Ayer fue formalizada la reelección del argentino Rafael Grossi al frente del OIEA, la agencia nuclear de las Naciones Unidas, que dirige desde 2019
Rafael Grossi es considerado uno de los argentinos más influyentes del mundo, junto con el Papa Francisco. Grossi fue reelegido director general del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), llamado en inglés el nuclear watchdog [perro guardián], porque se encarga de inspeccionar todas las instalaciones nucleares en el mundo.
En los últimos meses, cobró un papel más protagónico, ya que está encargada de supervisar la seguridad nuclear en Ucrania, mientras transcurre la guerra.
“El OIEA es un organismo conformado por 180 países, creado 1957, que se dedica a la promoción de los usos pacíficos de la energía nuclear. Esta forma de generar electricidad conlleva la utilización de uranio o el plutonio, que pueden ser utilizados para fines benéficos, como la energía, pero también puede ser utilizado para hacer armas nucleares”, explicó.
Grossi es el sexto director de la organización, puesto al que llegó luego de ganar la elección de 2019. “Soy un diplomático argentino de carrera, pero que me ocupé mayoritariamente de los temas vinculados a la no proliferación, a la energía nuclear y a la energía general. Eso me vinculó a los círculos cercanos a este tipo de actividades y me proyectó a la candidatura, que finalmente fue exitosa”, contó.
El director de la OIEA dijo que en este momento hay un “renacimiento de la energía nuclear”, debido a la problemática del calentamiento global. “La energía nuclear es limpia, está libre de emisiones de dióxido de carbono, que son las típicas de los combustibles fósiles. En las grandes economías industrializadas, la energía nuclear está ganando mucho espacio y el organismo tiene una función de guía, no solo de controlar que no se hagan armas nucleares, sino también en asegurar el funcionamiento de las instalaciones nucleares, como los reactores nucleares y las centrales nucleares”, dijo.
Oportunidad para la Argentina
Grossi destaca que la energía nuclear en la Argentina es uno de los pocos temas en donde hubo continuidad en las políticas, más allá de las oscilaciones bruscas. “La Comisión Nacional de Energía Atómica se fundó en 1950 por Perón, y ha tenido una gran continuidad a través del tiempo. En América Latina hay solo tres países que tienen energía nuclear: la Argentina, Brasil y México. Y la Argentina fue el primero que comisionó una central nuclear, en 1974″, dijo.
El diplomático dijo que la Argentina es el único país del hemisferio sur que exporta tecnología nuclear al mundo. “La Argentina ha exportado reactores nucleares de investigación, que son un poco más pequeños que los de potencia, a Perú, Argelia, Egipto y a Australia, ganándole una licitación a Francia y a Corea del Sur. Y acaba de ganar otra licitación muy importante para venderle a Países Bajos, en la Unión Europea, con tecnología nuclear argentina. Para ello fueron importantes algunos emprendimientos que tienen que ver con la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), pero también con Invap, la empresa situada en Bariloche”, dijo Grossi.
Acerca de Invap, explicó que la empresa con mayoría accionaria de la provincia de Río Negro, si bien ahora se especializó en la fabricación de satélites, nació en su momento como un “recurso de los tecnólogos nucleares argentinos que, enfrentados a una crisis más, tenían que salvarse de alguna forma e inventar una compañía” para tener insumos locales.
“La Argentina es un país con una larga tradición en materia de usos pacíficos de la energía nuclear. La energía nuclear comercial empezó en el mundo a mediados de la década de 50, y la Argentina ya en los primeros años del 70 tenía su primer reactor. Como materia de reflexión, este es un caso único en donde ha existido un círculo virtuoso de continuidad, aun con altos y bajos”, dijo.
El director del OIEA indicó que en el mundo hay un fuerte interés en los reactores pequeños y modulares, que son más flexibles en su construcción y menos costosos que otros reactores, y que la Argentina es uno de los pocos países que los está desarrollando. Se refirió así al Carem, el prototitpo diseñado en Lima, cerca de Zárate, donde están Atucha I y II.
