La ONG Rewilding (fundación Tompkins) amenaza judicialmente a cientificos argentinos

Una pareja de ciervos fue llevada a vivir a El Impenetrable chaqueño en enero de 2022. La noticia era de película: tras un siglo de extinción en la selva seca y espinosa del norte argentino, el ciervo de los pantanos volvía a la zona para repoblarla.

La pareja, Brisa y Alfonso, fue trasladada desde la selva húmeda a orillas del río Paraná hasta el norte argentino. Su misión era titánica. No solo serían la primera pareja de su especie que repoblaría la zona contra la deforestación y la escasez del agua; también serían punta de lanza en un cambio en la economía de las comunidades locales, que se capacitarían en un modelo en auge: servir al turismo que busca naturaleza y animales salvajes.

El proyecto ha colapsado en las últimas semanas. El Gobierno argentino lo consideró inviable el pasado 30 de junio tras el análisis de una mesa de expertos convocados por la autoridad de Parques Nacionales, que depende del ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible.

Su suspensión ha avivado el fuego del debate sobre el rewilding, la reintroducción de especies de animales en un área natural donde la actividad humana las llevó a su extinción. En mayo, 125 científicos argentinos publicaron una nota de opinión en una revista especializada con críticas a este modelo en auge en el país.

Una de las ONG aludidas, Rewilding Argentina, respondió con una intimación legal a uno de los autores. La fundación amenaza con iniciar acciones judiciales si no retractan públicamente de una de sus conclusiones, que ven como una acusación de xenofobia contra su organización.

Rewilding Argentina es la fundación local de la internacional Tompkins Conservation, que desde hace décadas se dedica a comprar tierras para donarlas al Estado, convertidas en parques naturales en Argentina y Chile. Creada por la pareja de conservacionistas y filántropos Douglas y Kristine Tompkins, antiguos dueños de marcas multimillonarias de ropa deportiva, Rewilding mantiene al menos cuatro proyectos en Argentina, desde la selva chaqueña hasta la Patagonia.

Su trabajo en las 150.000 hectáreas que la pareja adquirió en los Esteros del Iberá, entre 1997 y 2002, y que después donó al Estado argentino, ha convertido al parque nacional de los humedales en un destino turístico popular. Rewilding Argentina trabaja para reintroducir algunos mamíferos que se han extinguido en la zona, como el oso hormiguero, el jaguar o el tapir. La reintroducción de especies extintas y la promoción del turismo ecológico son dos de los ejes de la restauración de ecosistemas en peligro que llevan a cabo en Argentina y Chile.

El rewilding, que se puede traducir como “reasilvestramiento”, se basa a grandes rasgos en la restauración de áreas naturales a partir de la introducción de especies, sobre todo grandes depredadores que regulan su cadena alimenticia y que se extinguieron por la actividad humana. “No discutimos si el rewilding está bien o mal, sabemos que cuando está bien hecho y se basa en evidencia científica es una herramienta de conservación poderosa”, dice Pablo Teta, doctor en Ciencias Naturales y uno de los firmantes del artículo crítico. “Nos preguntamos si los proyectos que se están llevando a cabo en Argentina tienen el sustento científico suficiente.”

En el artículo, los investigadores advierten de que los proyectos de rewilding suelen elegir la introducción de especies “carismáticas” que atraen a los medios de comunicación y al público, aunque no siempre son clave para los ecosistemas a los que llegan. También cuestionan que las inserciones de especies se hagan sin la investigación científica suficiente para determinar si, por ejemplo, la extinción de esa especie fue causada o no por el hombre, si ese ecosistema avanzó naturalmente sin la especie ausente, o cuáles serían los efectos negativos que tendría la llegada de especies no nativas.

El ejemplo que usan, el del zorro de campo, es claro: a mediados de siglo XX, fue introducido en el sur de Tierra del Fuego para balancear la presencia del conejo europeo, una especie invasora, pero en lugar de depredarlo eligió como presa a las aves nativas, compitiendo con otra especie amenazada de zorro endémica a la zona. Sobre los ciervos Brisa y Alfonso, que habían nacido en la costa húmeda de la selva argentina y fueron insertados en una zona más árida, unos 300 kilómetros al norte, los científicos discuten de que haya pruebas concluyentes de que vivieron allí hace 100 años.

El documento se preocupa por el uso de especies no nativas y critica la visión de otro investigador, Mario Di Bitetti, que asegura que “la comunidad científica latinoamericana generalmente se ha opuesto a la presencia de mamíferos que percibe como exóticos en ambientes naturales, sin siquiera considerar cuáles son sus efectos” porque “ha dominado una concepción xenófoba y nacionalista que ha producido una demonización de lo exótico”.

En una de sus conclusiones, el artículo acusa que las iniciativas de “reasilvestramiento” deberían intentar no replicar “una visión occidental” que “presiona a las poblaciones locales a regresar a un ‘Edén prístino’ dejando de lado la realidad de que muchos de estos escenarios constituyen el hogar de las personas”. Impulsar el turismo como única interacción con las comunidades locales, dice la carta, es ignorar una realidad pluricultural; e imponer el emprendedurismo entre las comunidades nativas las hace dependientes de un mercado extranjero. La carta se pregunta, retóricamente, si este actuar no es xenofobia. Rewilding Argentina lo toma como una calumnia contra su trabajo.

