Grandes expectativas: Miguel Laborde ahora preside Innova-T

Luego del reciente fallecimiento de la titular de Fundación Innova-T del Consejo Isabel Mac Donald, se ha designado como presidente de la Fundación a Miguel Ángel Laborde, destacado investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), quien también se desempeñó como integrante del Directorio en representación de la Gran Área de Ciencias Agrarias, Ingenierías y Materiales y como vicepresidente de Asuntos Tecnológicos del organismo.

“Pasado el cimbronazo de lo de Isabel que nos tomó de sorpresa me convocaron desde la Presidencia y el Directorio del CONICET para que me haga cargo de la Fundación Innova-T. Para llevar adelante el cargo cumplí con los requisitos de estar jubilado -a pesar de que sigo con trabajos académicos y de vinculación tecnológica a través de los temas de hidrógeno y transición energética- porque el cargo es ad honorem y de tener experiencia ya que conozco bastante el sistema científico tecnológico dado que estuve 9 años en el Directorio del Consejo de los cuales 6 fueron como vicepresidente de Asuntos Tecnológicos”, explicó el presidente de la Fundación Innova-T Miguel Laborde.

Y agregó: “Tenemos el desafío de seguir con las actividades de vinculación tecnológica que inició Isabel en torno, sobre todo, a la transición energética, tema que me interesa, me preocupa y ocupa, entre otros grandes temas. Y la razón por la cual acepté fue por el pedido del director ejecutivo de la Fundación Innova-T Juan Skrbec y en homenaje a Isabel Mac Donald porque ella encarriló a la Fundación y tenemos que mantener el rumbo y la transparencia, y hacer que Innova-T cumpla el rol fundamental de impulsar la innovación y la vinculación tecnológica”.

El flamante titular de la Fundación Innova-T, es además doctor en Ciencias Químicas con orientación en Tecnología Química por la Universidad Nacional de la Plata (UNLP) y se especializa en la tecnología del hidrógeno, es decir, en cómo utilizar este gas como vector de energía renovable. Fue fundador del ITHES (Instituto de Tecnologías del Hidrógeno y Energías Sostenibles), de doble dependencia UBA-CONICET y funciona en el Departamento de Ingeniería Química de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires (FIUBA). Posee una vasta trayectoria como docente universitario en la FIUBA y ha realizado desarrollos tecnológicos para empresas nacionales e internacionales a través de convenios. Es profesor emérito de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Actualmente, coordina la Red Iberoamericana H2 Transel en el marco del Programa Iberoamericano de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo (CYTED). Es miembro de la Academia Nacional de Ciencias Exactas Físicas y Naturales (ANCEFN).

Además, Laborde ha publicado más de 80 trabajos en revistas internacionales, es coautor de dos patentes nacionales y ha dirigido o codirigido 9 tesis doctorales. También es autor y editor de cuatro libros sobre energías renovables e hidrógeno. Actualmente, forma parte de la Comisión de la Memoria del CONICET.

La Fundación InnovaT es una Unidad de Vinculación Tecnológica creada en el marco de la ley nacional 23877 “Promoción y fomento de innovación tecnológica” por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) en 1993. Su objetivo es impulsar la innovación y la transferencia de tecnología para que bienes y servicios desarrollados por científicos y emprendedores lleguen a la sociedad.

Para ello facilitan la vinculación entre organismos del sistema científico-tecnológico, del sector público y del sistema productivo, y promueven el financiamiento de nuevas líneas de investigación que apuntan a brindar una respuesta a necesidades del mercado en proyectos de innovación y transferencia tecnológica. También colaboran en la gestión de administración de convenios, servicios de vinculación y transferencia de tecnología.

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Comentario de AgendAR:

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Laborde en 2003 le vendió a Abengoa, una multinacional química española, un sistema de conversión de etanol a hidrógeno molecular para una unidad de potencia silenciosa del submarino S-80 Isaac Peral, que entonces estaba construyendo Navantia.

