Italiana de nacimiento, Mariana Mazzucato es profesora del University College London, donde fundó y dirige el Instituto para la Innovación y el Propósito Público, y autora de libros como “Misión Economía”, “El Estado emprendedor” y, más recientemente, junto a Rosie Collington, The Big Con (La Gran Estafa, en la que la palabra “Con” remite también a Consultancy), fuertemente crítico de las grandes firmas de consultoría internacional.
Defensora del rol del Estado, Mazzucato aboga por la inversión pública en sectores estratégicos y de interés general. Entre otros, ganó los premios “Leontieff” (2018) y “John Von Neumann” (2019), por dos gigantes de la historia de la Economía. En 2021 recibió la mayor distinción civil de Italia y en 2022 fue incorporada a la “Academia Pontificia de la Vida” y elogiada por el Papa Francisco por llevar “más humanidad” a la Economía con sus investigaciones y prédica por una economía inclusiva y sustentable.
En Argentina, integra el Comité de Expertos Internacionales del Consejo Económico y Social que creó el exsecretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Béliz (y que estuvo inactivo en los últimos dos años, precisó un colaborador de Mazzucato) y forma parte del grupo de extranjeros encabezado por el premio Nobel de Economía 2001, Joseph Stiglitz y cercanos al gobierno de Alberto Fernández, por el que abogó en ocasiones como la renegociación de la deuda con acreedores privados.
En octubre del año pasado, junto a Joseph Stiglitz, se reunió en Olivos con el Presidente y el ya entonces ministro de Economía y hoy candidato presidencial, Sergio Massa, antes de dar una clase magistral junto al Premio Nobel y el exministro Martín Guzmán en la Universidad de La Plata.
Sus obras son del gusto oficial. En marzo último, al recibir el “Doctorado Honoris Causa” de la Universidad Nacional de Río Negro, Cristina Fernández de Kirchner recomendó expresamente leerla. “¿Quién se creen que inventó la Internet? ¿Steve Jobs? No, fue el Estado, EEUU en sus múltiples agencias de inversión. Les recomiendo un libro de Mariana Mazzucato, El Estado emprendedor, que desmitifica que la innovación tecnológica proviene del sector privado”, dijo entonces la vicepresidente.
De modo similar, Alberto Fernández dijo: “Si querés enterarte cómo es la economía en el mundo leé Misión Economía, de Mariana Mazzucato”. La autora y académica también integra el Consejo “Economía y Salud para Todos” de la OMS y la Cepal le encomendó un trabajo sobre “Cambio Transformacional en América Latina”..
— ¿Cuál es su impresión sobre la elección presidencial en la Argentina? Javier Milei, el candidato opositor a la segunda vuelta, propone la dolarización como solución a la inflación, la inestabilidad y las recurrentes crisis económicas, y recortar el Estado con su “motosierra”. Sergio Massa, el candidato oficialista, no ha sido específico, pero los resultados de sus 15 meses de gestión han sido muy pobres. ¿Cómo ve el escenario electoral desde afuera?
— Las propuestas de Milei son una apuesta populista y temeraria para la economía argentina. Cortar el gasto del gobierno en servicios públicos esenciales como salud, educación y protección ambiental no solo dañaría el tejido social; también sofocaría el crecimiento de largo plazo y haría caer la productividad. Si la Argentina quiere crecer, innovar y ser más competitiva, necesita un ambiente económico y de negocios que pueda brindar esos resultados.
No ha habido nunca una economía que se base solo en el sector privado para conseguir esos fines. Históricamente, desde Silicon Valley, hasta Corea del Sur, Singapur y Brasil, un sector público emprendedor ha sido crucial para fijar la dirección y hacer las inversiones de riesgo necesarias que luego atraigan a la inversión privada.
— ¿Y cómo se hace eso?
— Hacerlo exitosamente requiere un Estado que no sea capturado y que trabaje de modo ágil, creativo, capaz. No es una cuestión de gobierno pequeño o grande, sino acerca del tipo de gobierno: qué y cómo lo hace. Inversiones estratégicas pueden crear nuevos mercados, atraer negocios y crear competitividad. En ausencia de estrategias valientes y claras las propuestas populistas ganan tracción y distraen la atención de sus propias debilidades e incoherencias.
“Cortar el gasto del gobierno en servicios públicos esenciales no solo dañaría el tejido social; también sofocaría el crecimiento”
Argentina necesita un enfoque meditado y balanceado de política económica, uno que favorezca la innovación, apoye la inversión estratégica y asegure la estabilidad social. Políticas que amenacen socavar estos objetivos con medidas simplistas e ideologizadas que fracasaron repetidamente en la Argentina y en otros países deben ser fuertemente resistidas.
— ¿Cuál cree que debería ser la prioridad económica del nuevo gobierno, teniendo en cuenta que la inflación está cerca del 140% anual, el Banco Central tiene reservas netas negativas y más del 40% de la población vive en la pobreza?