“No estamos aludiendo a nadie en particular”, dice Teta, al que la fundación Rewilding Argentina intimó legalmente. “es una pregunta retórica que buscamos interpele a los distintos actores involucrados en estos proyectos. Nadie acusa a nadie de xenófobo, nuestra intención con este artículo fue tratar de mover un debate científico en el que se involucrasen muchos actores. Rewilding se siente aludida con una frase: y dicen que hasta que no nos retractemos, ellos no van a responder técnicamente al artículo”.

La intimidación legal ha enfurecido a la comunidad científica argentina, que la ve como un ataque a la libertad de expresión. La dirección del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), el principal organismo público dedicado a la investigación y la promoción de la ciencia en Argentina, ha publicado un comunicado este lunes en el que dice considerar “altamente preocupante que se busque judicializar la opinión de especialistas que redactaron un texto llamando a la reflexión sobre las acciones realizadas por organizaciones no gubernamentales con dudoso sustento científico”.

La Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), el sindicato al que pertenecen los científicos de CONICET como trabajadores de una entidad estatal, también ha repudiado “las acciones intimidatorias” contra algunos de sus miembros. “Consideramos firmemente que todo debate científico debe ser dado en un ámbito académico y no judicial”, dice su comunicado.

En un comunicado publicado el pasado 7 de julio, Rewilding afirma que “no está coartando la libertad de expresión, sino defendiéndose de una acusación gravísima y a todas luces falsa”. Su proyecto en El Impenetrable ha quedado en el aire, mientras Brisa y Alfonso esperan en cautiverio.

AgendAR opina:

El proyecto de instalar ciervos de los pantanos en relictos del viejo bosque chaqueño Impenetrable, de clima monzónico, es ignorar tres cosas.

Una, es que nunca se vieron ciervos de este tipo en este paisaje en particular en tiempos históricos. Los ciervos de los pantanos son los más corpulentos de Sudamérica y habitantes de zonas que son pantanosas todo el año, de ahí su nombre. Pero la zona de introducción de Brisa y Alfonso abunda en espinal y tiene largas estaciones secas, que se van dilatando y agravando a medida que te desplazás desde el Chaco Húmedo Oriental hacia el Semiárido Occidental.

La segunda es que si se trata de detener la tala furibunda del bosque chaqueño remanente, el más amenazado de la Argentina, hay que parar a las madereras, las sojeras y a los gobiernos asociados a la expansión ilimitada del agronegocio. Ésta es una tarea del Estado Federal, si alguna vez volvemos a tener alguno, en lugar de la actual anomia/anarquía casi secesionista que rige en materia de ordenamiento territorial. Creer que con implantar ciervos bonitos y sus bambis va a detener la tala, es vivir en Disneylandia.

Lo tercero es que resultará difícil vender el Impenetrable como destino turístico, así se le implante fauna extra-zona (¿por qué no extraterrestre?). En la estación seca, el paisaje desmontado es chato y polvoriento, y en la húmeda se vuelve un lodazal lleno de mosquitos.

Debido a la extrema continentalidad climática del bosque chaqueño, no es improbable que empiece a ser poco habitable en un par de décadas, con rachas de temperaturas máximas sostenidas mayores de 43 grados Celsius, máxime deprivado como viene siendo de su sistema natural de enfriamiento que es la evapotranspiración arbórea. Un árbol viejo y grande puede evaporar más de 600 litros de agua por día, y al hacerlo, bajar hasta 4 o 5 grados Celsius la temperatura en su contorno.

El deterioro hasta hoy interminable del bosque chaqueño viene siendo la mayor causa del amontonamiento de emigración de población rural dispersa desde 11 provincias hacia los conurbanos de las ciudades de la Pampa Húmeda. La degradación del paisaje ha logrado que en tres generaciones, la gente de campo con pocas tierras o tenencias precarias pero inmemoriales, tuviera que pasar de cierta prosperidad y cierta independencia, garantizados por la vaca y la madera dura de altas prestaciones estructurales o de mueblería, a una economía de subsistencia, la del carbón y el chivo.

Y ese cambio a peor no lo hizo el chiquitaje rural, sino grandes empresas extractivas, como La Forestal en su momento, y ahora las sojeras, que les pasaron por encima como topadoras. Perdón, con topadoras.

Esa gente viene emigrando en masa desde los años 30. La falta de una política federal de bosques ya generó 60 millones de hectáreas de desiertos demográficos arbustizados en 11 provincias con bosque chaqueño, y villamiserias ingobernables en 5.

Si Rewilding quiere atajar esto, va a tener que pergeñar una estrategia que tenga alguna relación con la geografía, la historia y la política local, más que con sembrar bambis en paracaídas. Pero si además empieza a hacerles barrida de tobillos judicial a los mejores científicos del CONICET por mostrar su escepticismo, va a ser para mal de todos.

Los villanos de la historia del Impenetrable en el siglo XX fueron empresas anglosajonas de tanino y ferroviarias. En este siglo suelen ser fondos de inversión extranjeros que se compran 60.000 hectáreas de un saque, tras mirarlas desde una avioneta, y después desalojan violentamente a la población rural, y ven qué hacen, si soja o soja.

Son capital golondrina por definición. En cuanto baja sostenidamente el valor de mercado de los porotos, hacen las valijas y se van, y dejan atrás un peladal edafológico y un desastre social.

Si en lugar de pelearse con los científicos argentinos Rewilding quiere enfrentarse con estos buenos muchachos, bienvenidos, no es lucha caballerosa. Si siguen en la pavada, son otro problema más, y no nos faltan.

Daniel E. Arias

VIAEl Pais