La CNEA y la UBA crean la fundación que dirigirá el primer centro público de protonterapia de Latinoamérica

La presidenta de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) Adriana Serquis y el rector de la Universidad de Buenos Aires (UBA) Ricardo Gelpi formalizaron la constitución de la Fundación Centro Argentino de Protonterapia (CeArP) en el sitio donde INVAP lleva a cabo la construcción del centro, ubicado en el barrio porteño de Agronomía.

A partir de su inscripción en la Inspección General de Justicia, la Fundación CeArP podrá comenzar a planificar las actividades para el tratamiento del cáncer y de investigación con equipamiento de vanguardia en la Argentina, tanto en lo referido al uso de haces de protones como a tecnologías conocidas basadas en aceleradores lineales.

Sobre este tema reproducimos esta informativa nota de Matías Alonso.

«La protonterapia es considerada la forma más avanzada de radioterapia para el tratamiento del cáncer, ya que los haces de protones que utiliza permiten concentrar la dosis terapéutica en las células tumorales y reducen los efectos secundarios sobre tejidos sanos. Frente al Instituto de Oncología Ángel Roffo, en la Ciudad de Buenos Aires, la construcción del Centro Argentino de Protonterapia está un 90% de avance y a fines de este año empezará a atender a sus primeros pacientes. Si bien hay más de un centenar de este tipo de centros en el mundo, será el primero en América Laitna de su tipo.

Mediante esta técnica se ataca el tumor con haces de protones para destruir las células tumorales sin necesidad de cirugía. Tipicamente, se pueden tratar tumores sólidos en regiones muy complejas de acceder mediante cirugía, como es el tratamiento de cáncer de sistema nervioso central pediátrico, adonde es muy importante la expectativa de vida del paciente, por lo que es importante minimizar los efectos adversos a largo plazo. También se tratan tumores en zonas complicadas adonde es difícil operar por su cercanía a órganos muy sensibles como el cerebro y el corazón.

El centro forma parte de las iniciativas del Plan Nacional de Medicina Nuclear, liderado por la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA). Su construcción comenzó en el año 2019, con grandes retrasos en 2020 por la pandemia, demandó una inversión cercana a los 150 millones de dólares e implicará también la formación de recursos humanos en Italia, España y Estados Unidos, además de un avance en la investigación local en el campo de la medicina nuclear.

El centro forma parte de las iniciativas del Plan Nacional de Medicina Nuclear, liderado por la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y su construcción comenzó en el año 2019. Foto: CNEA.

¿Cómo funciona la protonterapia?

Para la generación de protones se utilizan átomos de hidrógeno, a los que se ioniza para extraer su electrón, quedando solo los protones. Luego estos son conducidos a un ciclotrón –un tipo de acelerador de partículas–, que por medio de campos electromagnéticos los acelera hasta dos tercios de la velocidad de la luz, es decir, a unos 200.000 kilómetros por segundo. El haz se regula para que tenga la energía necesaria para el tratamiento específico que se va a hacer, ya que depende del tipo de tumor, su ubicación y su tamaño.

El último paso es su paso por conductos que llevan el haz a cada sala. Se trata de estructuras de tres pisos de altura y 110 toneladas que giran alrededor del paciente. Cada sala tiene diferentes conductos para irradiar al paciente desde diferentes ángulos para llegar al tumor.

La radioterapia tradicional usa electrones que se aceleran y luego chocan contra un blanco de tungsteno que genera rayos X de altas energías. Una vez que estos se producen entran en el cuerpo y liberan electrones que tienen una masa muy pequeña, que destruyen la célula contra la que chocan. Estos rayos generan un pico de actividad a dos o tres centímetros de entrar en el cuerpo pero luego siguen liberando energía durante todo el trayecto del haz hasta salir del cuerpo, con lo que también pueden afectar otras zonas.

En cambio, en el caso de la protonterapia, los protones acelerados generan un haz en el que la máxima dosis entregada se da en unos 32 centímetros de profundidad, conocido como pico de Bragg. En la primera parte de su entrada al cuerpo entregan poca dosis pero luego de su pico ya no generan efecto, lo cual reduce mucho las consecuencias adversas.

“Es un lugar único también en el Hemisferio Sur, ya que Australia también tiene un centro en construcción pero de menor complejidad”, le dijo a TSS Gustavo Santa Cruz, gerente del área de Medicina Nuclear y Radioterapia de la CNEA.

En la CNEA también se está trabajando para bombardear los tumores con neutrones mediante la técnica de BNCT (terapia de captura de neutrones en boro), que fue el puntapié para poder llevar a cabo este proyecto, ya que también se deben manejar elementos pesados del núcleo de los átomos.

Su estructura edilicia tiene una gran complejidad, ya que cuenta con paredes de hormigón de cuatro metros y medio de espesor, para evitar el escape de protones y neutrones durante el funcionamiento de los equipos. En el edificio también hay dos equipos de estudios por imágenes, un resonador y un tomógrafo multiespectral, un equipo único en el país. También dos aceleradores lineales y un ciberknife que está montado en un brazo robótico de los que se utilizan en la industria automotriz, que permite irradiar el paciente desde muchos ángulos diferentes. Esta máquina también tiene un monitoreo de rayos x constante, que permite que se pueda ver el tumor mientras se está haciendo el tratamiento y así modificar el haz en caso de que el paciente se mueva o el tumor cambie de posición.

Los nuevos equipos empezarán a funcionar a fines de este año y el edificio se irá inaugurando por partes, ya que muchos de los equipos ya están instalados y hay personal de las empresas proveedoras haciendo las pruebas y calibraciones. A fines de este año empezarían a trabajar la áreas de diagnóstico por imágenes, posiblemente en marzo del año próximo se ponga en marcha el ciclotrón, en diciembre se debería entregar la primera sala de tratamiento, y en marzo de 2025 la segunda y el área de investigación.

“Es un lugar único también en el Hemisferio Sur, ya que Australia también tiene un centro en construcción pero de menor complejidad”, le dijo a TSS Gustavo Santa Cruz, gerente del área de Medicina Nuclear y Radioterapia de la CNEA.

Además de las dos bocas para las salas de protonterapia, el ciclotrón tendrá una salida fija de haces de protones para poder hacer investigaciones. Entre otras cosas, permitirá probar equipos que vayan al espacio, ya que los protones que salen de él son parecidos a los que emite el sol en el momento en que tiene una eyección de masa coronal que suele destruir la electrónica satelital. Esto lo convertirá en el primer laboratorio de América Latina en poder hacer esta evaluación y calificación.

La gestión del centro estará a cargo de una fundación sin fines de lucro formada por la CNEA y la Universidad de Buenos Aires (UBA), con el mismo modelo con el que se gestionan todos los centros de medicina nuclear en los que tiene participación el organismo nuclear. Se espera que todo el centro pueda atender a unos 1700 pacientes por año trabajando dos turnos, ya que cada paciente tiene un tratamiento que lleva varias semanas. Está previsto recibir a muchos pacientes de diferentes partes del país para atenderse allí.»

Matías Alonso

VIATSS - UNSAM - Matías Alonso