— La inflación ocurre cuando se crea dinero sin expandir la capacidad productiva de la economía. Inversiones focalizadas en sectores transformadores como energías renovables, infraestructura digital, salud y educación serán críticas en la medida que resuelvan desafíos sociales y catalicen la innovación y la competitividad y aumenten la productividad.
Reducir la brecha digital, conseguir la meta de emisión neta cero, fortalecer los sistemas de salud, proveer alimentación saludable para todos, todo eso requiere misiones de inversión orientadas que catalicen la colaboración cruzada entre sectores.
Del mismo modo que el llegar a la Luna nos dio (técnicas y productos de) software, teléfonos con cámara, abrigo de aluminio y aislamiento térmico hogareño, misiones sobre salud, clima y digitalización nos ayudarán a estimular innovaciones con propósito en el sector privado. Esto es crucial en un país que debe aliviar urgentemente la pobreza.
— ¿Pero cómo se logra eso, en un contexto fiscal apretado?
— De hecho, financiamiento estratégico, paciente, de largo plazo, es particularmente importante para países con espacio fiscal limitado, porque puede tener efecto multiplicador. Tome por ejemplo la educación: la inversión del gobierno en esta área multiplicar los beneficios económicos y sociales mediante creación de empleo, aumento de la productividad, promoción de mejores resultados sanitarios y disminución de las tasas de criminalidad.
La salud es otra área que debe ser tratada como una inversión estratégica más que como un gasto. Es un punto de apoyo crítico para construir sociedades inclusivas y sustentables.
“El tipo de financiamiento puede afectar tanto la inversión que se hace como el tipo de actividad que genera”
En definitiva, las finanzas no son neutrales. El tipo de financiamiento puede afectar tanto la inversión que se hace como el tipo de actividad que genera.
— ¿Y cómo se llega ahí?
— Es imperativo que el gobierno defina claramente sus metas y se comprometa a diseñar las herramientas, las instituciones y los canales financieros para lograrlos. Si se hace bien, las misiones pueden cambiar el énfasis de financiar sectores o firmas particulares a promover objetivos ambiciosos que requieren cooperación entre muchos sectores y tipos de empresa. Adicionalmente, encontrar maneras de que los sectores financieros y productivos reinviertan en la economía real, antes que en áreas financierizadas, es crucial para una política de desarrollo.
La visión del próximo gobierno debe por lo tanto ser una de progreso tangible, no de replegarse. Es acerca de construir bases financieras y un marco de políticas que empodere a los ciudadanos, catalice el crecimiento y posicione al país como una economía que mire hacia adelante y esté lista para resolver los desafíos del siglo XXI. Si se hacen cortes en áreas esenciales, claves para la resiliencia, la economía no crecerá.
— Usted es una defensora del rol del Estado en el desarrollo económico. ¿Cuál es su impresión acerca de las capacidades institucionales del Estado argentino para proveer ese rol de guía?
— Sí, efectivamente el rol del gobierno en el desarrollo económico depende en sus capacidades, que en el caso argentino demandan inversiones significativas, más que cortar el Estado con una ridícula motosierra. La pandemia de Covid-19 reveló que muchos gobiernos habían descuidado la inversión en sus principales capacidades, limitando sus opciones a lidiar con la emergencia.
El gobierno argentino se confió en sus negociaciones con Pfizer durante la pandemia, procurando finalmente 20 millones de vacunas para sus ciudadanos a la vez que invertía en innovación y tecnologías de salud. Eso mostró que con las competencias correctas un gobierno puede movilizar con éxito recursos y coordinar esfuerzos con las empresas y las organizaciones de la sociedad civil que están dispuestas a trabajar en objetivos compartidos.
“Con las competencias correctas un gobierno puede movilizar con éxito recursos y coordinar esfuerzos con las empresas y las organizaciones de la sociedad civil”
Las lecciones aprendidas del Covid-19 son especialmente importantes en el contexto del cambio climático. La negación de Milei del cambio climático y de la Agenda 2030 no es solo un rechazo al consenso científico sino también una posición peligrosa.
— ¿En qué sentido?
— Su postura puede impedir desarrollos críticos y hacer descarrilar esfuerzos necesarios para proteger no solo el ambiente, sino también estructuras económicas y sociales que dependen de su estabilidad. Es una visión estrecha de la política económica. Invertir en tecnologías verdes, energías renovables y prácticas sostenibles puede aumentar la competitividad de la Argentina a largo plazo estimulando nuevas industrias, la creación de empleo y la innovación tecnológica. Hoy más que nunca, la Argentina necesita un gobierno capaz de promover acciones inmediatas.
— En su libro “El Estado Emprendedor” Ud. tiene una visión muy positiva del rol que diferentes instituciones del gobierno de EEUU tuvieron en el desarrollo, financiamiento y promoción de nuevas tecnologías y sectores industriales. ¿En qué sectores y mediante qué tipo de agencias o instrumentos podría el Estado argentino desepeñar ese rol?
— La sugerencia de Milei de dejar la ciencia y la tecnología enteramente al sector privado está enraizada en la falsa creencia de que las instituciones financieras privadas asignan mejor el capital.
