2006 y 2014 terminaron el laberíntico rompecabezas que era Atucha II, y nos dejaron no sólo 745 MWe «de base» que nos faltaron durante 27 años, sino 400 ingenieros nucleares nuevos. Son recursos humanos industriales no reemplazables.
AgendAR tiene una única objeción de fondo al planteo de Aráoz y Pahissa: para subsanar la ausencia de los 1120 MWe de una Hualong-1 en el Sistema Argentino de Interconexión necesitaríamos dos CANDU, no una sola, ya que la potencia máxima del modelo 6 actualizado, el que sabemos construir con los ojos cerrados, es de 700 MWe.
Cuando nos preguntan si somos progres o conservas, antiyanquis o antichinos, la respuesta es obvia: nada de todo eso. Argentinos, sí. Estamos visceralmente a favor del CAREM, ergo no somos contrarios al uranio enriquecido, pero sólo en centrales de tecnología totalmente propia y por ende, exportables. En eso somos un poco rupturistas con nuestro pasado.
Pero aunque todo el mundo asegura que el futuro es de los SMR, o reactores modulares pequeños, como el CAREM, de las alrededor de 440 plantas nucleoeléctricas en línea en el mundo hoy, salvo una, la central flotante Akademik Lomonosov rusa, derivada de un motor de submarino nuclear y nada revolucionaria, todas las demás son unidades «legacy», de 2da o 3ra generación, de módulo mediano o grande. Apa.
Lo que explica por qué en el terreno «legacy» somos unos aburridísimos conservadores: nos atenemos al único combustible 100% nacional posible por ahora (uranio natural), a las licencias de fabricación y la infraestructura que ya tenemos compradas y pagadas desde los ’60 y ’70 (eso da agua pesada como refrigerante y moderador), y a lo que podemos fabricar enteramente en el país, sin exportar un centavo (eso da CANDU).
Cuando algún progre nos dice que construir CANDU es como fabricar biplanos, y que nos quita futuro como exportadores, le contestamos que no tenemos obligación de vender centrales nucleares enteras. Eso lo haremos cuando podamos mostrar el CAREM, pero no un prototipo de 32 MWe en construcción como el actual. Lo haremos cuando hayamos llegado a una central de tamaño y características más industriales, cuyo diseño básico todavía no está siquiera cerrado.
Entre tanto, nos puede ir muy bien exportando insumos para centrales CANDU: tenemos la mayor fábrica de agua pesada del mundo, la PIAP de Neuquén (hay que reabrirla). Pero además, podemos exportar componentes y además servicios de retubado. Con 49 centrales CANDU «oficiales» en el mundo y 22 muy parecidas en la India, (¡y hasta resucitaron en Rumania!), hay mercado futuro para entretenerse.
No sólo conocemos bien este tipo de máquinas sino que tenemos cantidad de industrias privadas esperando ponerse a hacer una CANDU Nac & Pop desde 2015, y a NA-SA haciendo innovaciones conceptuales para este diseño desde 2020, y así lograr una CANDU muy criolla. Podríamos garantizarle al Departamento de Estado que cada centavo del crédito quedará en la Argentina, en lugar de pagar trabajo calificado en China, o en Canadá.
Ignoro si la propuesta de Aráoz y Pahissa Campa hará especialmente felices a los autodenominados americanos. Sería raro. Lo que han querido siempre es que desapareciéramos del mapa como oferente nuclear, y varias veces estuvieron a punto de lograrlo, pero aquí seguimos. Y la posibilidad bastante inminente de una Hualong-1 en Atucha los está poniendo MUY nerviosos y matones.
De modo que bien les convendría soltar unos morlacos. Aún endeudados como estamos, somos viejos en el ajedrez diplomático nuclear. Y nuestra paciencia no es eterna.
Daniel E. Arias