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Que el tercer mayor astillero militar de la UE buscara una solución energética en Argentina fue inevitable. Ya en 2003 Laborde era la persona con mayor número de publicaciones y citas del mundo en materia de «reforming» del alcohol como fuente de hidrógeno verde.
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El S-80 Isaac Peral haciendo sus primeras pruebas de mar, con un retraso en construcción de casi dos décadas, por errores de cálculo y rediseños costosos con la nave ya casi construida. Dotado de una propulsión diésel-eléctrica como casi todos los submarinos no nucleares, debía llevar además una silenciosa planta de potencia auxiliar que quemaría hidrógeno molecular (H2) en una celda combustible. Esta unidad, llamada AIP, le daría casi una semana más de inmersión total sin usar snórkel, dando un total de casi cuatro. El H2 se obtendría de alcohol vegetal, etanol, sujeto a un proceso de «reforming» a bordo en una planta diseñada por el equipo de químicos de Miguel Laborde, de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires. Navantia nunca pudo instalar esta unidad de potencia, porque las pilas combustibles que empleó, de tipo PEM, requerían de H2 de una pureza casi total en monóxido y dióxido de carbono. Hoy podría montar perfectamente una pila de tipo SOFC, más potente y tolerante, pero había que cerrar el casco de apuro y botar el submarino de una vez porque, tras tantas demoras y rediseños drásticos, estaba en juego el prestigio del astillero Navantia. La venta de esta tecnología a España en 2003 se hizo a través de la Fundación Innova-T, que ahora empieza a presidir el propio Laborde. No es imposible que surja algún proyecto serio para mover camiones, trenes o barcos con H2 hecho por reforming de etanol, obtenible de la fermentación de desechos de cosecha. Para la Argentina, que produce millones de toneladas anuales de rastrojos, sería una fuente de hidrógeno verde mucho más sensata y manejable que la electrólisis del agua con energía eólica. Y además, el «reforming» de alcohol a bordo de un móvil genera el H2 a demanda de la pila, sin tener que almacenarlo: este gas literalmente destruye los metales por infiltración e hidruración, es carísimo de comprimir, y aún más, de licuar. La Dra. Adriana Serquis, presidenta de la CNEA, es una autoridad nacional en pilas combustibles. Y perdón por este epígrafe kilométrico.
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El submarino español finalmente debió botarse sin su unidad AIP (Athmosphere Indepent Power), porque Navantia pretendía usar el hidrógeno en celdas combustibles tipo PEM, de membranas de teflón, de cortísima vida media ante las impurezas de carbono. Les habría ido mejor con otro tipo de celdas con membranas de cerámica, las SOFC, pero a principios de siglo no existían.
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La operación la intermedió la Fundación Innova-T, que es una ONG del CONICET. Con la plata que ingresó al país Laborde reconstruyó y reequipó todo su laboratorio, que pertenece a la Facultad de Ingeniería de la UBA, y mejoró los escuálidos salarios universitarios y del CONICET.
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Le cayeron premios a rabiar, y la entonces llamada Secretaría de Ciencia y Técnica puso una partida de dinero -insuficiente, esto sigue siendo Argentina- para un proyecto clave, que continúa sin avanzar: un camión u ómnibus que cargue alcohol vegetal en cualquier estación de servicio, genere hidrógeno verde por reforming a bordo, y lo queme en una pila combustible (o fuel cell) que reemplaza el motor.
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Los miles de millones de toneladas anuales de rastrojos (excedentes vegetales de las cosechas industriales) que genera la Argentina podrían ser perfectamente la fuente de etanol del sistema. Las pilas combustibles o «fuel-cells» SOFC de perovskita, están hechas de cerámicas muy pesadas, operan a 700 grados y más de temperatura, queman cualquier gas de carbono y toleran hidrógeno con impurezas. No son muy compatibles, por ahora, con un auto de calle. Pero con ellas el reforming de alcohol vegetal se vuelve adaptable a cualquier otro sistema de transporte pesado: camiones, autobuses, trenes y barcos.
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En términos de impacto ambiental, uno carga alcohol y el caño de escape emite vapor de agua y dióxido de carbono de origen vegetal. No se añade carbono fósil a la atmósfera.
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Todo el parque de transporte pesado puede moverse con una simple carga de alcohol vegetal en el tanque, un surtidor más en cualquier estación de servicio contemporánea, un camión más de provisión, además de los de naftas y gas-oil, nada raro en materia de arquitectura, equipamiento o logística.
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Sólo que el alcohol, que no es ninguna novedad en transporte, en una pila SOFC se oxida de un modo mucho más profundo que el que lograría un motor pistonero, y genera torrentes de energía eléctrica, y otorga mucha autonomía. No es que manejás 200 kilómetros y te quedás en medio de la nada. Podés cruzar el país con una o dos cargas. Tampoco estás obligado a hacer dos horas de cola ante una estación «Supercharger» de las de Tesla.
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Olvidate de las baterías de Elon Musk. Olvidate de la imposibilidad físico-química de cargar hidrógeno molecular en tanques que no se destruyan por hidruración de sus paredes. Olvidate de tener que reconvertir casi 5800 estaciones de servicio argentinas a uno u otro método de carga.
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Obviamente, esto no anduvo por el total desinterés de las automotrices argentinas, porque son armaderos. Desde que Martínez de Hoz cerró IAE por fuerza, y Alfonsín dejó que las multinacionales le sacaran la licencia de fabricación a Sal-Lari, ya no hay una industria automovilística nacional.
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Pero si esto no se desarrolló es básicamente, porque seguimos siendo lo que Conrado Varotto, fundador de INVAP y luego de la CONAE, llama una manga de colonizados mentales, que no manejan su tecnología logística, que se tiran de cabeza sobre cualquier idea que venga del hemisferio Norte, aunque sea totalmente idiota, y que no son capaces de aprovechar las ventajas comparativas de su propio país, aunque las tengan delante de la nariz.
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A Laborde lo nombraron en Innova-T casi de prepo, por méritos pero también por honradez. Cuando le escribí un Wattsapp para felicitarlo, más o menos se me rió en la cara. El de Innova_T es un cargo ad-honorem, como el de Varotto en la CONAE o el de José Luis Antúnez en Nucleoeléctrica Argentina SA. Laborde, como ellos, también está jubilado. Pero hace ya décadas que trata de encarar la potencia a hidrógeno de un modo racional y argentino.
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No parece que haya nadie escuchando.
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Como digo en mi epígrafe kilométrico, la Dra. Adriana Serquis, actual presidenta de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), viene de uno de los laboratorios más expertos en pilas combustibles del país, que está en el Centro Atómico Bariloche. Hay otros importantes en la Universidad Nacional del Litoral y el de la Facultad de Ingeniería de la UBA.
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El tiempo dirá si el nombramiento da para celebrar. Este nuevo cargo a Laborde le va a sacar bastante tiempo que tendrá que dedicar a otros asuntos.
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Daniel E. Arias
VIAConicet