Argentina y molibdeno_99. Batallas nucleares de AgendAR antes de AgendAR

En mayo de 2017 la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, OCDE, invitó a la Argentina a convertirse en miembro pleno de la Agencia de Energía Nuclear (AEN) y a su Banco de Datos. La propuesta fue oficializada por la Agencia mediante un comunicado.

La AEN nuclea a todos los miembros de la OCDE (un club para países ricos y de clase media con aspiraciones) excepto Nueva Zelanda y Polonia, y su Banco de Datos es el principal centro internacional de referencia para la cooperación en el intercambio de información científica y códigos informáticos avanzados en materia nuclear.

Evalué que era una buena e importante noticia, aunque el gobierno de ese momento no le dio repercusión, a pesar de su ambición de ingresar a la OCDE. Decidí pedir la opinión de Daniel Arias, sabio en temas nucleares. En ese tiempo AgendAR era todavía un proyecto -estuvo online recién en abril de 2018- y la publiqué en el blog personal de este editor.

Algunas cosas en el marco internacional y local han cambiado. Pero menos de lo esperable.

A. B. F.

ooooo

«En realidad, la OCDE nos viene invitando a formar parte de la mesa chica que discute asuntos nucleares desde más o menos 15 años, cuando se hizo manifiesto que habría un desabastecimiento mundial de molibdeno 99, y que nosotros éramos uno de los únicos países con autoabastecimiento garantizado y de yapa proveedores del sur de Brasil.

Apa. Nuestros compatriotas no se enteran de esto. Tampoco nuestros gobernantes, en general.

