martes, 5 noviembre, 2024 - 6:26 am

Especulaciones sobre la coyuntura política que incluyen a China y a Atucha III

«Dejá de juntar dólares y juntá votos”. Se lo dijo el presidente brasileño Lula Da Silva a Massa hace algunas semanas. «Hacé lo que tengas que hacer, pero ganá». En encuentro fue en el tercer piso en el Palacio del Planalto brasileño y allí se habló de todo.
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Lula le ofreció a Massa su equipo de campaña política, un grupo de 20 profesionales brasileños coordinados por Edinho Silva -en reemplazo del catalán Antoni Gutiérrez-Rubí. También le habló de China, la importancia de contar con el apoyo de Xi Jinping, del swap. En las últimas horas, una más de China: se renovó el contrato para la construcción de una cuarta central nuclear en el país, Atucha III, un reactor de 1200 MW de potencia, mientras se negocia su fondeo: Argentina pide el 100%, China ofrece el 85% del proyecto. Yuanes que son dólares.

Baglini-Vernet y el Turco

Mientras Unión por la Patria busca tentar al radicalismo, el economista Javier Milei quiere, ahora, sumar a Patricia Bullrich. Si se lo piensa, la conjunción Milei-Bullrich bien podría ser asimilado en términos de dos teoremas de la política, el de Baglini (el león tórnase en gato mimoso) y el de Vernet (el problema no es perder, el problema es la cara de … que te queda). En la vereda de enfrente, una de surrealismo: “¿Y si de repente el cambio es Massa?”, escribió, el 16 de septiembre, ese brujo irredento -bola adivinatoria incluida- que es el Turco Asís. ¿Qué pensará Oberdán Rocamora?

Libreta y el arca de Noé

Volviendo al ruedo, el ministro de Economía y candidato tiene en su libreta de almacenero cuatro datos que lo desafían en forma silenciosa: las reservas netas ya son negativas en u$s11.000 millones, la deuda con importadores supera los u$s 50.000 millones, el déficit fiscal y cuasifiscal supera el 10% del producto y la tasa del bono a 10 años del Tesoro de EE.UU. acaba de superar el 5%. Con eso en mente anunció ayer el acceso al dólar diferencial a todos los sectores exportadores y trabaja en otras medidas que van en la misma línea.

En lo financiero, las primeras horas, la victoria de Sergio Massa y la elección de Javier Milei, ambos al balotaje, proponen la reconfiguración de las expectativas, una especie de película en cámara lenta. En la síntesis, el mercado de expectativas funciona como cualquier otro: oferta y demanda tendrán que volver a calibrarse. Testigo de esa brutal metamorfosis ha sido en las últimas horas el recorte de los contratos de dólar futuro y sus valores a diciembre, los fuertes descensos en el mercado de acciones y bonos, es decir, el desarme de coberturas que preanunciaban el diluvio universal para esta semana. Resumiendo: Noé y su arca, ahora, parecieran predispuestos a desandar las maniobras, retomar los trabajos en puerto y desarmar las valijas.

Dolarización, mancha venenosa y plazofijismo

Hagamos rápido una lectura fundacional que puede resultar obvia pero no lo es: comienza a disiparse un manto de incertidumbre cuyo epicentro era la dolarización sin dólares de Milei. A eso había que sumarle otra apuesta lúdica del León del Abasto: la mancha venenosa del peso argentino, impulsada por la fuerte inflación, pero inflada por la incontinencia verbal de Milei.

Puede resumirse así: en las últimas semanas, una parte de los oferentes de pesos argentinos -y demandantes de dólares- se vieron impelidos a realizar transacciones a valores estratosféricos, que empardaron en algunos casos los picos históricos de pandemia o incluso momentos de crisis acuciantes con correlato en cotizaciones inverosímiles, escenarios que distan bastante de lo que acontece en el presente.

Con los valores que se tenían hasta hoy, ¿qué estaba descontado en los precios? Las fuentes consultadas manifiestan que un elemento era el balotaje. Un segundo elemento, descontado, en parte, era una victoria de Milei sobre Massa. Un tercer elemento, lejano pero probable, era una victoria de Milei en segunda vuelta. Esa cadena de silogismos parece destinada a la implosión silenciosa.

Si Milei era sinónimo de dolarización sin dólares y de recesión a cualquier precio, esas ideas también comienzan a debilitarse, hora tras hora, en el corto plazo. El electorado terminó decidiendo que un salto al vacío en materia económica -pero también en otros órdenes- no era propicio: sobre todo en este momento.

La idea madre y su paradoja

Puede leerse de esta manera: lo delicado del contexto económico y la complejidad de los desafíos que se vienen, se cristalizaron en una idea que va a contramano de lo que estaba dicho, del doxos, es decir, una para-doja: una cantidad importante de electores pareció pensar que, de los tres candidatos, el único que parece tener la estatura suficiente para hacer control de daños y buscar una salida por arriba del laberinto -por afuera del recetario clásico- era Sergio Massa, precisamente la persona que está al frente del ministerio en este momento.

No hay que subestimar al electorado. Viene de bocharle el proyecto a Mauricio Macri en su reelección cuando tenía todo a su alcance. Y de la misma manera, se apuró acertadamente al veto en el 2021 con respecto a la gestión de Alberto Fernández. En esa ecuación, la elección PASO reciente también puede anotarse como advertencia implacable y sorpresiva.

Salir por arriba del laberinto

La reacción de Massa con un sinnúmero de medidas que apuntalaron el poder adquisitivo, sumó. Pero sobre todo evidenció algo que no es fácil de demostrar: que las reformas económicas y financieras necesarias pueden ser llevadas a cabo por la vía progresiva y no regresiva, es decir, que el costo de las reformas -que el establishment pide a gritos- no deba ser pagado por los sectores más postergados de la sociedad. Una más: que en pos de hacer el ajuste, tampoco se sacrifique la actividad económica por la vía del plan que el FMI tiene en carpeta. En rigor, no sería raro que el propio Massa rescate aquello de “para pagar, primero hay que crecer”.

Por último, vale una idea que conviene tener en cuenta. La Argentina no enfrenta un problema macroeconómico de magnitud. De hecho, el problema es de liquidez, de corto plazo y netamente financiero. No hay divisas, no hay dólares para pagar importaciones. Es probable que el plan sea retomar lentamente las posiciones previas, no hacer un plan de shock, sino ir hacia un gradualismo que permita fortalecer las reservas del BCRA, comenzar a administrar mejor esas reservas, fijar parámetros confiables para el desdoblamiento cambiario que se ha dado en los hechos y hasta retomar la actividad superando los cuellos de botella en varios sectores. He ahí un desafío de corto plazo. La expectativa de la futura llegada de dólares de las exportaciones del complejo agroexportador, de los hidrocarburos, de la minería, debería ir atenuando las presiones, mientras se espera la llegada del próximo presidente a la Casa Rosada a partir del 10 de diciembre.

Julián Guarino

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