“Para que tengan una idea, Bill Gates tiene una empresa que se llama Terra Power, que está tratando de hacer un SMR [las siglas en inglés del reactor modular pequeño], y hay otras empresas en Francia, Corea del Sur y en Londres, donde estuve hace unos días. Aunque debía recibirlo como funcionario internacional, me daba mucho orgullo cuando escuchaba a la gente hablar del Carem y de la posibilidad a futuro, aunque no está terminado, está en un 70% de construcción. Pero la Argentina es un país importante en materia nuclear. De hecho, que sea director general del Organismo Internacional de Energía Atómica también, en cierto modo, es una expresión de un país que tiene una voz y tiene un espacio en un sector de alto nivel tecnológico”, dijo.
Grossi indicó que se abrió un mercado muy importante en materia de reactores medianos y pequeños y que, si la Argentina logra poner el Carem en marcha, va a tener muchos clientes interesados en el mundo. “La argentina nuclear es una Argentina virtuosa, en el marco que tenemos, que es bastante problemático”, opinó.
Su intervención Ucrania
Cuando se produjo el inicio de la invasión de Rusia a Ucrania, en febrero de 2022, el gobierno de Vladimir Putin ocupó las centrales nucleares de Chernobyl y Zaporiyia, que es la planta nuclear más grande de Europa, con seis reactores de 1000 megavatios (MW) de potencia cada uno.
“Desde el punto de vista de la agencia podía decir que había una guerra y que teníamos que esperar a que termine, y nadie lo hubiese criticado. Pero nuestra actitud fue todo lo contrario, decidimos agarrar el toro por las astas. Comencé a insistir, hablando con Rusia y con Ucrania, para poder ir a plantar bandera de la OIEA en las centrales, para evitar que se convirtieran en un blanco militar”, dijo Grossi.
Eso llevó al diplomático argentino a una cantidad de reuniones y encuentros con Putin y con su par ucraniano, Volodimir Zelensky. Además, visitó Ucrania ocho veces, desde que comenzó la guerra.
Para abrirse espacio entre ambos países, aunque haya sido “a los codos”, la OIEA se basó en la búsqueda de los comunes denominadores.“Siempre existen denominadores comunes, aún en situaciones conflictivas. Si bien hay dos enemigos que quieren matarse, encontramos tres elementos”, dijo.
“Para los rusos se trataba de consolidar su presencia ilegítima, de acuerdo al derecho internacional, y quedarse allí, sin estar sujetos a ninguna ofensiva o ataque del otro sector. Por otro lado, querían reconocer la utilidad de que existiera una amnistía internacional. Y del otro lado, Ucrania quería recuperar lo que es suyo y lo quiere tener en buen estado. No quiere recibir una planta que haya sido saboteada o inutilizada. Por eso, se permitió la presencia del OIEA”, explicó Grossi.
El diplomático indicó también que para las dos partes había una necesidad política y de opinión pública sincera de respetar el papel del organismo Internacional en su imparcialidad y en su neutralidad. “No querían quedar en offside. Cuando el organismo entra a un país, hacemos un informe de lo que está sucediendo y damos nuestra opinión. Con nuestra presencia, estamos marcando que, más allá de lo que pase con la guerra, tenemos un interés en evitar un accidente de tipo radiológico nuclear mayor, que tendría efectos horripilantes para ambos”, dijo.
Por último, sostuvo que el conflicto está en medio de la contraofensiva ucraniana. “Tenemos un equipo que va rotando cada 40 o 45 días. Yo he ido algunas veces. Es muy difícil hacer esa rotación, porque hay que atravesar la línea del frente. El éxito todavía no está garantizado. Ojalá que sea pronto el fin del conflicto y haber evitado una catástrofe mayor”, concluyó.