Reproducimos, por tocar un tema donde Argentina tiene capacidades tecnológicas y una trayectoria significativa, esta nota de la agencia aleman Deutsche Welle.
Menos de una semana después de que los primeros tanques rusos atacaran Ucrania, un avión de carga Ilyushin Il-76, de la aerolínea rusa Volga-Dnepr, sobrevoló Bielorrusia y Polonia antes de aterrizar en Eslovaquia. El misterioso avión que despegó de Rusia sorprendió a los rastreadores de vuelos, ya que, sólo un día antes, la Unión Europea había cerrado su espacio aéreo a las compañías aéreas y aviones privados rusos, en respuesta a la invasión rusa de Ucrania. Pero pronto quedó claro que el avión estaba exento de la prohibición, ya que transportaba combustible nuclear crítico para los cuatro reactores nucleares de fabricación rusa de Eslovaquia.
Al igual que Eslovaquia, Hungría depende totalmente del combustible atómico procedente por Rusia para surtir sus centrales nucleares. Estos singulares vuelos son muestra del cuello de botella en que se encuentra Europa con la energía rusa.
Con el material nuclear procedente de la agencia nuclear estatal rusa Rosatom se genera casi la mitad de toda la electricidad producida en Eslovaquia y Hungría, y más de un tercio en la República Checa y Bulgaria. La consecuencia: cientos de millones de euros de países de la UE siguen engordando las arcas de Rusia, que mantiene una guerra de agresión contra Ucrania.
Rosatom asumió la gestión de Zaporiya
El bloque ha considerado imponer sanciones a la industria nuclear civil rusa, y el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, ha instado a la UE a sancionar al menos a Rosatom, vinculada al aparato militar ruso y que ha asumido la gestión de la central nuclear ucraniana de Zaporiyia.
«Para la UE, prescindir de la energía nuclear rusa ha sido más difícil que en el caso del gas”, reconoció en entrevista con DW Niclas Poitiers, del laboratorio de ideas Bruegel, quien agrega que la energía nuclear «es muy técnica, sus normas y la seguridad son muy complicadas”.
Rusia posee más del 45 % de la capacidad mundial de enriquecimiento de uranio y suministra combustible atómico a centrales nucleares de varios países, entre ellos, Estados Unidos, que, a pesar de su duro régimen de sanciones contra Moscú, le sigue pagando 1.000 millones de dólares al año para abastecerse de material nuclear producido por Rosatom.
Casi el 20% del uranio en bruto importado por la UE procede de Rusia, según la Agencia de Abastecimiento de Euratom, y otro 23,% de Kazajistán, donde Rosatom es una de las principales empresas. Rusia también suministra gran parte de las barras de combustible para las centrales nucleares europeas.
«Rosatom es una de las pocas empresas del mundo que domina todo el ciclo del combustible nuclear, es decir, el enriquecimiento, la producción y también el reprocesamiento», afirma ante DW Sonja Schmid, profesora de la Universidad Virginia Tech y autora de «Producing Power: The Pre-Chernobyl History of the Soviet Nuclear Industry”.
Los países de Europa Central y Oriental dependen especialmente del combustible ruso. Hay un total de 18 reactores nucleares de diseño ruso -en Eslovaquia, Bulgaria, Hungría, la República Checa y Finlandia- que actualmente funcionan exclusivamente con combustible ruso y dependen de tecnologías rusas.
Además, Rosatom mantiene una larga asociación con la compañía eléctrica francesa EDF, y ambas firmaron un «acuerdo de cooperación a largo plazo» en 2021 para estrechar aún más sus lazos.
Hungría dobla la apuesta por Rusia
Rusia exportó tecnología y materiales nucleares por valor de más de 1.000 millones de dólares a todo el mundo entre marzo y diciembre del año pasado, según mostró una investigación del Royal United Services Institute (RUSI).
«De hecho, el valor de las exportaciones rusas relacionadas con la energía nuclear está en expansión, con un puñado de clientes leales todavía deseosos de hacer negocios con el sector nuclear de Rusia”, dijo RUSI.
Entre esos «clientes fieles” se encuentra Hungría. El valor de las exportaciones de combustible nuclear ruso a Hungría entre marzo y diciembre de 2022 «superó con creces” el de cualquiera de los tres años anteriores, según el informe. Hungría presionó para que la energía nuclear rusa no entrara en el undécimo paquete de sanciones de la UE contra Rusia aprobado en junio.
Aun así, los países de la UE, entre ellos la República Checa, Bulgaria y Eslovaquia, se esfuerzan por diversificar su matriz energética y reducir el combustible nuclear ruso. Pero, la profesora Sonja Schmid advierte que «sencillamente no hay capacidad suficiente en otras partes del mundo para cortar esos lazos, y cortarlos rápidamente”.