Los grandes jugadores en este campo, básicamente Canadá y Holanda, y en menor medida Sudáfrica y Francia, estaban todos de capa caída, con reactores de producción de radioisótopos faltos de actualización, pasados de años y con crecientes salidas no programadas de servicio.
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5 grandes unidades hechas percha suplían el 95% del consumo mundial, lo que estaba empezando a causar una tragedia médica global disimulada.
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A explicar: el tecnecio-99m, derivado del molibdeno 99 por decaimiento, combinado con resonancia magnética da diagnósticos nucleares por imagen de una precisión enorme: no sólo te dan la morfología exacta de tal o cual órgano o sistema, con las densidades indicadas por una escala de grises, sino -probablemente en una escala de color, depende del software- una medición precisa del consumo de oxígeno de cada estructura, y por ende de su estado metabólico, desde la isquemia más leve (viraje a los azules) a la tumoración (viraje a los rojos).
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El mundo médico occidental sustituyó los diagnósticos con tecnecio 99m por otros de mucha menor potencia y resolución. Los pacientes y sus familias, sin importar cuán platudos, no se enteraron nunca, y de la morbo-mortalidad resultante por tratamientos inadecuados, tardíos o negados no se publicaron cifras. La Organización Mundial de la Salud mira estudiosamente el techo y silba bajito cuando le hablás del tema.
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No hay misterios en el desabastecimiento: es puro capitalismo salvaje. Las unidades de producción son públicas, pero la venta de los radioisótopos las hacen las farmacológicas y sistemas privados de medicina. Pero no ceden siquiera un diego para la reposición por unidades nuevas de los viejos reactores, que son todos de los años ’50 y ’60.
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Por ende, se llega a la situación presente, en que el 95% de la producción mundial queda amenazada porque los 5 fierros que la suministran tienen más de medio siglo y viven en reparación. Eso en un mundo donde hay 255 reactores activos, pero la mayor parte se destinan a investigación y entrenamiento de personal.
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El envejecimiento del parque mundial de producción determina dos situaciones distintas, según las distintas vidas medias de cada radioisótopo, sin importar si sirven para diagnóstico, como el molibdeno-tecnecio 99m, o de tratamiento, como el iridio 192.
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Cuando un nucleído es de larga vida media, es fácilmente almacenable y el abastecimiento no está sujeto a oscilaciones brutales. Pero cuando es de cortísima vida media, como el molibdeno, que decae en tecnecio en días y éste vuelve a decaer en horas y desaparecer, ya no es estoqueable.
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Ahí el mundo médico está en el horno. Se rompe un reactor de producción de los grandes, y sencillamente desaparece el molibdeno-99m en toda una parte del planeta, y durante meses.
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En la Argentina esto no sucedió. ¿Por qué no sucedió? Porque incluso en épocas de pobreza nuclear extrema, la CNEA hizo inversiones sucesivas y muy altas en ir repotenciando y reforzando la disponibilidad del viejo reactor RA-3 de Ezeiza, una planta de ingeniería 100% nacional que fue pasando de 3 a 5 MW, y luego de ahí a los 10 actuales.
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Cuando el mundo se está yendo al requinto, ser el mundo al revés, garpa.
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Nos hicimos más interesantes aún para la OCDE cuando a partir de 2006 y por derecho propio establecimos que teníamos el mejor reactor de producción: el OPAL vendido a Australia, que abasteció el 100% del mercado interno local y dejó excedentes con los que se abastece el 5% del mundial. (Corrijo, pasaron años: hoy los australianos llegaron a dominar hasta el 40% del mercado mundial).
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Y eso lo hicieron con nuestro reactorcito de 20 MW de potencia, que no es mucho. Y de yapa, de pileta abierta, es decir no presurizado, lo que lo vuelve mucho más «tranquilón» en seguridad radiológica y factor de disponibilidad, pero también un poco más lento en producción. Es como tener el Ferrari en el Grand Prix de Montecarlo, pero a GNC.
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Nos volvimos a hacer aún más interesantes para la OCDE cuando los canadienses, nuestros competidores feroces en tantas licitaciones, intentaron hacerse cargo del 200% del abastecimiento mundial de radioisótopos con un par de reactores presurizados que llamaron «MAPLE». No sin un gran orgullo nacionalista (la hoja de maple, es decir de arce, es su símbolo nacional). Dicho por un no-experto: hermosos aparatos, ambos.