La historia económica cuenta una historia diferente. En muchos lugares y en muchas ocasiones, son los actores públicos los que lideran la formación y creación de mercados que luego brindan beneficios al sector privado y más ampliamente a la sociedad. Muchos avances tecnológicos que ahora se dan por sentado, como la Internet o el GPS, ocurrieron porque entidades públicas hicieron inversiones que el sector privado encontraba demasiado riesgosas.
No se trata de confrontar al Estado con los negocios privados, sino de re-imaginar cómo pueden trabajar juntos y con otras partes interesadas, como las instituciones académicas y organizaciones de la sociedad civil.
— ¿Se le ocurre alguna experiencia positiva de ese tipo en la Argentina?
— Invap, la empresa estatal argentina, es testimonio de eso. Con más de 45 años de experiencia e involucramiento en proyectos de alta tecnología en energía nuclear y tecnología espacial e industrial y en equipamiento médico, Invap es la única empresa de América Latina reconocida por la NASA (la agencia aeroespacial de EEUU) como competente en sistemas de satélites, desde su desarrollo hasta su operación.
Empresas estatales como Invap representan históricamente un mecanismo institucional crucial para el desarrollo y la transformación de la economía mediante inversión estratégica en industrias clave. Privatizar la ciencia y la tecnología iría en detrimento del campo de la innovación en la Argentina. Llevar la economía argentina a un camino de crecimiento más inclusivo, resiliente y sustentable significa establecer reglas claras y orientar la innovación, las asociaciones, las herramientas de política y las instituciones en torno de esos objetivos.
— ¿De qué modo?
— Por ejemplo, los gobiernos pueden dirigir el fondeo público estableciendo condiciones alineadas con metas ambiciosas a subsidios y préstamos que los receptores deben satisfacer para beneficiarse de la inversión pública. Atacar el cambio climático pueden entonces convertirse en una oportunidad de inversión e innovación: nuevos materiales, nuevos servicios digitales, nuevas formas de movilidad y un nuevo rol para los recursos naturales.
De hecho, el litio en Argentina no puede solamente ser vendido al norte global. Más bien, un ecosistema digital en torno del litio y escalar la cadena de valor mediante la producción de baterías y la infraestructura asociada es crítico para evitar la maldición de los recursos naturales, un fenómeno en el que un país con valiosos recursos naturales sufre de bajo crecimiento, una democracia corrompida y un desarrollo atrofiado.
— Su libro The Big Con (traducible como “La gran estafa”) es muy crítico de firmas de asesoría, pero usted ha asesorado al gobierno de Gustavo Petro, en Colombia, a través del Instituto de Innovación y Política Pública del University College London, donde es docente. ¿Por qué los gobiernos no deberían confiar en esas consultoras, pero sí en Ud? ¿Cuál es la diferencia de perspectiva o tipo de asesoramiento?
— El punto del libro no es que no se necesita ninguna consultoría o asesoramiento, que por supuesto puede ser positivo. Las enfermeras pueden hacer consultoría, los médicos pueden hacer consultoría y -sí- académicos como yo hacemos consultoría todo el tiempo, basados en décadas de investigaciones en un área. El problema surge cuando la industria de la consultoría se basa en un modelo de negocios en el que no hay incentivos para realmente fortalecer y hacer independiente a la entidad gubernamental con la que trabaja, porque en tal caso no habrá más contratos de consultoría.
A menudo, las consultoras que son reiteradamente consultadas a expensas de los contribuyentes, tampoco tienen las capacidades para resolver los problemas. En el Reino Unido, a Deloitte le pagaron 1,3 millones de libras para manejar el sistema de testeo y trazado del Servicio Nacional de Salud (NHS), sin ninguna experiencia en el sector. También hay conflictos de interés, cuando la consultora trabaja en ambos lados, por ejemplo para una empresa estatal y para el regulador de esa empresa.
El libro es para mostrar por qué se necesitan organizaciones capaces y dinámicas tanto en el sector público como en el privado, y relaciones simbióticas, no parasitarias, entre ambos.
— Cuál es su posición acerca de la importancia y el impacto de la aplicación de Inteligencia Artificial en economías emergentes, como la Argentina? ¿Cuál sería su consejo sobre cómo sacar lo mejor de ella?
— La Inteligencia Artificial puede mejorar nuestras vidas de muchos modos, pero sin reglas efectivas es probable que cree nuevas desigualdades y amplifique las que ya existen. Con la IA detrás de más y más procesos decisorios, es importante asegurar que los sistemas de IA no se usen de modos que subviertan la democracia o violen los derechos humanos.
De vuelta: inversiones en la capacidad del Estado para gobernar la infraestructura digital y la IA en el interés público son clave. Esto requerirá nuevas fuentes y estándares de datos, herramientas digitales y regulaciones que protejan el interés público y la información personal. Es importante enfocarse en construir una arquitectura digital que recompense el valor colectivo más equitativamente.