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No macaneo con la cifra del 200% del mercado mundial. El intento de la empresa AECL (Atomica Energy Comission of Canada, Limited) era expandirlo, cosa que sucede sola  porque no parece haber techo para el desarrollo de la medicina nuclear: todo el tiempo hay novedades técnicas, radioisótopos que no se habían empleado jamás encuentran una molécula transportadora nueva y la combinación produce un fármaco novedoso.
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Mientras no se alcanzaba el nuevo techo teórico de mercado, que por ahora no pinta a la vista, tener dos reactores enormes y presurizados garparía pese al costo hundido. Permitiría seguir cumpliendo compromisos de provisión cuando con uno de ellos cuando el otro estuviera en parada programada de mantenimiento, o se rompiera.
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Todo muy lindo, pero la Canadian Nuclear Safety Commission (CSNC), la agencia de licenciamiento canadiense, estuvo examinando largamente el diseño. «Largamente» significa que cuando ya los MAPLE estaban construidos y listos para entrar en operaciones, declaró que tenían demasiado «coeficiente de vacío», lo que en buen cristiano significa que podían ser ligeramente inestables, es decir sobrerreactivos.
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En mejor cristiano aún, fue admitir que no era teóricamente imposible que de pronto hicieran una «rampa de potencia» muy superior a los 80 MW térmicos de diseño, y en pocos segundos. Con un reactor presurizado, eso puede significar estallido de caños, pérdidas de refrigeración y accidente nuclear serio, con algún número superior a 4 o 5 en la escala INES del Organismo Internacional de Energía Atómica.
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En suma, que la NRG no daba la licencia.
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Se armó la de San Quintín. La AECL, que representa también al estado federal canadiense, todavía autotitulado «The Crown», puso al parlamento canadiense de culo contra la CNSC. Pero la jefa de la CNSC, (mina con ovarios bien puestos) se negó a arrepentirse. El estado canadiense es parlamentarista, no presidencialista, de modo que a la doctora obviamente la echaron de una patada en el tujes.
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La nueva jefa, sin embargo, no se mostró más negociadora. Su «eppur se muove» fue seguir declarando inestable el MAPLE y no darle licencia de funcionamiento a ninguno. La trataron de descabezar también, pero a esta altura del partido los medios canadienses, especialmente los de Ontario, donde estaban los Maple, ya no estaban muy seguros del negocio.
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En Canadá, lo nuclear en serio es cosa de Ontario. De ahí para el Este, todos ecologistas y antinucleares. De ahí para el Centro, todos petroleros y antinucleares. Del centro para el Oeste, más ecologistas y antinucleares.
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Pero las provincias en Canadá son muy autonómicas. Los de Ontario prefirieron no incurrir en riesgo nuclear para barrer con los holandeses, que tienen el 30% del mercado mundial. Les habría encantado, pero era preferible seguir supliendo el 60% del mercado mundial con el viejo reactor cincuentoso NRU de White Chalk River, Ontario, aunque estuviera hecho puré.
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Plata no iban a perder, y podían seguir durmiendo sin frazada, aunque a costa de mucha salida de servicio no programada, y de las puteadas de los clientes en otras naciones. Que se jodieran. ¿A quién otro le iban a comprar?
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La AECL, por su parte, estaba hasta las manos y a punto de quebrar. Hacía demasiado tiempo que no exportaba una central nucleoeléctrica CANDU, porque la diplomacia yanqui ya no les dejaba vender a países no firmantes del TNP, los ecologistas les ladraban incluso en Ontario, pese a 24 centrales CANDU que habían funcionado sin problema alguno de seguridad desde 1962.
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No basta tener la mejor central nuclear del mundo y una de las más exportadas si tenés delante una alianza espuria de ecólatras y petroleros. Pero ahora, y para salvarse, los de AECL habían metido demasiados dolcas en dos reactores de producción de radioisótopos condenados por la CNSC a no ponerse críticos jamás. ¿Qué hacer?
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Decidieron llamar a arbitraje, y para ello, ¿quién más calificado que la empresita que había producido el OPAL, que en todos los «white papers» emitidos por la gente de White Chalk River, era el mejor reactor del mundo? Se tragaron el orgullo y decidieron que el arbitraje lo hiciera INVAP. No era una decisión fácil: INVAP los había derrotado en toda licitación en la que pintó, y fueron muchas, incluida Australia.
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INVAP mandó a sus mejores reactoristas a analizar la situación, los fierros, la documentación, los cálculos, los materiales, todo. Y tardaron como un año en decidir que la NRC canadiense tenía razón: el diseño MAPLE era ligerísimamente inestable. Lo más probable era que no sucediera nada malo durante la vida esperable de ambos reactores. Pero el concepto de «algo malo» con reactores presurizados y de potencia relativamente alta (160 MW térmicos) no daba para jorobar. Ahí quedaron, los MAPLE. Cuando ya estaban pedidos los sanguchitos para la inauguración.
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La AECL quebró y su unidad de negocios la compró una canadiense privada de ingeniería, Lavalin. Supongo que cuando estemos construyendo Atucha III, que viene a ser un CANDU argentino con plata china, algunos ñatos de Lavalin vendrán a dar algún asesoramiento. No mucho, la tecnología CANDU la tenemos dominada desde los ’80.
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De no haber sido por Alfonsín, Menem 1.0, 2.0, De la Ruina, los Cinco Latinos y Duhalde, amén de los 3 años que tardaron los Kirchner en salir un poco del pensamiento petrolero, ya deberíamos tener Atucha III construida y un cuarto CANDU en camino. Sigue siendo la mejor central nucleoeléctrica del mundo.
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Con esto le estoy diciendo a don Dujovne que si la OCDE nos llama por nuestra competencia en temas nucleares no es por méritos de su gobierno.
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Los únicos presidentes que pueden darse crédito porque la OCDE nos convoque son los de la CNEA que decidieron el cambio de combustible del RA-3 de uranio enriquecido al 90% (casi grado bomba) a enriquecido al 20% (grado reactor). Y también los que decidieron sus sucesivas repotenciaciones.
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Creo que son los extintos doctores Emma Pérez Ferreira y Dan Beninson, gente sagacísima, honrada y honesta si la hubo, lamentablemente muerta ya. Además dieron la orden de desarrollar nuevos combustibles de siliciuro de uranio que reemplazan desde fines de los ’90 a los de aleación de uranio-aluminio.
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Estos combustibles, desarrollados en Ezeiza, cargan mucho más masa de uranio en menos volumen de combustible, lo que permite unos flujos neutrónicos de la gran siete incluso con un combustible «de bajas calorías» como es el uranio enriquecido al 20%. Con un núcleo de esos INVAP ganó la licitación de Australia en 2000, sin que el inútil de De la Rúa haya tenido arte ni parte en aquel triunfo.
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Las otras presidencias que merecen aplausos son las de la doctora Norma Boero, que le supo vender el Programa Nuclear Argentino a NK y CFK, lo suficiente como para desempetrolarles un poco el mate, lo justo y suficiente como para devolverle a la CNEA un buen presupuesto, y a darle apoyo irrestricto a INVAP.
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Y en INVAP hay que felicitar al gerente general, el doctor Héctor «Cacho» Otheguy, porque pasó las de Caín durante la mitad de los ’80 y todos los ’90, con la empresa siempre al borde del cierre hasta que, a último momento, se ganaba alguna licitación internacional (Egipto, Australia), y se compraban 5 o 6 años más de sobrevida. No conozco mucha gente con el temple de Cacho Otheguy.
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Y a otro que hay que felicitar es al doctor Conrado «El Petiso» Varotto, porque cuando se fue de INVAP, fundada por él, y fundó la CONAE, le tiró a INVAP la responsabilidad de la construcción de los primeros satélites de gran capacidad de la Argentina.
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Y lo hizo a riesgo porque INVAP no tenía antecedentes en estas ingenierías, y pese a que dentro de su agencia no faltaban los «prudentes» que ladraban que era mejor comprar los satélites llave en mano a algún gran proveedor internacional. Los U$S 15 millones que le cayeron a INVAP por el SAC-C fueron como maná en medio de la travesía del Neguev, y sirvieron para que INVAP no cerrara.
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Por último, hay que volver a felicitar a Cacho Otheguy por haber hecho de INVAP el proyecto de la centralita nucleoeléctrica compacta CAREM cuando no la querían ni en el sitio donde la imaginaron, la CNEA. Y haber desarrollado durante 20 años, y con centavitos ahorrados, el reactor RA-8 de Pilcaniyeu donde se probó su combustible, y el «loop» donde se le hicieron los testeos termohidráulicos, y los intentos de venderle el proyecto a países que le veían enorme potencial (como Turquía) cuando los presidentes Alfonsín, Menem y siguen las firmas obedecían los «white papers» que llegaban de La Embajada, y que aconsejaban discontinuar ese asunto absurdo.
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¿La Argentina exportando centrales de potencia? Cruz diablo.
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Pero tenemos una en construcción, ahí al lado de las Atuchas, el CAREM. Y en cambio los EEUU lo único que tienen es planos, modelos computados, algún licenciamiento, joint-ventures, decenas de Memorandos de Entendimiento de países con hambre de pasar a clientes que no pusieron ni pondrán un mango, no hasta que vean un poco de fierro o de cemento reales, y cantidad de cháchara periodística y publicitaria.
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Y felicito también a la doctora Norma Boero, presidenta de la CNEA, porque se tomó el CAREM tan a pecho que creó toda una gerencia nueva para desarrollar a fondo su ingeniería básica y de detalle. Y lo hizo porque había venido la KAERI, el equivalente coreano de la CNEA pero con 6 veces más personal y N veces más presupuesto, a tratar de robarse el CAREM por chauchas y palitos.
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Y vuelta a felicitar a Norma, porque le hizo ver a CFK que había un negoción bárbaro en venta de molibdeno-99 mientras durara el desabastecimiento mundial en el Hemisferio Norte. Y que si nos apresurábamos a construir en el país un equivalente argentino del OPAL, pero más potente, digamos «un OPALÓN», podíamos capturar el 20% del mercado mundial de este radioisótopo. Y que la movida podía volverse un jaque mate con otro OPALÓN diseñado por INVAP en Brasil. Y Dilma Rousseff estuvo de acuerdo, pero la tumbaron y después a Brasil llegó la noche.
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El RBM, cuya ingeniería ya vendió INVAP a Brasil, sigue siendo un potrero vacío. Según mis cálculos de almacenero, que concuerdan un poco con los mucho más sofisticados de los expertos de la CNEA, el costo de construcción de su homólogo, el RA-10 de Ezeiza (hoy en obra, y va a costar U$ 350 millones) se paga en los tres primeros meses de operación al 100% de capacidad. Y es un reactor diseñado para durar al menos medio siglo.
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Bueno, la bonanza no va a durar tanto: hay 7 reactores en construcción en todo el mundo, y la mayor parte tiene el objetivo de aprovechar ese momento de altísimos precios del molibdeno. Es más, la mayor licitación en la que se juega hoy INVAP es la de Holanda, por la construcción de -para decirlo en cordobés- un reactorozonón de este tipo en Petten, en remplazo de la vieja unidad presurizada inglesa que tienen allí.
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Los holandeses no se resignan a perder ese 30% que tienen del mercado mundial. Tanto así que nos llaman a nosotros, donde somos nuevamente semifinalistas contra los coreanos. Si hasta Macri se fue a Holanda para sacarse la foto, por si las moscas. Mirá si sale. Esperemos que no sea tan mufa como su clon ideológico, don Carlos Saúl.
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Con Holanda, una en contra y otra a favor. En contra, los coreanos financian al 100%. A favor, que esa licitación ya la ganamos en 2008, y en 2009 los holandeses se asustaron por la recesión mundial post-Lehman Brothers y cancelaron todo.
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Daniel E. Arias
Post data en 2023: Como dice Abel Fernández, algunas cosas cambiaron y el mundo, no tanto. Se nos murió Cacho Otheguy, de INVAP, y todavía lo extraño.
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Canadá se ha vuelto un país irrelevante en términos nucleares, pero con 40o C de temperatura en la tundra y los bosques boreales incendiados, los ecologistas locales deberán romper su alianza con los petroleros y hacerle resucitación cardiopulmonar a AECL, o a Lavalin.
O a cualquiera que se comprometa a bajar la huella de carbono del país, ya que están en el puesto 7 de los emisores por cabeza de habitante. Creo que van a tener que resucitar sus excelentes centrales CANDU, o aceptar alguna que les quieran vender los EEUU y que no sea puro humo. Por ahora, no hay.
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Holanda, asustada porque los canadienses casi les atacan el mercado con sus Maple, finalmente repitieron su licitación de 2008, terminamos mostrándonos los dientes los mismos finalistas que aquel año (Rusia, Corea del Sur), y les barrimos los tobillos otra vez. Pero esta vez los holandeses aceptaron nuestro triunfo. No sé si es una solución o un problema, son clientes complicados.
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Es desesperante ver hasta qué punto la dirigencia política argentina TODA no entiende que el negocio nuclear es la tecnología, más que prender lamparitas, y que en este momento, y muy sin su ayuda, somos uno de los mejores competidores nucleares del planeta. En reactores, el mejor, punto.
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Y no saben o no les interesa o están en contra.